Top

"Lo peor es creer que a vos no te va a pasar": vivir con VIH entre el estigma y el miedo

SALUD

“El estigma sigue... Escuché como decían que yo era un puto sidoso en una fiesta”: Martín vive hace más de 15 años con un diagnóstico de VIH en Tucumán. Sin embargo, durante mucho tiempo negó los síntomas y se negó a un tratamiento.





Era el año 2005. Martín, al igual que muchos jóvenes tucumanos, tuvo la oportunidad de vivir en Buenos Aires a principio de sus veintes. “Es la verdadera ciudad de la furia. Hay de todo y para todos” recuerda con eltucumano, casi 20 años después.

Hacía unos pocos años, el joven tucumano había aceptado ante sí mismo y ante su familia y amigos su orientación sexual, es decir, su homosexualidad. Sin embargo, considera que esto no cambió en nada su transitar social. “No me rodeé de un ambiente gay, seguí con mi grupo de siempre y mi familia siempre me brindó apoyo y contención. Pero cuando llegué a Buenos Aires, mis grandes amigos fueron una pareja homosexual. En realidad yo era amigo de uno de los chicos, y por consecuencia terminé siendo unido también con su novio. Solo éramos amigos” recordó. La cercanía con esta pareja, es lo que acercó a Martín por primera vez el Sida de cerca. “Yo veía que tomaban un coctel diario de pastillas, pero no me decían por qué. Investigué y descubrí que era un tratamiento para el VIH. En una oportunidad ellos dos se pelearon y el que era mi amigo inicialmente, me dijo que su pareja nunca le iba a perdonar el hecho de que le había contagiado VIH”.

Un par de años después, el tucumano regresó a estas tierras del azúcar. Considerando que en ese tiempo todavía no se utilizaba Facebook, y que solamente era posible comunicarse a través de llamadas o mensajes de texto, la relación con los chicos se fue diluyendo. Alrededor del año 2008, Martín recibió la llamada de quien era la pareja de su amigo, con la confirmación más dolorosa: la muerte había tocado a su puerta.

“Para mí ese siempre iba a ser su destino. Cuando me contó que tenía VIH, dentro mío yo sabía que algún día iba a recibir el llamado para informarme que se había muerto, así que no me extrañó, aunque me entristeció muchísimo”.

“A mí eso no me va a pasar”

“El peor pensamiento que pude tener y que es el que tienen la mayoría de los contagiados que yo conozco, es el de que ‘a mí eso no me va a pasar’” opina el tucumano. Hace algunos días, el mundo atravesó un nuevo Día Mundial de Respuesta al VIH. Esta jornada se utiliza para hablar sobre la enfermedad, para concientizar y para quitar el estigma que –pese a los años que llevamos viviendo esta pandemia- continúa pesando sobre quienes viven con la misma.

“Tuve tres parejas en serio cuando regresé a Tucumán. Una de estas parejas, me fue infiel. Yo lo perdoné pero me hice el test de VIH primero, nos lo hicimos los dos y nos dio negativo. Me acuerdo que me calmé y dije ‘bueno, ya no me voy a contagiar’. Al poco tiempo me volvió a ser infiel, me separé y me enteré de que en realidad me había engañado con una gran cantidad de gente, básicamente se acostaba con medio mundo. Yo empecé a vivir más en la noche, tenía mi emprendimiento de decoración de eventos al que le iba muy bien, tenía dinero, me metí de lleno en esa vida nocturna y me iba a Buenos Aires constantemente, fui a todas las fiestas electrónicas grandes que había y también empecé a viajar a distintos países. En este descontrol que empecé a atravesar, no solamente que me metí en todo tipo de drogas, sino que viví también muchas experiencias sexuales que antes no había atravesado. Entre esas salidas a las fiestas electrónicas, por ejemplo, terminé una vez en una borrachera teniendo sexo sin protección por pedido de esa otra persona. Otra vez terminé en una orgía de 17 personas en Buenos Aires. Así vivía… y un día los síntomas empezaron a aparecer”, recordó.

“Yo en Tucumán seguía con mis grupos de amigos de siempre. Una vez fui al río con los changos en verano, me acuerdo que miraba el cielo y veía como un humito negro en mi mirada. Luego supe que eso es un síntoma de una enfermedad oportunista que ingresa al cuerpo cuando tenés SIDA, una de las tantas que se aprovechan de la condición de tu cuerpo”.

En esos tiempos, Martín se mudó con su hermana y su hermano a un departamento. Todos los días debía subir y bajar escaleras, notando que el aire ingresaba con cada vez mayor dificultad en su cuerpo: “Una de esas veces me desvanecí. Por suerte, estaba mi hermana. Me llevaron al hospital y por reglamento general me hicieron el test ELISA y me salió positivo. Tenía VIH y me enteré así, con toda mi familia, internado. Me llevaron al hospital de Concepción y yo desde la habitación podía escuchar a mi mamá llorando con mi tía. Me acuerdo que decía ‘Mi hijo se va a morir’ y lloraba. Yo estaba como fuera de mi cuerpo, estaba ido, enojado, triste, deprimido. No lo quería ni lo podía creer. Tenía tanta vergüenza”.

