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Se entregan los premios del Salón Nacional de Artes Visuales 2022

ARTE CONTEMPORÁNEO

Andrei Fernández es parte del jurado de premiación y curadora de la mega exhibición de las 250 obras seleccionadas. Salón en transición. Por primera vez hay cupo no binario y travesti-trans

Andrei Fernández, curadora, gestora cultural y artista visual





Últimos días para que el público conozca cuáles fueron las obras ganadoras del 110º Salón Nacional de Artes Visuales. Los jurados, en sus diversas instancias, fueron escogiendo hasta llegar a un corpus de 250 obras que son las que llegaron a la final

El Salón Nacional de Artes Visuales se compone de dos premios, Premio Salón Nacional de Artes Visuales y del Premio Nacional a la Trayectoria Artística -que reconoce la trayectoria de artistas visuales que, al recibir la distinción, donan al Estado nacional obras de su autoría que pasan a formar parte de la colección de arte del Museo Nacional de Bellas Artes. 

Por su parte el Premio Salón Nacional de Artes Visuales distingue a obras adquisición del conjunto de categorías (que pasan a integrar la colección de arte del Palais de Glace) y a obras no adquisición de cada disciplina artística.

En la edición 2022, de manera excepcional, se duplicaron los Premios Adquisición y a la Trayectoria Artística. También se modificó el reglamento del Salón, se incorporó una nueva categoría artística “Espacio No Disciplinario”, también hay una nueva estructura de Jurados, y entró en vigencia un cupo del 5% de participación de personas no binarias y travestis-trans en todas las etapas del certamen; además, se garantiza un porcentaje no menor al 50% de participación femenina, un piso de 50% de participación de personas que residen fuera de la ciudad de Buenos Aires en todas las instancias del Salón Nacional de Artes Visuales, y la cobertura del costo del transporte de obras seleccionadas de artistas que vivan más allá del AMBA .


Montaje de la exhibición del 110° Salón Nacional de Artes Visuales. Foto Andrei Fernández

Andrei Fernández, curadora, gestora cultural y artista visual, forma parte del Jurado Transdisciplinario de Selección y de Premiación -integrado también por Jazmín Adler, Graciela Borthwick, Berenice Gustavino y Lucía Stubrin- que debe hacer en los próximos días la selección final de las obras y la premiación de las seis (6) mejores obras del conjunto de categorías.

Cuarenta y nueve (49) serán las obras premiadas. Cuarenta y tres (43) mejores obras de las nueve categorías (Artes del Fuego, Dibujo, Escultura, Espacio No Disciplinario, Gráfica Fotografía, Instalaciones y Medios Alternativos, Pintura, Textil) y seis mejores obras adquisición del conjunto de categorías. Los premios van desde los $90.000 a los $750.000


La exhibición del Salón en dos espacios. La selección y la curaduría

A partir del 7 de diciembre se abrirá al público la mega exhibición de las obras que fueron seleccionadas como finalistas y también las que recibirán premios, Andrei Fernández es responsable de la curaduría de esta exposición que tendrá dos locaciones en Buenos Aires; el Centro Cultural Kirchner CCK (ocupando todo el 6°piso) y en el 2°y 3° piso del Centro Cultural Borges, en Galerías Pacífico. Las visitas se podrán hacer de miércoles a domingo de 14 a 20 con entrada libre y gratuita.

Sacando provecho a un ficticio café pude hacerle unas preguntas a Andrei con quien estamos en conexión gracias a las gestiones de Gustavo Nieto de la FACT (Fundación para el Arte Contemporáneo de Tucumán)

Montaje de la exhibición del 110° Salón Nacional de Artes Visuales. Foto Andrei Fernández  

¿Cómo fue el proceso para llegar a formar parte de uno de los jurados de este premio?

