Top

Travesía europea

CRÓNICAS DE ALLÁ

Yosué Hatim es alumno de la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia de la UNT. Nació el 10 de enero de 2006 en la provincia de Tucumán, donde reside. Actualmente cursa el 6º año de la carrera de Técnico Agropecuario. Y en esta crónica cuenta todo lo que vivió.

Yosué.





Yosué Hatim es alumno de la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia de la UNT. Nació el 10 de enero de 2006 en la provincia de Tucumán, donde reside. Actualmente cursa el 6º año de la carrera de Técnico Agropecuario. 

En el 2022 una experiencia sin precedente cambió el rumbo de su vida cotidiana cuando, después de haber estudiado Francés durante mucho tiempo, pudo acceder a un intercambio cultural en Bourges, Francia, con un compañero, Augusto Díaz Monje, alias “Caku” y la docente que vehiculizó el proyecto, la Ingeniera Carolina Legorburu, actual directora de la Institución. 

El intercambio vigente nuclea a las escuelas de formación Agropecuaria de Argentina y Francia. Para obtener la beca, estudiar el idioma y contar con un promedio destacado son algunos de los requisitos. Este año, la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia recibirá a un estudiante y dos docentes franceses con el objetivo de fomentar lazos internacionales orientados al Área Agrícola y Pecuaria.

En el marco de una tarea de Lengua y Literatura, a los estudiantes de 5º TA 2022 se les asignó una consigna: escribir una crónica o un perfil de algún tema de interés. Yosué escribió esta travesía. Se sacó un 10, por supuesto, pero eso es lo menos importante de todo el asunto. 

Los invitamos a leer su experiencia en primera persona.

"Travesía europea”, por Yosué Hatim

El conocer el antiguo continente es algo muy deseado por la mayoría de las personas, visitar y caminar por las calles donde se filmaron tantas películas, sucedieron innumerables hechos desde el principio de los tiempos; estar parado donde se toman las fotos todos aquellos que cumplen con este cometido de conocer el  ”primer mundo”, cruzar el Sena para llegar a los jardines desde donde ver esa tela de araña construida por vigas de hierro, estar sobre las arenas del anfiteatro más conocido de occidente, pasar por debajo del arco que se construyó para conmemorar el triunfo en Austerlitz, ver las pirámides cristalinas y tantas otras cosas que hipnotizan a los turistas. Esto es lo que se le viene a la mayoría de las personas cuando se les plantea la posibilidad de viajar a Europa. Este no fue mi caso. Si bien no me parecía menor la posibilidad de conocer estos monumentos y hasta se me atravesó la vaga idea de un cruce fortuito con el astro argentino de fútbol, al igual que a todos los presentes en ese módulo aquella tarde, esta historia tiene otros orígenes. 

 Esta travesía comienza un martes de agosto por la tarde, en aquel módulo amarillo donde pasábamos la mayor parte de nuestros días. Mi año, al igual que el de todos, ya no iba a quedar como un número más a la hora de referir nuestra edad; ese 2021 ya nos había entregado muchos momentos de felicidad, angustia, desesperación, debido a aquel “bicho” como algunos lo llamaban. Ese “bicho”, culpable de comenzar la pandemia mundial, ya estaba quedando en el pasado y nuestras vidas se estaban por comenzar a volver monótonas y rutinarias como lo habían sabido ser, pero este año todavía tenía un as bajo sus cortas mangas y esa tarde lo arrojó sobre la mesa. La Legor -como le solíamos decir a nuestra profesora y actual directora- entró al cuadrado amarillo y nos expuso esta hermosa posibilidad de viajar a la capital de la moda, conocer la ciudad de la luz, pero con un aspecto más técnico como nos gusta decirle. Este viaje tenía sus cimientos en un convenio con un Liceo agrícola de Bourges, que relacionaba a 12 escuelas agrícolas de la Argentina con un Liceo francés, a fin de conocer cómo son las características productivas en ambos países: eso que solemos conocer como un intercambio cultural, técnico y todos los aspectos que se le puedan encontrar. Sin embargo, este viaje presenta un muro tan claro y macizo como el de Berlín: el idioma. El francés no es algo que se enseñe comúnmente en una escuela agrícola, por ello el viaje era algo deseado por muchos, pero al que no todos podían acceder. El viaje era el laurel que se pondría en las cabezas de aquellas personas que lograran el cometido de poder comunicarse en este nuevo idioma, desafiante para la mayoría. 

