"G": la letra y el misterio que rodea al templo secreto de los masones en pleno centro de Tucumán
Queda en 9 de Julio al 300, entre General Paz y Las Piedras. Muchísimos tucumanos y tucumanas pasan por ahí y se preguntan qué sucede puertas adentro de esa fachada con columnas amarillas y qué hay adentro. Pasen y vean. VIDEO | Por Gabriela Neme
Casa Masónica de Tucumán. Fotos: Gabriela Neme.
La arquitectura no solo es el arte de componer formas para crear espacios como soporte de las necesidades humanas que están en permanente transformación, sino que también cumple un rol de comunicación: nos habla de identidades, idiosincrasias, pensamientos, historias y es capaz de despertar todo tipo de emociones, incluso intriga y misterio. Esas sensaciones son las que provoca la Casa Masónica de Tucumán, al transitar por su fachada cargada de simbologías que invitan a desentrañar los mensajes ocultos de su filosofía milenaria.
Se estima que la masonería llegó a nuestra provincia a fines del Siglo XIX de la mano de los ingleses que venían a trabajar en los ingenios azucareros. Su sede se sitúa, desde el año 1880, en calle 9 de julio n°369 del mágico barrio sur tucumano. Desde entonces se inicia la obra filantrópica de los masones en Tucumán, con tareas como la asistencia a los enfermos de cólera en 1886 o a los heridos de la Revolución de 1893. Se mantuvo activa hasta la época del proceso militar con un impasse hasta el año 2005 aproximadamente. El 9 de julio de 2020, la “Centenaria y Capitular Logia Masónica Estrella de Tucumán Nº71”, nombre original inscripto en su fachada, acogió en su interior al Museo Casa Masónica de Tucumán. En la actualidad cuenta con 200 miembros, en su mayoría hombres, según indica su presidente Ezequiel Vides Almonacid.
El eje central es la filantropía y su objetivo final es formar líderes dentro de la sociedad, quienes aporten, desde su rol personal, al mejoramiento de los ambientes en los que se desenvuelven (familia, amigos, trabajo, país, fe y fraternidad), con valores éticos representativos de “hombres libres y de buenas costumbres”, según sostienen. Todas las profesiones, todas las creencias religiosas y políticas tienen cabida al prevalecer en su espíritu la tolerancia y el respeto hacia la diversidad de opiniones. Por esto es que sus miembros se dirigen a “El gran arquitecto del universo” que para algunos representa la razón, y para otros la naturaleza, Dios o su creencia, al buscar la universalidad.
Masón viene del francés maçon que significa constructor o albañil, ya que sus orígenes se remontan a la edad medieval, con la agrupación de los trabajadores de las canteras. Más tarde, hacia fines del Siglo XVII y principios del XVIII, se expande hacia todos los hombres que quieran formar parte.
Se dice que la masonería es la primera y más grande organización fraternal del mundo. Entre sus miembros se destacan los precursores de la Revolución Francesa y de la Revolución Norteamericana; figuras como Simón Bolívar, José de San Martin, Domingo Faustino Sarmiento y Leandro Alem; personajes ilustres de nuestra historia como los congresales de la independencia, Julio Prebisch, Miguel Lillo, Celedonio Gutiérrez, Bernardo de Monteagudo, Lucas Córdoba así como hombres involucrados en la creación de la Universidad Nacional de Tucumán, los talleres de Tafí Viejo, los colegios profesionales, la creación del Registro Nacional de Personas, entre otros.
La simbología masona se vale de metáforas de la geometría, albañilería y arquitectura, y se plasmó tanto en la fachada como en el interior de la Casa proyectada por el Arquitecto Manuel Graña (según se presume de las planimetrías originales). El lenguaje arquitectónico elegido fue neoclásico con elementos manieristas presentes en su doble fachada que implícitamente lleva a una doble lectura del frente. Se trata de un ejemplo único en la ciudad por su contenido simbólico: tres puertas, a las que se accede tras subir tres escalones; dos pares de columnas corintias pareadas que enmarcan el acceso central, simbolizan fuerza y establecimiento y son réplicas de las que flanqueaban la entrada al templo del Rey Salomón. Entre estas columnas se trazó un arco sobre la puerta principal que lleva el lema masón: “Ciencia, Justicia y Trabajo”, inspirado en los ideales de la ilustración: libertad, igualdad y fraternidad; debajo se ubica el triángulo equilátero o pirámide que contiene al ojo de la providencia, el que todo lo ve y representa la omnisciencia de Dios. En el remate del edificio se colocó una escultura, un arcano propio de la simbología masona, con una trompeta en su mano derecha que parece representar “El juicio”, un mundo oculto, misterioso y difícil de conocer.
En el interior de la Casa se encuentra el templo, lugar para las reuniones de los miembros de la logia, en donde se revelan otros símbolos como el logo con la escuadra y el compás, herramientas de precisión en la construcción y símbolos de la moralidad; la plomada y el nivel, símbolos de justicia y de la importancia de vivir de manera recta, mientras que el segundo recuerda la igualdad de todos los hombres. Sobre el altar flanqueado por dos pinturas murales pintadas por un miembro de la logia, se ubica la estrella que en el centro tiene la letra G, en referencia al “gran arquitecto del universo”.
Los colores de los muros también son simbólicos, como el blanco y negro de los pisos en damero, símbolo del bien y el mal; mientras que el azul y rojo son distintivos de los grados de los masones: aprendiz, compañero y Maestro, en los que se asciende según se obtienen conocimientos. La cuchara o paleta de albañil, que tiene como función esparcir el mortero, simboliza “cemento” del amor fraterno que une a una sociedad de amigos. Los sillares brutos y perfectos, uno tosco sacado de la cantera que representa al hombre básico y el otro pulido a través de las enseñanzas de la masonería. Entre muchos otros símbolos menos utilizados.
Por último, la vestimenta también encubre un simbolismo, como el uso de delantales durante las reuniones de la logia o en eventos públicos, que eran los protectores de trabajo de los canteros (que en el Medioevo intentaban proteger el hígado, órgano considerado vital).
La masonería no es un asunto secreto, como es la creencia del imaginario popular colectivo, sino que mantiene cierta discreción. Su sede es un edificio único en la ciudad y también forma parte de nuestro patrimonio, quizás muchas veces invisibilizado; sin embargo, según transmiten gran parte de sus miembros, están transitando una nueva etapa que busca la visibilización y mayor apertura hacia la sociedad, al convocar a nuevos miembros por sentir que están a la altura de los tiempos (aunque otros todavía se resisten). Las calles de barrio sur, y de nuestra ciudad, esconden todavía rincones poco explorados para muchos tucumanos, cargados de historias de misterio y hasta de significados esotéricos para poder adentrarse y explorarlos.
Así es el salón principal donde luce la letra G.
Las butacas son las originales del Cine Plaza (hoy Mercedes Sosa).