 “Fui convocada para realizar este trabajo por el Ministerio de Cultura de la Nación a través de la directora del Palais de Glace, Feda Baeza. Lo tomo como un reconocimiento al trabajo que vengo desarrollando hace más de una década desde el norte argentino y una oportunidad para proponer mi punto de vista, que no es solo mío, en relación a la valoración de producciones artísticas y señalamientos de poéticas y discursos desde fuera de las capitales del país. Si bien desde el año pasado vivo en la capital de Salta, mi trabajo hace foco en territorios rurales y me hace relacionarme con comunidades campesinas e indígenas. Estoy cerca de artistas que realizan procesos de trabajo en profunda vinculación con los territorios que habitan y con saberes ancestrales de esta región (que se expande más allá de los límites geopolíticos). He tenido la posibilidad de recorrer diferentes provincias en estos años y conocer a muches artistas “tierra adentro” trabajando como curadora, gestora cultural y tallerista” 

¿Cuál es tu opinión o expectativa sobre la ampliación, federalización y mayor inclusión que propuso la convocatoria de la edición 110 del Salón Nacional? ¿Avizorás un futuro venturoso en el campo de las artes y de los salones y premios? 

“Creo que es importante la reflexión que se está haciendo sobre quiénes ocupan los lugares que configuran los relatos sobre el tiempo que vivimos y nuestras sensibilidades. Es urgente la revisión de conductas que perpetúan violencias sobre ciertos cuerpos y culturas, no se trata de respetar colores y costumbres sino modos de comprender la vida, y no solo la vida humana. Sabemos que el arte es un concepto occidental y que siempre hemos estado estudiando/mirando a las producciones de los últimos cinco siglos de Europa y posteriormente también de Estados Unidos, desde las provincias argentinas siempre estuvimos deseando replicar prácticas artísticas de grandes capitales y de obras con lógicas que muchas veces han sido totalmente ajenas a las imágenes de nuestra cotidianidad y nuestra propia historia. Pero el concepto de arte también ha ido mutando veloz y asombrosamente en el último siglo, y en cada lugar va tomando diferentes formas, se transforma en traducciones y apropiaciones, aunque no siempre esto tiene gran visibilidad.

Considero que es muy importante que podamos revisar la diversidad de expresiones artísticas que existen, la potencia que tienen. Porque nuestra imaginación está oprimida y eso puede cambiar. Creo que las instituciones públicas dedicadas a la cultura, que proponen lugares de encuentro, celebración y pensamiento, tienen la tarea de desarrollar estrategias que permitan la participación de no solo un sector de la población, sino que deben abrirse y escuchar las demandas, reflexionar sobre sus propuestas y transicionar hacia la forma que dé sentido a su permanencia. Si recorremos las colecciones actuales que configuran nuestro patrimonio artístico predominan las obras de varones de clase media/alta que viven o vivieron en espacios urbanos, me parece bien que eso cambie, que haya lugar para otres también, es un acto de justicia”

¿Cómo es el proceso de selección de obras finalistas, qué criterios se aplican? ¿Cómo es el recorte que se realiza, dado el universo de obras que se presentaron? 

“Desde el jurado de selección vimos las aplicaciones de casi 900 artistas de todo el país, quienes fueron preseleccionados, entre casi 3000 presentaciones, por grupos de jurados regionales elegidos por les artistas. Seleccionamos un total de 250 obras tras varias etapas de revisión y conversación. Fuimos calificando en primer lugar a las obras, quedaron en primer lugar aquellas que nos conmovieron e interesaron a cada jurado, en muchas coincidimos y así se fue configurando el primer conjunto de seleccionades. Luego sumamos obras que nos parecieron especialmente valiosas por el abordaje de cada disciplina (y del nuevo espacio “no disciplinario”). Por último, cada una de las integrantes del jurado señaló algunas obras más, teniendo en cuenta intereses relacionados a nuestras trayectorias, ya que cada una está inmersa en diferentes investigaciones: académicas, políticas, tecnológicas, etc. No hizo falta forzar la presencia de mujeres y personas no binarias, al revisar la lista que fuimos configurando durante los 3 días de trabajo presencial conjunto vimos que se habían cumplido los cupos propuestos. 

Para mí significó un gran aprendizaje esta instancia de encuentro presencial con las mujeres con las que realizamos esta selección porque me permitió conocer otras formas de ver y valorar las obras y, sobre todo: el trabajo de diferentes artistas, prestar más atención a algunos rasgos que no tenía en cuenta y, sobre todo, este sistema de selección me dio la oportunidad de conocer artistas de diferentes generaciones que están desarrollando prácticas muy potentes, sensibles, comprometidas. Tratamos de que en la selección estén presentes, como una sinécdoque, diferentes propuestas que entendemos nos acercan a conocer qué es el arte hoy en nuestro país” 

¿Qué podés adelantarnos del recorrido que pensaste para la exhibición en los dos lugares?