Una vez sobre la mesa esta propuesta, había que decidir dedicarle 2 horas semanales al estudio del francés para viajar a Europa; esta decisión, en caso de cualquier ser humano racional, sería una elección obvia, pero en el caso de un estudiante de la UNT, se trata de un giro radical. La carga horaria de un estudiante de 4to año del trayecto Técnico Agropecuario es de 33 horas siendo optimista, ya que como es una escuela lejana a la mayoría de las casas, el hecho de ir a esta allí es mucho más esfuerzo que el que implica asistir a cualquier otra institución. Por eso, teniendo tal carga horaria, el incrementar dos clases semanales para aprender un idioma nuevo era un inmenso sacrificio, ya que a eso se le sumaban tareas, responsabilidades, menos salidas, más tiempo dedicado a adquirir nuevos conocimientos, pero como dice el dicho, todo el que quiere celeste que le cueste.

 Al curso lo iniciaron muchos, con ansias, expectativas, entusiasmo, ilusiones, pero todos fueron cayendo como fichas afectadas por la inercia de un dominó, la perseverancia de unos cuantos fue la que mantuvieron el proyecto en pie. La época de los temidos T.E.I, esos trabajos escritos que son el cambio más rotundo para los alumnos que pasan de ciclo, el tener que integrar todo lo aprendido, buscar información, redactar, bosquejar e imaginar una producción para plantear y solucionar las problemáticas que se te presentan, fue el momento de quiebre para los últimos entusiastas que pretendían conocer a Ratatouille. De ahí en más, quedamos 3 mosqueteros, que enfrentamos la época de exámenes, continuando con clases en nuestros escasos momentos de descanso, y haciendo pocos recesos para poder estudiar y pasar de año. Terminada la época de exámenes entramos en las ansiadas vacaciones que en caso de no deber nada, son momentos de extrema relajación, pero para nosotros, los mosqueteros, este periodo de relajación duró menos que el del resto. Las clases rutinarias del francés volvieron antes del periodo lectivo, pero esta vez regresaron sin el mayor de sus incentivos, ya que el covid-19 amenazó la posibilidad de viajar. A pesar de esto, continuamos de manera estoica con las clases y sacrificando nuestros últimos días de receso. 

Entrado el año 2022, las clases se regularizaron y con ellas el curso de francés y sin importar que las posibilidades de viajar se hayan visto reducidas, continuamos asistiendo rigurosamente al curso, hasta que un día los eslabones se volvieron a unir y las cosas comenzaron a cerrarse. El día de la evaluación llegaba y uno de los candidatos a viajar se ofreció a pagar el costo del vuelo, dando la posibilidad a otro de los cándidos a obtener la beca. De los dos mosqueteros restantes, uno no había sabido cumplir los requisitos del curso y se le tuvo que anular la posibilidad de viajar. De esta forma quedamos los elegidos para cumplir el sueño de conocer el continente europeo y tuvimos que cumplir con realizar el examen meramente por formalidades burocráticas, pero a partir de ese momento se comenzaba a gestar un viaje que perdurará en la mente de quien escribe estas líneas y la de sus compañeros. 

Una vez confirmado el viaje debíamos comenzar a planificar nuestra estadía, ya que realizar el cruce de un océano tan ancho por tan solo dos semanas, nos parecía un desperdicio. Por ello, planteamos la posibilidad de quedarnos un periodo más prolongado, pero a costa nuestra. El planificar un viaje desde mi experiencia es algo muy tedioso, pero satisfactorio a la vez: el pequeño y último paso que faltaba para concretar el intercambio. 

Día 1

El 21 de mayo de 2022 salimos del Aeropuerto Benjamín Matienzo de San Miguel de Tucumán, Provincia de Tucumán, con destino a Buenos Aires. Salimos a las 16:45hs y fue la primera vez que Caku, mi co-equiper, y yo viajábamos en avión, acompañados por “la Legor”, con quien ya habíamos creado un vínculo mayor al de docente - alumno, algo más que obvio si pasaríamos alrededor de un mes juntos. Al despegar y sentir que todo ese esfuerzo y sacrificio no había sido en vano, ese empujón contra la butaca en el momento del despegue fue el sinónimo perfecto para definir el momento en el que sentí ese golpe de realidad. Llegamos a Aeroparque a las 18:30hs y al desembarcar nos dirigimos directamente al hotel que habíamos alquilado cerca de Ezeiza donde comimos y terminamos de alistar las cosas para el viaje.

