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Emocionante: las hermanas que quedaron unidas en la eternidad de los valles tucumanos

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La historia detrás de la tumba más vistosa de Colalao del Valle: Elva y Ñata fueron dos hermanas tucumanas de Gastona Norte que, pese a fallecer con 18 años de diferencia, gracias a su familia descansan juntas por y para siempre.





El ritual para despedir a un ser querido, es una costumbre que varía según el lugar del globo en el cual nos encontramos. En el caso de Tucumán, la costumbre es muy similar al resto del país: velatorio, acompañamiento, y cementerio. A partir de ahí, visitas en las fechas obligatorias o especiales, o en el momento que el corazón así lo requiera.

Sin embargo, para la tucumana María Isabel Díaz (Ñata), el paradigma de la muerte, particularmente de la suya, podía tener un toque diferente.

En el 2004, fallecían dos tucumanas nacidas en Gastona Norte, Elva y Olga, hermanas de María. Estas muertes, fueron un cimbronazo tan fuerte en su vida que nunca pudo recuperarse del todo: “Le afectó más que la muerte de mi viejo, tras la cual quedó viuda en el 85. Particularmente más por Elva, eran sumamente unidas desde chicas. Creo que la muerte de un hermano se debe sentir como la muerte de parte de tu historia” explica Humberto Salazar, hijo de María Isabel, para eltucumano.

Ñata en una de sus visitas habituales a la tumba de su hermana.

Elva Diaz era habitué de los Valles Calchaquíes, en donde vivía una de sus amigas. Por eso, al fallecer en el 2004, sus familiares cumplieron su deseo de descansar eternamente en el cementerio de Colalao del Valle, en una colina con vista al imponente paisaje de nuestro Tucumán, casi al limite con Salta. Humberto, su sobrino y también arquitecto, fue el encargado del diseño de la tumba, un diseño que terminó siendo de gran utilidad para toda la familia: “Cuando la diseñé hice una especie de pórtico blanco para ver el paisaje a través del mismo, esa era la intención de mi tía, conectarse con el paisaje, así que también diseñé un banquito al lado de la tumba para que se sienten mis tías y mi mamá cuando fueran, por un lado, porque eran señoras grandes y lo iban a necesitar, pero por otro lado, para que estén sentadas y tengan la sensación de que disfrutan del paisaje juntas” explicó.

Desde el 2004 en adelante, toda la familia de Elva tenía como parada obligada de su visita a los valles, el cementerio de Colalao: “Yendo a Cafayate, a Amaicha, a Tafí del Valle, toda la familia sabe que debe pasar a visitar a la tía Elva, y descansar un rato en el banquito”, explicó. “Mi mamá amaba esto de mezclar el deber con placer. Visitar a mi tía no era solo un deber, era un placer para todos, no pesaba, era hermoso. De todos los familiares que fallecieron y están en un cementerio, la tía Elva es la más visitada, pese a la lejanía de Colalao”, confesó.

Y así fue como la familia de María Isabel Díaz, siempre supo expresamente lo que debía hacer una vez que la muerte toque a su puerta: dejar sus restos descansando en Colalao del Valle, junto a su amada hermana Elva. En agosto del 2022, después de batallar con una tercera neumonía, y tras vivir desde hacía algunos años con fuertes dificultades óseas, auditivas y de visión –pero sin perder nunca la cordura-, Isabel dejaba este mundo terrenal.

A pesar de que contó con el tradicional velorio y la cremación (un deseo expresado en vida por ella misma), apenas la familia completa pudo juntarse en enero, decidieron mezclar el placer con el deber, y se aventuraron todos juntos a nuestros Valles Calchaquíes para cumplir el otro deseo explícito de Ñata, es decir, descansar junto a su hermana. Aquí, mientras se depositaron las cenizas de María Isabel a los pies de Elva, Juli, una de sus nietas e hija de Humberto, entonó las estrofas de la Zamba de los Relojes, ante la presencia de la emocionada familia que cumplía con el compromiso post-mortem de esta exdocente tucumana que falleció a los 92 años, para descansar finalmente junto a su hermana.

Vamos a ir a verlas con alegría, y probablemente llevemos a nuestro papá también a descansar al mismo cementerio, seguiremos pasando cada vez que vayamos a pasear a los cerros, una costumbre familiar que no se pierde y que conservamos con mucho amor” cerró Humberto.

Te dejamos a continuación el video del emotivo momento en el cual los restos de Ñata eran depositados junto a los de su adorada hermana, al ritmo de la voz de su nieta: