"No debíamos estar ahí": el campamento en El Naranjo que se transformó en una noche de terror
La historia de una tucumana que recuerda el terrorífico momento que vivió junto a sus padres y un grupo de amigos acampando en Burruyacú.
El Naranjo es una comuna que está ubicada en el Departamento Burruyacú. Este lugar, a la vera del río Calera, ofrece un paisaje sumamente hermoso para el disfrute de muchas personas que gustan de acampar, muy cerca de Villa Padre Monti.
Esta historia que seguramente te pondrá los pelos de puntos, fue relatada de manera anónima para Tucumán Paranormal, sucedió precisamente a un grupo de personas que estaban realizando un campamento: “Mi mamá y un grupo de amigos solían hacer trabajos espirituales para ayudar a las personas enfermas, generalmente para fechas como San Juan. Un día, el grupo de mayores (mi mamá y sus amigos) nos dicen que debíamos ir a un lugar donde podamos pasar el día, como para limpiar las malas energías, una convivencia al aire libre, simplemente en contacto con la naturaleza. Van ellos y nosotros (los hijos de cada familia, incluida yo)”, comenzó la historia.
“Fuimos a un lugar llamado El Naranjo, pasamos un hermoso día, había casas como a 3 km de dónde acampamos, la idea era pasar la noche y al siguiente día volver a casa, armamos la fogata y los más chicos nos dormimos, de ahí todo comenzó a ponerse denso”, sigue el relato.
En ese momento, la persona que narra este acontecimiento reveló que estando allí en Los Naranjos tenían una sensación pesada, fea “como que no debíamos estar ahí”.
“Así fue cuando a eso de las 3 AM (hora bastante complicada) nos despiertan y nos dicen que nos teníamos que ir, que ya no podíamos quedarnos ahí, los ruidos que sentimos de camino a la ruta eran horribles, entre gritos, y como el ruido que hacen los leones cuando rugen. Es creer o reventar”, remarcó.
“También escuchamos disparos, obvio estábamos en medio del campo caminando, los perros se asustaron y ladraban todo el tiempo nerviosos. Hasta salir a la ruta fue bastante tétrico el camino, en la oscuridad, los ruidos, las sensaciones. Una vez en la ruta todo parecía bien, caminábamos en fila y no se veía nadie, hacía frío así que mi mamá iba pendiente de mí por mi asma” recordó.
“Uno de los hombres del grupo estaba muy descompuesto así que cada tanto parábamos por él. De la nada y por el caminó paso un hombre, vestido de militar, con su bici al lado y en la bici iba sentado un niño, todos lo vimos, todos lo saludamos y el a nosotros también, pero cuando nos dimos vuelta porque todos quedamos pensado justamente que no parecía ser de nuestra época por sus vestimentas, ya no estaban”, se acuerda, con miedo seguramente.
“El camino de vuelta a casa fue mil veces más rápido que el de ida y eso que hacíamos paradas. No es muy aterrador, pero fue lo más inexplicable que me pasó”, finalizó la historia que nació y quedó enterrada en medio de uno de los parajes más pintorescos que tiene Tucumán.