Día 2 

Al levantarnos al día siguiente aprovechamos como debe ser el desayuno incluido del hotel, esos desayunos en los cuales no importa la combinación aberrante de alimentos que la gente se sirva en los platos, lo importante es actuar con normalidad frente al banquete. Habiendo desayunado restaban algunas horas todavía para el vuelo, por lo cual fuimos a ordenar todas las reservas de los hoteles que habíamos realizado. En este punto tuvimos el primero de los muchos sustos que nos dimos porque el hotel que habíamos pensado alquilar por AirBnB nunca había sido confirmado, por eso los tres nos pusimos en campaña de conseguir un lugar para dormir en Roma, a un costo accesible en una ubicación aceptable. Una vez que lo encontramos, lo alquilamos de manera abrupta para sacarnos esa angustia de encima y seguir con el disfrute del viaje, al concretar el pago del hotel salimos a conocer los alrededores del lugar para hacer tiempo, ya que el vuelo salía a las 16:30hs. Una vez que se acercó la hora del vuelo nos dirigimos al aeropuerto con un servicio gratuito de taxi que tenía el hotel y realizamos el check-in lo antes posible, debido a nuestra inexperiencia en vuelos y más internacionales, siempre buscamos manejarnos con un margen amplio de tiempo puesto que no queríamos ningún inconveniente extra.

Día 3

Llegamos a Frankfurt, Alemania, a las 11 a.m. del día siguiente. El cliché de que en cada avión hay bebés que lloran se confirmó con las 18 horas de viaje que pasamos arriba del Boeing 747 de Lufthansa; ese avión en el cual viajé, además de tener bebés que lloraban, tenía butacas más incomodas que las del 100 UNT. A pesar de ello, la comida fue bastante buena y la experiencia de cerrar los ojos y abrirlos en Alemania es algo que nunca voy a olvidar. Al llegar, realizamos el ingreso a la Unión Europea y nos dirigimos a la sala de espera, donde pasamos 4 horas aguardando nuestra escala, que nos llevaría a París, donde fue nuestro primer encuentro con Hélène, la persona encargada de nosotros en Bourges. El vuelo de Frankfurt a París duró escasas horas, pero el viaje de París a Bourges fue aniquilador, después de tantas horas de vuelo, escalas y espera en salas de butacas hostiles y con todo el equipaje. No veíamos la hora de ponernos en posición horizontal y apoyar nuestras cabezas en una almohada. Nuestra llegada a Bourges fue ya de noche directamente a la casa donde dormiríamos y que le pertenecía a la vice directora, ella pasaba solo la noche de los lunes allí, por lo cual ofreció su casa para que tengamos la mayor comodidad. Se presentó y nos enseñó el lugar, luego de eso nos fuimos a descansar así que el primer vistazo real de Francia sería al día siguiente, después de un descanso bien merecido. 

Día 4

El primer día, ya instalados en el Liceo, comenzó con el encuentro con dos de las personas que nos ayudaron durante toda nuestra estadía: Joao, un chico brasilero que estudiaba para ser ingeniero agrónomo y estaba en el liceo realizando una suerte de pasantía remunerada y Juan José, un colombiano que con ayuda de Hélène logró entrar a estudiar al Liceo francés. El mismo día, Hélène se encargó de prepararnos una recepción con un grupo de chicos que nos hicieron una presentación en PowerPoint sobre las tradiciones francesas y de la región tanto como las producciones; luego de esto nos hicieron conocer las instalaciones y por la tarde nos llevaron a un lago artificial que había en la ciudad donde ellos practicaban remo y nos hicieron participes de sus actividades. 

