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Así era Monteros a comienzos del siglo XX: la historia del tesoro fotográfico descubierto en una demolición

CULTURA

Pedro Ottonello capturó con su cámara cómo era la vida de los tucumanos a principios del siglo XX. Su trabajo fue encontrado cien años después y rescatado de las ruinas, por otro Pedro. Las imágenes halladas.

El piloto de apellido Siarotte, presente en la inauguración de nuestro aeroclub.





“Yo suelo regresar eternamente al Eterno Regreso”, escribía hace casi un siglo Jorge Luis Borges. El escritor citaba el pensamiento de Platón en su esfuerzo perfectamente entendible de que el tiempo es circular, y que la historia se repite: “Éste (Platón), en el trigésimo noveno párrafo del Timeo, afirma que los siete planetas, equilibrados sus diversas velocidades, regresarán al punto inicial de partida: revolución que constituye el año perfecto”. Pero claro, todo arranca desde cero.

La historia de este domingo es la analogía perfecta de un cuento borgeano: todo se repite. Todo vuelve a empezar. Claro que, todo tiene un punto de partida. En este caso, Monteros, interior de Tucumán, principios de siglo, de cara a las celebraciones por el centenario de la patria, y en una ciudad en donde se sentía con inmensa fuerza la gran cantidad de inmigrantes que comenzaban a asentarse y a proyectar su futuro desde esas dulces tierras.

Lo cierto es que el mundo del 1900 era un mundo lleno de novedades y sorpresas. Entre esas, estaban las fotografías. La técnica del negativo en vidrio o albúmina sobre cristal, era una de las más grandes bendiciones en la tecnología de la imagen de ese momento; tan grande, que hasta el día de hoy es posible conocer a través de éstos (ya en desuso total), detalles de aquella época. Esta ciudad era la segunda más poblada de la provincia. Por ende, era centro de muchos avances sociales y culturales. Ergo, no era de extrañar que hubiera algún foto-aficionado en sus calles. 

No importa ahora lo que pasaba entonces sino lo que ocurrió durante los años 90 cuando Tulio Ottonello -aquel gran escritor y estudioso de la cultura y de la historia tucumana y monteriza-, recorría las obras de remodelación de lo que fue un importante negocio familiar, un polirubro. Esta visita resultó en una grata sorpresa:, el hallazgo de 40 negativos en vidrio, descuidadamente arrumbados durante décadas. Ante tamaño descubrimiento y en la imposibilidad técnica de positivarlos, decidió enviarlos al historiador Carlos Páez de la Torre para su revelado y de ese modo poder referenciarlos. 

Tulio le aseguró -mediante una carta mecanografiada-, que las fotos podrían haber sido realizadas, casi con seguridad, por Pedro Ottonello su tío abuelo, quien fue corresponsal de las reconocidas revistas Caras y Caretas y Fray Mocho. Casi 90 años pasaron entre las tomas de aquel Pedro y el hallazgo de Tulio (quien, a su vez, llamó Pedro también a su hijo menor) en una propiedad que, martillazo tras martillazo, estaba siendo convertida en locales comerciales. Un tesoro recuperado sin querer.

Y así también, sin querer, fue como Pedro Guzmán encontró las fotos, 27 años después del hallazgo de “Tuli”. Otra vez en una obra en construcción. Otra vez entre escombros. Otra vez por casualidad. Otra vez a punto de ser perdidas en el eterno olvido.

El “profe” Pedro (este relato está tapado en Pedros, como verán), es docente en la escuela Normal de Monteros y trabaja en el área de información pública del municipio. Su interés supremo siempre ha sido la imagen, sobre todo, como registro histórico. Por eso, no fue raro que recibiera una interesante propuesta de María Teresa Ottonello, hermana del historiador monterizo (fallecido en el 2016), conocedora de los intereses del docente.

“Cuando falleció Tulio, quedaron muchas cosas en su casa, y la propiedad pasó a manos de su hermana, quien comenzó a planificar allí la construcción de un hotel. Mientras trabajaban los obreros en la demolición, ella generosamente ofreció algunos de los libros que quedaban en la residencia, a personas a las que les podrían interesar. En tal circunstancia, me encontró un día por la calle y me brindó la posibilidad de buscar entre las cosas que quedaban material impreso sobre cine y fotografía. Así fue como me dirigí hasta la obra -en plena demolición al momento- con ella y un amigo en común, a quien también le había hecho el mismo ofrecimiento”.

Todo aquel que haya tenido el lujo de ingresar a la que era la vivienda de Tulio, sabe que esa biblioteca era una de las más ricas de Tucumán. 

“Nos encontramos con que la mayoría de los volúmenes estaban en cajas comunes de cartón en una habitación cubierta de polvo, materiales de construcción, objetos, artefactos, aberturas y cosas para reciclar o tirar; el espacio que ya lucía el desastre que supone una demolición. Entre las cosas tiradas en el piso, había una colección de música clásica en vinilo y otros audios similares en CD. Primero los empecé a recoger (son de mi preferencia), pero a poco me di cuenta que no tenía sentido tratar de recuperar esas copias en tan mal estado, cuando por internet hoy en día consigo la misma música con menos esfuerzo. Seguía mirando libros cuando, entre las cosas esparcidas en medio de los escombros, me topo con tres discos grabables sin identificación. Me dije ‘esto puede ser interesante’, y llevado por mi curiosidad decidí llevarlos”, me explicó el profe para este artículo de eltucumano.

Así fue como las fotos que fueron tomadas hace más de un siglo, volvieron a tener la dicha de ser redescubiertas; allí estaba todo, la carta mecanografiada y firmada por Tulio para Páez de la Torre contando la historia de este hallazgo en la demolición de la propiedad, escaneadas, claro, y la revelación de los 40 negativos. 

Pero… ¿De qué se tratan las benditas fotos?

“Casi todas las imágenes son del Monteros de principios del siglo XX, de una tremenda calidad, pero hay otras que no sé de dónde son, debido a que se trata de grupos de personas o interiores. Luego, en otro CD, fotografías de diario El Orden de fecha 1929, donde está la crónica de la visita del gobernador de Tucumán a Monteros para la inauguración del ingenio Ñuñorco y fotos de antes del pleno funcionamiento de la fábrica azucarera, todo el interior -máquinas e instalaciones- impecable, nuevo, a punto de ser usado por primera vez. Esas pueden ser de cerca del 1931, pero quizás de antes, porque nuestro ingenio estuvo mucho tiempo listo antes de ser inaugurado”, remarcó Guzmán.

No es la primera vez que un grupo de fotos antiguas llegan a las manos del profe. Sin embargo, asegura que en esta colección el sabor es distinto: “Es un testimonio importantísimo de época. ¿Qué concluía Tulio?. Que hay muchas fotos de Monteros, pero no dicen mucho sobre quiénes están en ellas, ni de qué acontecimiento se trata. Y sé fehacientemente que su intención era referenciarlas”.

“La técnica de fotografía es la que se usaba hacia los años 1910 a 1920.  Luego empezó a popularizarse el negativo en celuloide. El vidrio tenía altísima resolución. Probablemente estos negativos fueron escaneados por La Gaceta para Páez de la Torre, pero no estoy seguro” detalló.

Entre tantos hallazgos, llama la atención poder hacer énfasis en una reunión de mujeres de hace mucho más de un siglo, probablemente en los márgenes del arroyo El Tejar. Llama la atención lo elegante de sus vestimentas, y la gran calidad del negativo al hacer zoom en uno de los rostros:

Reunión de mujeres y niños. Finales del siglo XIX o principios del XX.

“Lo más llamativo en las tomas es la presencia de un señor de apellido Sariotte, piloto francés que estuvo en Monteros para la inauguración del aeroclub local, para la ocasión se contaba con dos aeronaves. Según se dice, el “paseo” costaba $2 (dos pesos). Hay dos fotos de excelente calidad de este señor. Impresionantes”

Sariotte, en los vuelos inaugurales del Aeroclub de Monteros. Ahora, allí se asienta el barrio de ese nombre.

“Hay muchos registros de Sariotte en nuestra provincia porque se casó con una tucumana apellido Valentié a la que enseñó a pilotear aviones, siendo la primera en estas latitudes. Una historia para contar en otra ocasión. Eso es muy representativo de la rica historia de Monteros. Hay otra imagen en un archivo que registra de la inauguración del aeroclub de Monteros, se lo menciona allí como aeroclub Conti, que fue la familia que cedió el predio. Lamentablemente, no se continuó con el proyecto a pesar de que era el primer club de este tipo en el interior la provincia, tal vez por el alto costo de una aeronave. Hasta el gobernador (interventor) de la provincia Rafael Nocetti estuvo presente. Después de esos primeros vuelos hubo un agasajo a los visitantes; al que la gente venía caminando por calle 25 de Mayo de Este a Oeste, con una persona en andas que creo que es Sariotte, y los integrantes de la Banda de Música acompañando con sus instrumentos, pero no en formación”, describió Pedro para esta nota.

El aeroclub que menciona, es el lugar en donde actualmente se asienta un populoso barrio, sobre cuyo nombre, el Aeroclub, en su origen, quizás casi ningún vecino conozca.

Un recorte del diario La Orden sobre la inauguración del ingenio Ñuñorco en el año 1931.

¿Cuándo y cómo podremos ver todas las fotos?

"Yo soy por sobre todo docente y militante de la difusión de la cultura porque considero que -en este caso en particular- no se quiere lo que no se conoce; si sabemos más de nuestra ciudad y de su rica historia, la apreciaremos más, la cuidaremos y la haremos progresar. El destino de todo este material que estoy compilando y organizando será de conocimiento de todos mi coterráneos" me explicó el profe Pedro.

Un acto público al lado del kiosko de la plaza central, a principios del siglo XX. En ese lugar se encuentra ahora el escenario Manuel Aldonate.

"No se si mi tarea y la de otros como Nino Rivadeneira, José Luis Albarracín o más atrás en el tiempo Ricardo Godoy Aliverti, María Hilda Montaner o el mismo Tulio, devendrá en una charla de bar, una nota de color en la prensa, un comentario por radio, un meme en las redes, un apartado en una planificación de historia en primaria o secundaria o hasta una cátedra en la universidad… lo importante es que no se perdió, como aquellas cosas de la memoria que se fueron con nuestros viejos, o las quemaron en la esquina de Colón y 25 de Mayo, o las arrojaron a orillas del río Romano, o nunca volvieron de aquel malogrado Museo de Monteros, o se deterioraron en un cajón por falta de cuidado, o quién sabe qué más…" opinó.

Lo cierto es que estas imágenes, cuentan historias de una vida pasada, pero seguramente llena de similitudes con el presente que se sigue contando. Sin embargo, la casualidad, el destino y la característica circular de la historia, generan que, como decía Borges en 1934: “La historia humana se repite; nada hay ahora que no fue; lo que ha sido, será; pero todo ello en general, no (como determina Platón) en particular”