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Pedro Noli: "La obra Barrio Viajantes se parece a cuando juntás las mesas en la calle con los vecinos para celebrar"

CULTURA

El escritor y periodista tucumano saca boleto capicúa para un viaje a la infancia. Este jueves debuta con su primera obra de teatro con sala llena confirmada en La Colorida y hay más: "Hasta el detalle de los picos donde cargabas las bombuchas está presente".

Pedro, el primer niño de rojo, el Negrito Pelé con un vaso invisible de Pepsi y todos los amigos del barrio Viajantes sonrientes.





Faltan dos días para el estreno en Tucumán y a Pedro Noli le acaban de cancelar el vuelo en Buenos Aires y lo mandaron a un hotel del microcentro: “Se llama hotel Shilton, o algo así. Como el Hilton con S o el arquero de los ingleses, pero no”.

Varado en el hotel Sheltown, Pedro Noli aprovecha las tres horas que tendrá hasta embarcarse en uno de sus sueños hechos realidad: venir a su provincia para el sensacional estreno a sala llena de Barrio Viajantes, la obra de teatro que este jueves sale a escena en La Colorida.

Detalles del destino que marcan la vida del autor, como una mano de Dios le metió al cajón de los recuerdos, al archivo emotivo de su infancia en los 90 y para así narrar en primera persona un viaje único que no se cancela por mal tiempo ni paro, esos dramas de la adultez.

“Acá estoy en el hotel repasando la obra completa. Me gusta así: repasar la obra completa, sentirla de nuevo y toda concatenada porque así aparecen pastillitas que se conectan después. Este es un momento de reconexión y que me permite disfrutar de lo que sigue apareciendo: a cada instante aparece un detalle más, una capa nueva de contenido”, le cuenta a eltucumano este artista de la palabra insaciable, tan insaciable como aquel niño con la pelota en la calle hasta que su mamá Luci lo llamara a comer.

“Es una obra que empezó con esa concatenación de hechos fresquitos de la infancia. Un día me encontré hablando sobre la esquina de mi amigo El Negro Pelé, después recordé los videojuegos del barrio, ahí apareció otro detalle, después surgieron las historias de carnaval, el detalle de los picos donde uno cargaba las bombuchas, de los caños con el pico más ancho que las rompía y de los caños con el pico más finito de cobre ideal para llenarla de agua y salir a jugar. Son puertas de acceso a ese mundo maravilloso de la infancia que vivimos en Tucumán, en el barrio Viajantes”, explica Pedro.

La obra está estructurada en puntos neurálgicos, emotivos y geográficos de uno de los barrios marcados por la clase media laburante con identidad propia y una calidez que no se encuentra en la Yerba Buena más pudiente. Es una obra atravesada por los cumpleaños en las casas, por el chocolate, por la piñata, por jugar a la pelota en Campo Norte hasta la noche, por el cine y por el momento más esperado, el que inmortalizaba todo ese día: la foto colectiva de cumpleaños.

“He marcado cuatro puntos estructurales y geográficos como la esquina, algunas cuadras, la pelota presente siempre, los partidos con otros chicos que al fin de cuenta hacían lo mismo que nosotros, el histórico Campito Norte donde los chicos del barrio jugaban hasta que el gobierno se lo donó a Tucumán Rugby, otro plano adentro de mi casa, los bailecitos, y después el relato íntimo: los dibujitos en la tele, el Renault 12 de mi viejo, la pelota hasta que se rompía, peladita, con el pupo al aire hasta que pasaba Fafá y la arreglaba”. 