Día 5

Luego de haber hecho remo el primer día, quedamos exhaustos. Al día siguiente nuestro cronograma se basó en conocer el centro de la ciudad y los puntos turísticos junto a Joao y Hélène, que amistosamente nos presentó a su esposo Vicente y nos invitó a su casa a desayunar. La casa de Hélène formaba parte del casco histórico de la ciudad así que su arquitectura era bastante antigua y su patio colindaba con un muro de la época de los romanos, lo cual era bastante impactante. Cuando estábamos desayunando en su patio trasero apareció un amigo de Hélène, quien nos invitó por la tarde a recorrer los pantanos de Bourges. Luego de desayunar fuimos a recorrer la ciudad donde nos mostraron la catedral de Bourges la cual tiene peculiares toques en su fachada. Nos contaba el esposo de Hélène que los santos tallados en la fachada estaban decapitados desde la Revolución Francesas y en los toques de los tallados había cosas obscenas como traseros de niños hechos por los escultores, debido al arduo trabajo que se les exigía. Luego de esto fuimos a comer a una cadena de comida rápida- O´tacos - junto a Joao, Hélène, Vicente y algunos chicos del Liceo. Después de comer fuimos a los pantanos de Bourges con el amigo de Hélène. Estos pantanos son brazos de ríos sobre los cuales se construyeron islas donde los ciudadanos podían comprar terrenos y cultivar hortalizas. 

Día 6 

El tercer día de nuestra estadía en Bourges lo comenzamos en la casa del director, nos invitó a desayunar, fue muy hospitalario al igual que todos. Nos presentó a su hija y su esposa, junto a ellas, Joao y Juan José nos fuimos de visita el Castillo de Chambord, donde pasamos todo el día, además de conocer las salas del castillo y los jardines, almorzamos creps. Al terminar la visita regresamos al liceo para cocinarnos algo y descansar.

Día 7 

Hélène se ofreció a darnos un almuerzo en su casa, por la tarde recorrimos lo que nos faltaba de la ciudad, y después Vicente nos invitó a jugar al vóley junto a su hijo. Las canchas a las que nos invitó eran en la costa del lago en el cual hicimos remo el primer día. 

Día 8 

Por la mañana el director nos invitó a recorrer los pantanos, que habíamos recorrido con Hélène, pero esta vez fuimos guiados por un ex vice director del Liceo. Nos invitaron a cenar en un restaurante ubicado en el pantano, después de almorzar Joao nos propuso ir a patinar sobre hielo y antes de irnos de vuelta al Liceo compramos comida en el súper y regresamos a cenar. 

Día 9

Joao nos invitó a preparar comidas con plantas alimenticias no convencionales, las cuales se preparaban fritas y tenían gusto a pescado. Por la tarde plantamos unos papines en el jardín de la casa de la vice directora. A la hora de la cena, Clara una psicóloga del Liceo, nos invitó a cenar a su casa junto al director y a su esposo que había sido profesor en el Liceo: preparó una picada con comidas tradicionales y aprovechamos la situación para hablar sobre el sistema de estudio y las prácticas educativas en el Liceo. 

Día 10

Al levantarnos teníamos programada una visita a las explotaciones del Liceo junto a la encargada, quien nos guio y explicó las diferentes producciones que se llevaban a cabo en la institución, entre las cuales se encontraba la invernada de ganado vacuno, la explotación lechera de cabras, la producción de hortalizas y cultivo de grandes superficies de forrajes. Resultó fascinante ver las similitudes y diferencias en la producción Agropecuaria de Tucumán, Argentina, y de esa región de Francia. Hélène tenía que irse a un foro franco-chileno en el cual se hablaría sobre las bases de los intercambios y nos ofreció acompañarla. 

Día 11 

Pasamos todo el día en el foro hasta la hora del almuerzo; en este foro conocimos personas de todo el mundo que se dedicaban a fortalecer relaciones entre los países en torno a las instituciones agropecuarias. Por la tarde regresamos al Liceo a rencontrarnos con los chicos y Caku que había decidido quedarse en allí con ellos. 

Día 12 

De regreso en el Liceo asistimos a clases de maquinarias con los estudiantes de la institución, realizamos control de humedad en las pasturas y vimos la implantación de estas. Por la tarde fuimos a recorrer la ciudad junto a Joao. 

Día 13

Cada 3 años se realiza una exposición agropecuaria llamada “El salón de la hierba”, la misma se realiza en diferentes ubicaciones todos los años. Casualmente, como por arte de magia, en esa oportunidad la exposición se realizó a 30km del Liceo donde nos estábamos quedando y justo 3 días antes de nuestra partida. Pudimos ver demostraciones dinámicas de maquinarias para corte y henificación de pasturas, tecnología novedosa para detección de parto, control de H° en pasturas y muchas otras cosas aplicadas a nuestro campo de estudio. 

