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"Sacame de acá, ayudame": los secretos de la amistad de Palito Ortega con Charly García

HISTORIAS ÍNTIMAS

En medio de su gira despedida, el artista y exgobernador tucumano hizo un repaso de su carrera y contó todo a diario Teleshow.





Mientras continúa con su gira de despedida, el artista reflexiona sobre la relación que puso fin a la gran brecha en la música nacional. Recuerda su llegada a Buenos Aires, la historia de amor con Evangelina Salazar y el papel fundamental de la familia en su vida.

"Durante más de 50 años, hemos llevado una vida de gitanos, viajando de un lado a otro con nuestra música", dice Palito Ortega mientras se dispone a repasar su trayectoria con Teleshow.

El próximo 21 de junio se presentará en el Luna Park en su gira de despedida, que se ha extendido constantemente debido a la demanda del público. Ese será el punto de partida de nuestra conversación. "Tengo en mi mente la primera vez que fui al Luna Park. Había un programa a principios de los años 60 llamado 'Escala musical', y me dijeron: 'Ven con tu guitarra, tal vez, si hay tiempo, te presentamos'. Me quedé cerca del escenario esperando a ser visto, pero al final no me presentaron", recuerda Palito.

El sueño persistió y el emblemático estadio se convirtió en testigo de muchos momentos memorables de su carrera. "Después de esa enorme ansia que tenía por subir al escenario y todo lo que vino después, incluyendo a Sinatra, en el Luna Park, ha pasado mucho tiempo. Pero el agua bajo el puente fue muy clara. Estoy infinitamente agradecido a la vida, a Dios y a la gente que me han dado la oportunidad de recorrer este largo camino con la música y tanta felicidad". Precisamente por eso, el nombre de la gira y de su último trabajo es "Gracias".

Ramón Ortega hizo de todo, incluyendo dirigir a artistas como Niní Marshal, Libertad Lamarque y el propio Luis Sandrini, a quienes idolatraba en su adolescencia en Tucumán. "Cuando fui a contratar a Luis Sandrini, le dije: 'Don Luis, yo lustraba zapatos en la puerta de un cine y con las primeras monedas descubrí su película 'Cuando los duendes cazan perdices', en blanco y negro'. Creo que eso lo conmovió, me miró y me dijo: '¿Por qué no, pibe? Vamos a hacer la película, quiero que me dirijas'".

—¿Le agradeces también a ese niño que se atrevió a soñar y venir a Buenos Aires? —Sí, pero sobre todo le agradezco a Dios, porque llegué a Buenos Aires con 16 años cumplidos. Las tentaciones eran muchas. Bajé del tren y me quedé parado en la estación de Retiro, preguntándome: "¿Hacia dónde voy?". Subí a un tranvía sin saber a dónde me llevaba. Ese fue el inicio de mi historia en Buenos Aires.

—Tu padre te dio un consejo, un pedido. —Sí. Puso su mano en mi hombro y me dijo: "Mira, hijo, te dejo ir, sabes cómo quiero que te comportes. Lo único que te pido es que te portes bien, que te cuides, porque no quiero tener que caminar por este pueblo con la cabeza gacha debido a algún problema que tengas en Buenos Aires en el futuro". Yo estaba aquí y pensaba: "Que mi padre camine con la cabeza gacha por mi culpa...". Me recorría un escalofrío porque lo quería y respetaba mucho.