Sin embargo, el tiempo para la vergüenza no fue posible de procesar ya que lo primordial era salvar la vida del joven decorador, que tenía un conteo de CD4 de alrededor de 84, un número que tiene un retorno casi imposible a la vida. “Me salvaron, fueron muchísimos meses y luego tres meses más de un tratamiento diario parecido a la diálisis. Por un tiempo fue difícil pero volví a sentirme bien. Entonces ya tenía un trabajo en el Estado, sumado a mi emprendimiento que seguía en pie… me encontraba con dinero, con buena salud, y me volví a sentir invencible. Llegué a tirar las pastillas a la basura, no quería que nadie las vea. Me sentía como ‘si no las veo no estoy enfermo’. Fue un grave error. Me dediqué otra vez a salir, a las drogas, a la noche, conocí no sé cuántos países y para nada, porque no me acuerdo mucho ya que solo me importaban las drogas nuevas que ofrecían ahí. Quiero aclarar que, de todas maneras, yo siempre fui cuidadoso, nunca quise contagiar a nadie y yo hace mucho que estoy no detectable. Sin embargo, arruiné una hermosa relación de amor que tuve con alguien que amé muchísimo porque no quise contarle que tenía VIH, a pesar de ser no detectable, de no contagiar. Nunca comprenderé porque no se lo dije” confesó.

Una tarde de sábado, miles de agujas se clavaron en las plantas de los pies de Martín. La internación llevó a un inmediato diagnóstico de trombosis. Tres meses en coma y una pierna a punto de ser amputada. Un avión sanitario listo para el despegue y una nueva prueba que pesaba sobre su vida. Sin embargo, salió.

“Cuando acepté la enfermedad, mi vida cambió por completo”

“Pasé por varias etapas, negación, aceptación, negación de nuevo, son etapas comunes que nadie sabe bien cómo las va a transitar. Faltaba poner de mi parte” reflexiona el tucumano de 44 años al día de hoy.

“Quiero aclarar que el sistema de salud público tiene muy buenos médicos. Yo estuve trabajando en la parte de protocolo y ceremonial del Estado, me acuerdo que no me caía muy en gracia el doctor Juan Manzur cuando era gobernador, pero un día también cambié mi percepción cuando me di cuenta lo eficiente que es el sistema de salud para las personas con VIH y nuestro tratamiento gratuito y siempre disponible, fundamentalmente gracias a la gran gestión que él había hecho cuando fue ministro de salud de Cristina. Mi trombosis, por ejemplo, me costó unos 3000 pesos, cuando en particular me habría costado unos 400 mil en esa época, un número tremendo. Cuando decían que Macri iba a sacar el tratamiento, algo que finalmente era mentira, sufría muchísimo. Más allá de lo que yo pensaba y de cosas que sostengo, no voy a negar que la salud pública para mí y para quienes tienen esta enfermedad, funciona muy bien. Cuando habilité la obra social es cuando empecé a sufrir, estuve tres meses sin medicamentos”.

“Hablaron de mi diciendo que soy un puto sidoso sin saber que yo estaba presente”

Poco antes de los años de pandemia, el tucumano se metió de lleno con el fanatismo del fútbol. Comenzó a frecuentar nuevos grupos de amigos, fundamentalmente chicos de ese ambiente futbolero. En una de esas juntadas, escuchó a una persona que no lo conocía físicamente hablar de él: “Estaba diciendo que yo era un puto sidoso. Yo me presenté y le dije que era de mí de quien estaba hablando. Nadie sabía dónde meterse. No quiero culpar al ambiente futbolero por tanto prejuicio, pero si culparé a la ignorancia”.

Actualmente, el círculo cercano de Martín sabe que vive con VIH: “Soy de Monteros, un lugar chico, acá todos saben que tengo esta enfermedad, me acuerdo que se había esparcido el rumor y que un amigo vino de onda a preguntarme. Yo se lo negué enojado. Hoy en día doy la cara, no me da vergüenza. Busco mis medicamentos de aquí, y vivo con esto. Los que me quieren no me juzgan, y si alguien me juzgó ya no está en mi vida, decidieron alejarse. Se de gente que no se quiso meter a una pileta o tomar un mate conmigo, duele muchísimo, pero así también me pasa con personas como mi amiga Pau que se lo tomaron como si nada, no cambiaron en nada conmigo. Quiero aclarar algo, conozco ya a mucha gente con esta enfermedad. Y la verdad, la gran mayoría no son personas gays. Es decir, yo creo que al estar tan estigmatizado esto como que nosotros somos los que más portamos, los gays somos también los que más nos cuidamos. En cambio, hay familias heterosexuales donde el papá, la mamá y el  bebé tienen VIH. Con esto quiero decir que mi consejo para todo el mundo es que siempre pero siempre se cuiden, no tiene nada que ver con la orientación sexual”.

La pandemia por VIH está presente hace muchos años, y uno de los objetivos de la agenda mundial 2030 es ponerle fin. En la última década, lo avances científicos para tratar esta enfermedad han sido inigualables y han avanzado a pasos agigantados. Inclusive, ahora hay un tratamiento que en Buenos Aires ya es furor y que en las provincias del interior se va implementando poco a poco: el PrEP y el PEP.

El PrEP (Profilaxis preexposition) es el uso de medicación (una pastilla por día) en personas sin VIH, antes de una exposición para disminuir el riesgo de infección.

El PEP, es el uso de medicación en personas sin VIH, luego de una exposición (por ejemplo si se rompió el preservativo, se salió o no se usó) para disminuir la posibilidad de infección. Para que sea efectiva, debe iniciarse cuanto antes y como máximo dentro de las 72 horas posteriores a la exposición. Debe utilizarse solamente en situaciones de emergencia.

Este tratamiento se convirtió en la opción más segura para prevenir el VIH en caso de que la profilaxis falle, y está incluido dentro del programa de prevención, diagnóstico y tratamiento del VIH-SIDA del Ministerio de Salud de la Nación, junto con el preservativo peneano y vaginal.

Si tenés dudas o estuviste en riesgo, podés dirigirte al hospital más cercano o al CEPAT, en Muñecas 2550.