Día 14

Al levantarnos acudimos a clases de Biología y Física con los alumnos que nos realizaron la recepción; luego de almorzar con estos compañeros acudimos a una reserva donde el profesor encargado realizó un muestreo de Botánica sobre la flora natural de la reserva. De camino a esta reserva pasamos por el centro geográfico de Francia, donde hay una rotonda con un pequeño monumento que pudimos fotografiar de regreso al Liceo; una vez allí, comimos con nuestros amigos y nos fuimos a descansar. 

Día 15

Durante este fin de semana nos dirigimos a París; fuimos en tren desde Bourges hasta la Gare Austerlitz y desde allí caminamos hasta la Catedral de Notre Dame donde hay un paseo que muestra imágenes del proceso de restauración que está sufriendo la edificación post incendio. Caminamos a orillas del Sena hasta llegar al museo del Louvre donde había una inmensa cola por lo cual seguimos paseando por les Champs Elysées, para luego desviarnos hacia el monumento más icónico de París: la Tour Eiffel. Este primer día no subimos a la torre, pero sí aprovechamos para descansar en los campos con vistas hacia ella. Luego de descansar allí, nos dirigimos al Arco del Triunfo caminando. Una vez allí buscamos cómo llegar al departamento que habíamos alquilado en AirBnB mediante el sistema de subtes y colectivos. El mismo estaba en la defense, una zona de oficinas alejadas. Una vez en el departamento nos bañamos y descansamos para el día siguiente poder caminar lo máximo posible. 

Día 16

Al despertar al día siguiente nos dirigimos a la estación de la defense para tomar un metro hacia el palacio de Versalles donde visitamos sus jardines y por la tarde nos hicimos tiempo de subir a la Torre Eiffel. La cola a este monumento por lo general dura horas y no hay boletos para la cima, pero casualmente este día a esta hora en ese momento exacto la cola del ascensor era de 20 minutos y al llegar a la caja había boletos para la cima, como si los astros se alinearan, de este modo pudimos tener una de las mejores vistas de París. Regresamos al departamento felices. 

Día 17

El último día de este fin de semana en París visitamos la galería de Lafayette y recorrimos las calles parisinas hasta las 16hs que empezamos a encaminar la marcha hacia la Gare Austerlitz donde nuestro tren se retrasó de manera inesperada, por lo cual perdimos el ultimo autobús que nos llevaba hacia el Liceo. Debido a esto tuvimos que llamar a Hélène que nos buscó de la estación de tren de Bourges y nos llevó hasta el Liceo para descansar. 

Día 18

Uno de los cursos del Liceo tenía un campamento programado en una región cercana a Bourges donde se producían vinos y queso de cabra. Nos invitaron a pasar el día en este bello lugar donde realizamos una visita a un tambo de cabras y una caminata por los viñedos, terminamos exhausto y regresamos junto a Joao al Liceo para descansar y disfrutar de nuestra última noche en esa lugar que tan bien nos había recibido. 

Día 19

Durante la mañana realizamos labores de horticultura con un productor local que llevaba a cabo una producción de prueba en las instalaciones del Liceo, luego de trabajar con este productor nos volvimos a la casa a bañarnos para la fiesta que realizarían a la noche, para nuestra despedida y como fin del cursado. 

Día 20

La mañana posterior a la fiesta nos levantamos temprano para tomar el bus que nos llevaba del Liceo al centro de la ciudad, donde tomaríamos un Flexibus que nos llevaría a París, Massy, donde dejamos nuestras valijas para viajar más ligeros. Desde allí fuimos al aeropuerto de Orly desde donde salía nuestro vuelo a Roma. El departamento en Roma que habíamos conseguido en Buenos Aires lo alquilamos mal, ya que lo necesitábamos para junio y fue alquilado para julio, afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo y días antes conseguimos un buen departamento a escasas cuadras del Vaticano. 

Día 21

Una vez en Roma salimos a caminar y recorrer todas las calles viendo los monumentos que estudiamos en los libros de Historia. Fueron caminatas largas bajo el rayo del sol, pero el agua fresca que hay por toda la ciudad facilito los recorridos, pasamos todo el día caminando, hasta que empezó a oscurecer y volvimos al departamento a descansar. 

Día 22 

Al despertarnos fuimos de camino al anfiteatro donde contratamos un tour por el anfiteatro y el panteón romano, el guía era excepcional e hizo todo mucho más entretenido, después de los recorridos regresamos al departamento para descansar, y por la noche salimos a cenar pizza, el clásico italiano de las películas.  

Día 23

El ultimo día en Roma realizamos las visitas al Vaticano y al barrio de Trastevere. La visita al Vaticano también fue guiada y casualmente nos tocó con la misma persona que nos hizo el tour por el Coliseo, por ello también disfrutamos el recorrido, ya que el guía lo hacía entretenido y nos hacía ver cosas que uno normalmente no apreciaría. 

Día 24

Al día siguiente nuestro vuelo salía a la noche por lo cual aprovechamos al máximo el día recorriendo todo lo que no pudimos y comprando los recuerdos que cada uno deseaba llevarse. Plaza España o la estatua de Rómulo y Remo son alguno de los monumentos que nos quedaban en el tintero. Una vez completados los recorridos que nos faltaban regresamos al departamento para armar las valijas y salir al aeropuerto, donde tomaríamos nuestro vuelo para arribar a Barcelona a la madrugada del día siguiente. 

Día 25

Llegamos a la madrugada al hotel directo a dormir para el día siguiente salir a recorrer la ciudad. Comenzamos con la iglesia de la sagrada familia y continuamos con rumbo a la costa,  donde nos cruzamos con el teleférico que nos llevó a la cima de un monte con preciosas vistas, de regreso nos ubicamos en la playa a relajar un poco, pero al momento de regresar nos dimos cuenta de que eran grandes distancias para caminar todos los días por lo cual decidimos buscar lugares donde alquilar bicicletas y casualmente había uno frente al hotel así que el día siguiente buscaríamos alquilar una para maximizar el tiempo y los kilómetros recorridos.

Día 26

Al comenzar el día alquilamos unas bicicletas y fuimos a recorrer el Barrio Gótico, luego de esta visita nos fuimos a la Barceloneta y la recorrimos con las bicicletas buscando playas más vacías. Luego de estar un tiempo en el mar regresamos al hotel a descansar y por la noche salimos a comer tapas a un bar recomendado por el recepcionista que era un porteño con muy buena vibra. 

Día 27

El penúltimo día lo pasamos visitando el parque de Gaudí y regresando a la playa, ya que el mar era espléndido y el calor abrasador. Luego de estar en la playa volvimos al hotel a preparar las cosas para el regreso. 

Día 28

A estas alturas ya estábamos exhaustos y aun así, nos levantamos temprano para dirigirnos hacia el aeropuerto. Volvimos al aeropuerto de Orly en París y una vez llegamos a este nos dirigimos a Massy a buscar nuestras valijas para luego ir al departamento de Youseff que alquilamos para pasar los últimos 3 días en París. Una vez que llegamos al departamento nos quedamos allí.

Día 29

El penúltimo día en París debíamos cumplir una última tarea que nos quedó pendiente del fin de semana que habíamos pasado. No habíamos logrado ver la Torre Eiffel encendida y, estando en la luz de las luces, era una falta de respeto no ver esa belleza. Por esto salimos temprano a la mañana y nos dirigimos a Montmartre ya que tampoco lo habíamos podido visitar, desde allí caminamos hasta las galerías de Lafayette donde compramos los últimos souvenirs e hicimos tiempo hasta que se encendió la Torre. Una vez que cumplimos con nuestro deseado pendiente, nos dirigimos nuevamente al departamento a bañarnos y ordenar las cosas para el día siguiente no demorar en salir hacia el aeropuerto.  El sueño estaba llegando a su fin, como todo.

Día 30

Madrugamos y Youseff, la persona que nos hospedaba, se ofreció a encargarnos un transporte hacia el aeropuerto. Así se terminaba este viaje, y volviendo sobre nuestros pasos, realizamos la escala en Frankfurt, aquí tuvimos un momento de espera para salir en un avión hacia Argentina y llegando finalmente a Ezeiza desde donde volveríamos directamente hacia Tucumán donde ya nos esperaban nuestras familias. Pero nosotros, por esa fuerza inexplicable que tienen los viajes, ya no éramos los mismos.