Aumentada, enriquecida, ampliada e inspirada en una polaroid del pequeño Peri que ilustra una miscelánea para el taller Mandarinas bajo el sol creado junto a Victoria Daona, la obra Barrio Viajantes es un ida y vuelta constante al recuerdo vivo, al aroma a tierra, a pasto, a cohete, a Taclín y a mandarinas, claro. “Sistematizar al barrio Viajantes a través de esta obra ha sido un proceso maravilloso. Juntarme con mis amigos para contarles que estaba escribiendo una obra y que me dijeran: ‘Eh, ¿te acordás cuando nos íbamos a dedo a jugar a San Martín?’. Y que otro agregue: ‘Y que un día nos llevó Spontón (ex delantero) en el auto?’. Esas son las capas de las que te hablo, esas son las capas que se van liberando, inclusive en este momento que estoy hablando”.

Buscador permanente, el proceso creativo del escritor Pedro lo ha llevado a resignificar la potencia visual y afectiva de las imágenes a través de la fotografía fija y de la fotografía en movimiento: “Para la construcción de esta obra, empecé a buscar fotos en mi casa, en la de mi vieja, luego en las madres de mis amigos, y la mayoría son de cumpleaños o comuniones que es cuando se sacaban fotos antes y la mayoría son fotos colectivas para aprovechar las 24 o 36 fotos que venían en el rollo sacadas por un adulto, pero también aparecen fotografías que sacamos los mismos niños que tienen un valor riquísimo. Los niños manoteábamos una cámara y nos íbamos a sacar fotos a la calle. Era hermoso”.

Con objetos de la época que han formado parte de aquellos años felices, con relatos, canciones, y acciones, Barrio Viajantes forma parte del teatro bio-documental y ha sido escrito a partir de elementos no ficcionales que explica como un guiño del azar mucho del camino que une a este Pedro Noli adulto en un hotel a la espera del vuelo que lo regrese a Tucumán y a aquel Pedro niño todo agitado después de jugar a la pelota y ya sentado en el piso con los amigos para el momento de ver la película, de ver Superman, del cine en el comedor de la casa, gracias al proyector 8 milímetros de su viejo Daniel.

“Lo que pasó con el proyector de mi viejo marca a las claras que hay un camino de búsqueda y reconstrucción que tiene la obra. Hay una situación con el proyector de 8mm que es lo que llamamos ‘el desborde de la obra’ y son las cosas que van pasando en paralelo. En este camino de búsqueda aparece el proyector de 8mm que tenía mi viejo y que durante 30 años estuvo sin funcionar. Lo encontré y lo hice activar. Averigüé dónde se lo arreglaba, lo llevé hasta Buenos Aires y justo coincidió que el hombre lo recibía en un sucuchito a la vuelta de la casa donde vivimos en Buenos Aires. Llegué caminando y me encontré con un hombre grande que también entró en sintonía con esta obra como mucha gente. El rescate de la obra supera al valor económico. Al rescate de esas memorias, de la memoria emotiva que nada tiene que ver con la memoria fáctica sino con lo emotivo que nos llegó, a ese rescate es adonde la obra intenta acercarse”.

Re manija, muy feliz, ensayando todo el tiempo que puede, memorizando solo, Pedro Noli ya palpita su primera experiencia teatral con el acompañamiento de la Jo Medina, de Torpedo Soria, de Lupe Valenzuela, de la gente de La Colorida, de un financiamiento del Instituto Nacional de las Artes, la obra no se ha estrenado y ya ha generado una inmensa expectativa en el público: “Tenemos cuatro salas llenas y estamos viendo la posibilidad de hacer una quinta función. Acá hay mucho amor, mucho amor por el barrio, mucha gente del barrio la quiere ver, hay mucha gente que no conozco y a la que se las invita a compartir este momento. Es como una bienvenida que se la daba a una familia en el barrio, como cuando sacabas la mesa para sumar a una familia juntándose al lado del otro para celebrar. La obra tiene ese espíritu, esa esencia: quiero que sea una obra de la comunidad, de la apropiación del espacio público y que nos invite a salir a la calle, lejos de tanto encierro. Quiero reivindicar todo eso. Por ahí quedan un par de entradas. ¡Los espero!”.



Pedrito con el Negrito Pelé y los amigos del Viajantes:


Pedro de los barrios y teatros como patios, por Diego Aráoz y Majo Valdez: