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"Fue testigo de eventos históricos en Argentina": la historia del Convento San Francisco de Tucumán

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Desde los antecedentes que datan de 1565, pasando por el traslado a su ubicación actual a fines del siglo XVIII y hasta las remodelaciones actuales, repasamos la dilatada historia de un Monumento Histórico Nacional ubicado en el corazón de San Miguel de Tucumán. | Por Arq. Gabriela Neme. VIDEO





Las paredes del Convento Magno de San Francisco e Iglesia de San Miguel Arcángel guardan una historia centenaria. Por sus espacios pasaron generaciones de religiosos y laicos que pudieron vivir su fe y espiritualidad aquí. Pero no solo es valorado por los fieles sino por los tucumanos que lo sienten parte de su identidad y de su transitar diario. 

El inicio de la historia de los franciscanos en Tucumán se remonta al año 1565, cuando se construyó un templo y una escuela de primeras letras que fuera la primera de Argentina y segunda de Sudamérica en el sitio de Ibatín, primera locación de la ciudad de San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Provisión fundada en el mismo año. El solar otorgado a la Orden de Frailes Menores (Franciscanos), creada por San Francisco de Asís en 1209, estaba ubicado a dos cuadras de la Plaza Mayor. Allí se dedicaron a la evangelización de las tribus próximas: los Tafis, Amaichas, Lules y Siambones. Más tarde ampliaron su obra a los Colpes, Silipicas de Calchaquí, Paquilingastas y Capayanes.

Entre los años 1593 y 1594, el convento tuvo el honor de alojar a San Francisco Solano, quien es conocido por haber realizado diversos milagros, como la resurrección de un aborigen y el amansamiento de animales. Su presencia en Trancas, en el Pozo del Pescado, también es ampliamente reconocida. 

Tras la re fundación de San Miguel de Tucumán en el sitio de La Toma, la Orden franciscana también se trasladó y estableció en el solar actualmente ocupado por la Orden Dominica en la calle 9 de julio al 100. En este lugar, construyeron su segunda iglesia, un convento y una escuela. Permanecieron en esta ubicación hasta 1785, cuando pidieron a la Corona española ocupar el sitio que perteneció a los Jesuitas en calle 25 de Mayo esquina San Martin. La Compañía de Jesús había sido expulsada de América en 1767 por orden de Carlos III de España. Finalmente, la Corona accedió al pedido y los franciscanos cedieron su antiguo convento a los frailes dominicos. 

La iglesia era de una sola nave con una torre ubicada a la derecha del acceso, mientras que al convento se accedía por calle San Martín. Cuando los franciscanos se establecieron en el lugar, encontraron el templo en un estado deteriorado. Decidieron revitalizarlo y fue así que en el año 1873 iniciaron su construcción bajo la dirección del contratista Ramón Berroa. Se demolió el antiguo frente y se levantó el que conocemos hoy que fue concluido en 1884. Un año más tarde, con la llegada de Mariano Güell desde Córdoba, se continuaron los trabajos y se logró finalizar la nave central, inaugurada en 1887. 

La fachada principal sobre calle 25 de mayo diseñada por Fr. Luis Giorgi (quien también diseñó el altar mayor y los púlpitos), se compone de una gran portada organizada en tres niveles que en su basamento cuenta con arcos de acceso cerrados por rejas de hierro forjado de un exquisito diseño, realizadas en España y donadas en 1891. En el interior del templo se dispusieron tres naves y se aplicó un estilo barroco, de rica ornamentación con imágenes indígenas y de la época hispana. Se destacan los delicados retablos revestidos en "dorado a la hoja" y los púlpitos considerados los más importantes de la Provincia. La decoración interior con pinturas murales y decorativas, obra del artista italiano Aristene Papi, se realizó en 1926. Entre 1939 y 1943 se materializó la capilla del Santísimo Sacramento en la extensión del crucero, obra del arquitecto Luis Terán Etchecopar y decorada por el pintor italiano Giuseppe Bercetti. 

Este lugar sagrado ha sido testigo de hechos clave en la historia de Argentina. En 1812, albergó al Ejército del Norte bajo el mando del General Manuel Belgrano, y tras la Batalla de Tucumán, brindó atención a los soldados heridos. Además, fue el escenario de la Misa impetratoria de apertura al Congreso de Tucumán el 24 de marzo de 1816, así como del solemne Te Deum al día siguiente de la declaración de la Independencia. 

Debido a su importancia como testigo de eventos históricos de Argentina, su papel protagónico en momentos cruciales para los tucumanos, su valor arquitectónico invaluable y su contribución a la identidad local, en 1989 el templo de los franciscanos fue declarado "Monumento Histórico Nacional". Además, la manzana que incluye las calles 25 de mayo, San Martín, Muñecas y Mendoza fue declarada "Lugar Histórico Nacional". Estas designaciones reconocen la importancia cultural, histórica y arquitectónica de este sitio en la ciudad de San Miguel de Tucumán.

Sin embargo, el paso del tiempo y la falta de mantenimiento adecuado han causado un grave deterioro en el conjunto arquitectónico. Hace aproximadamente una década, se iniciaron tareas de investigación y restauración llevadas a cabo por la Comisión San Francisco Tucumán y un equipo de especialistas. Tras finalizar etapas de consolidación estructural y de elementos constructivos clave, en la actualidad la fachada principal se encuentra en proceso de restauración y se espera que pronto se pueda completar, con la meta de ser inaugurada en una fecha significativa para los tucumanos: el 9 de julio.

Es alentador ver que una de las joyas patrimoniales de la ciudad está recuperando su esplendor gracias a estos esfuerzos. Resulta fundamental que la comunidad se involucre y apoye estas iniciativas, ya que se necesita un respaldo económico para completar la restauración en su totalidad. Todos podemos ser protagonistas y contribuir para que este proyecto llegue a buen puerto y el templo de los franciscanos recupere su belleza y valor histórico para las generaciones futuras.