—¿Ese mensaje de tu padre apareció cuando tuviste que enfrentar toda la situación con Frank Sinatra y decidiste honrar tus deudas a pesar de todo lo que eso implicaba? —Sí. Ya tenía una conducta de vida y si me hubiera ido bien, podría haber ganado 2 millones de dólares, pero las cosas salieron mal y perdí (risas). Cuando él (Sinatra) se fue, en nuestro último abrazo, me dijo: "Sé todo lo que te ha pasado". También me dijo: "Lo único que quiero que tengas en cuenta es que si alguna vez vas a Estados Unidos y necesitas una garantía, no dudes en llamarme". Y yo fui, pagué todas mis deudas, trabajé, trabajé, trabajé. Pagué todo y cuando terminé, le dije a Evangelina: "¡Vámonos!", y nos fuimos a Estados Unidos. Lo llamé y me atendió uno de sus abogados. Me dijo: "Dame dos días, voy a hablar con el señor Sinatra". Y a los dos, tres días, venían representantes de bancos que yo ni conocía a ofrecerme crédito. Monté mi propia productora basándome en todas las ofertas que me llegaban. En otras palabras, Sinatra no solo tuvo el gesto de decirme cuando se fue "sé todo lo que te ha pasado", sino que también cumplió. Tuve la suerte de tener éxito con Olmedo y "No toca botón", y llevé todos los programas. Después llevé a Alberto a Estados Unidos. Tuve mucha, mucha suerte. Llevé todas las películas argentinas, vendí todas las películas a los canales latinos. Luego me fui a México, tuve una entrevista con el zar de la televisión, el señor (Emilio) Azcárraga. Le vendí telenovelas. Poco tiempo después, volví a levantarme. Construí mi casa allí, los niños comenzaron a crecer. En resumen, reconstruí mi vida.

El pilar de la familia fue Evangelina, al punto que si alguien tiene que pelear por mí, lo harán, pero si alguien tiene que pelear por la madre, te matarán.

—Sabemos de tu experiencia, cuando ves espectáculos que se están preparando para fin de año, en un momento en el país con una moneda tan inestable, ¿te acuerdas de lo que viviste? ¿Qué piensas? —Es un agradecimiento profundo a Dios. Cuando era niño, fui monaguillo y planeaba seguir una carrera sacerdotal, quería ser sacerdote. Mi padre se asustó y no me dejó ir. Los sacerdotes misioneros que visitaban el pueblo querían llevarme a un seminario en Córdoba. Siempre digo: Bergoglio no estaría ahí, estaría yo (risas); sería el Papa. Me gusta progresar. Me gusta renovarme. Me gusta adentrarme. No me quedo estancado en la capilla. No sé si me hubiera conformado. Si Jesús se hubiera quedado en una capilla, no habría salido a predicar como lo hizo.

—¿Sientes que hoy existe una cultura del trabajo? —Creo que sí, creo que sí. Lo que no sé es si el mercado está ofreciendo oportunidades. Antes, la gente que llegaba del interior tenía muchas posibilidades de encontrar trabajo aquí. Los provincianos llegaban a fines de los años 50 con un gran entusiasmo al no tener oportunidades en los pueblos. Hoy en día, no sé qué podrían hacer.

—¿Cómo te sientes al saber que tus canciones suenan en todas las fiestas, acompañando momentos especiales? —Todos los artistas, aunque tal vez no lo admitan completamente, trabajamos para eso. Si no llegas a la gente, tu trabajo queda estancado.

—Incluso aquellos que no eran fanáticos de tu música en su generación, te has convertido en uno de sus artistas favoritos por haber ayudado a Charly García. —Mi relación con Charly fue muy curiosa. Cuando surgió el movimiento del rock, hubo fricciones con "El club del clan". Nosotros éramos los cantantes populares y el rock era un movimiento nuevo que nos criticaba bastante.

Conocí a un Charly García que muchas personas no conocieron.

—La grieta musical de aquel momento. —Sí, pero curiosamente eso se superó. Conocí a Charly por primera vez en un tribunal, porque Charly había dicho algo y se formó un gran alboroto. Sus abogados en ese momento lo hicieron citar. Lo obligaron a retractarse. Él estaba pasando por un momento difícil. Fui a visitarlo y se levantó de su cama y me dijo: "Sácame de aquí, ayúdame, sácame de aquí". Ahí comenzó nuestra relación. Nos fuimos a Luján, estuvimos un año juntos. Un año viviendo allí, todos los días, y nació una relación en la que sé que si mañana estoy en Sudáfrica y necesito que Charly venga, él vendrá. Y lo mismo sucede de mi parte. Él sabe que si me llama porque necesita algo, estaré a su lado. Esa es la relación que se establece en un momento determinado donde no hay otro valor más que el afecto. Él es un genio, un músico extraordinario.