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Cenas de egresados, bailes y casamientos hasta el fin: qué pasó con la Confitería del Lago

NUESTRO PATRIMONIO

Sorprendente por su forma, pronto se trasformó en algo más que en un edificio: una escultura urbana apropiada por los tucumanos como parte de sus vidas y afectos. ¿Fuiste alguna vez? ¿Te gustaría que vuelva? VIDEO | Por Gabriela Neme

Una belleza en pleno Parque 9 de Julio. Foto: colección Eduardo





La ex Confitería del Lago, hoy demolida, sigue fuertemente latente en la memoria colectiva de los tucumanos, recordada con nostalgia y cariño. Ubicada en el Parque 9 de julio, sobre la Av. Benjamín Aráoz y conectada con el Lago San Miguel a través de un puente, conformó un conjunto de gran atractivo desde el año 1961.

Sorprendente por su forma, pronto se trasformó en algo más que en un edificio: una escultura urbana apropiada por los tucumanos como parte de sus vidas y afectos. El gran valor arquitectónico de la Confitería quizás se explica en lo impactante de su forma: un paraboloide hiperbólico, resultado de una superficie curva resuelta con elementos lineales rectos y solo dos puntos de apoyo. Proyectado por el Ing. Ángel Manuel Gil junto a un volumen anexo diseñado por la Arq. Blanca “Chula” Saad, para el comedor. 

La arquitectura encarnada por la Confitería responde a una corriente denominada Formalismo, que estaba en boga en la época, y se caracteriza por el dinamismo de las envolventes, y el tratamiento libre y expresivo de las cubiertas y fachadas que adquieren formas novedosas, expresionistas y orgánicas. Son verdaderas esculturas en la ciudad y Tucumán tenía su representante al igual que en otros edificios en el mundo, diseñados por profesionales de la talla de Félix Candela en México o Pier Luigi Nervi en Italia.

Cuentan quienes tuvieron la oportunidad de presenciar el día de la inauguración de la Confitería, que fue celebrado con un gran evento y acompañado de una tormenta épica. Desde entonces se multiplicaron las anécdotas de los tucumanos que relatan con nostalgia el recuerdo de sus cenas de egresados, casamientos, bailes de carnaval. Lugar en donde las familias disfrutaron de comidas animadas por un mozo que se disfrazaba de payaso para entretener a los niños o podían deleitarse con las orquestas que allí tocaban. El paseo se completaba con una vuelta al lago en bote. Además, los recién casados iban a sacarse la clásica fotografía como recuerdo del día de su boda. 

Lamentablemente estos relatos quedaron en el recuerdo de los tucumanos, ya que el destino de la confitería quedó trunco. Pasado su momento de esplendor durante las décadas del ´60 al ´80, cayó en el deterioro y el abandono, hacía los años ’90, mientras que el Lago sufrió la contaminación de los desechos tirados por quienes lo frecuentaban.

En el año 2008, se decide desarmar los cerramientos de vidrio de la Confitería y conservar solo la estructura de la icónica cubierta, acaso como símbolo de lo que fue. Esta decisión se justificó en la aparente falta de interesados en su explotación y concesión, por los costos que significaría su restauración y puesta a punto. Años después, en el 2012, se manifestó la intención de recuperar la Confitería, sin embargo, una vez más la picota avanzó, dejando en su lugar un inmenso vacío. 

Sea cual fuere el futuro de la Confitería del Lago, tenemos la certeza de que su recuerdo se mantendrá vivo mientras esté en nuestra memoria como tucumanos.


Por Gabriela Neme, arquitecta y docente de la UNT