“Para diseñar la exposición, compuesta por 11 salas de diferentes dimensiones, estuve recorriendo las aplicaciones seleccionadas y a partir de las imágenes de las obras y los textos que escribieron les artistas fui pensando conjuntos, imaginando narraciones que no necesariamente serán comunicadas.

Pensé en un eje general que es la transición, más bien “el transicionar”, entiendo que esta exposición es parte de la transición del propio Salón preguntándose a sí mismo por su función, poniendo a prueba qué puede proponer y exponer actualmente. Las disciplinas que lo componen transicionan, se renombran, habitan y distorsionan sus propias fronteras, encarnando así múltiples desobediencias. Algo que me llamó la atención en muchas obras es la reflexión sobre el tiempo. El futuro aparece como escombros, vestigios de lo que no será, entre los que se asoman la nostalgia, el humor y la urgencia. El pasado se vuelve un material explosivo, se desplaza a su faceta arqueológica y se monta como una categoría política capaz de sacudir el presente.

Montajistas y equipo de producción del Palais en plena acción. Foto Andrei Fernández  

Creo que el despliegue y el recorrido que proponemos (y lo digo en plural porque trabajamos para hacer posible esta exposición en equipo con el equipo de producción del Palais) resalta diferentes construcciones tecnológicas, la imaginación de espacios y nuevas relaciones con las formas del mundo y sus vidas. Hay mezclas en las que convergen materia viva y máquinas, principios y rupturas. La realidad se vuelve una pregunta intervenida de huecos de sentido. Aparece una y otra vez el poder de la fragilidad, lo que pueden y lo que soportan nuestros cuerpos. En diferentes búsquedas de comprensión de la vulnerabilidad y reconocimiento de prácticas de contención, dominación, dependencia y liberación. Hay algo que me interesa señalar, tomando una frase de Lohana Berkins: “lo que se rechaza como destino”. Esas emergencias que se manifiestan desde diferentes territorios unidos por una historia común de avasallamientos, la identidad que transmuta y rechaza destinos de sometimiento. Y algo que también está presente, incomprensible, vibrátil, que tomo un título de Leopoldo Lugones para nombrar: “Las fuerzas extrañas”. En las dos sedes de la exposición el público se encontrará con obras diversas, hechas con diferentes materiales, por personas de 20 a 80 años, y todo ese caudal tiene latentes cuestionamientos sobre lo que se hace público, lo que se patrimonializa, sobre cómo se construye el valor. Pensé esta curaduría reconociendo elementos comunes, pero desde la intención de dar paso a narraciones reverberantes, en todo el proceso rumiando la pregunta: ¿cómo contamos nuestra historia del arte?

¿Cuáles son tus planes para el 2023?

“Estoy barajando la posibilidad de pasar el año que viene una temporada en Europa, para profundizar en la investigación vinculada a mi trabajo como curadora, para poder escribir sobre los proyectos artísticos interculturales que generé y en los que estuve involucrada, quisiera poder pensar y contar más sobre los cruces del trabajo artesanal, el diseño y la economía social que observo y pienso.

Proyecto también continuar trabajando con las comunidades del chaco salteño, especialmente con tejedoras del pueblo Wichí, no solo con los grupos de Santa Victoria Este con quienes vengo trabajando hace ya 5 años, sino llegar también a otras comunidades de la región, empezar a recorrer el chaco boliviano y paraguayo. Fuimos invitadas con las mujeres de la organización Thañí/Viene del monte a realizar un libro y una exposición con la curaduría de la argentina María Carri en el Centro de Estudios Curatoriales en Bard College de Nueva York. También estamos acompañando con el artista Guido Yannitto a este grupo de mujeres para participar de una exposición en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires con la curaduría de Javier Villa y Marcos Krämer.


Paño tejido con hilos de chaguar. Foto Andrei Fernández

 

Además, continuo mi trabajo con la cooperativa de artistas NVS que dirige el artista tucumano Gabriel Chaile desde Lisboa y con FACT, la fundación que preside mi colega Gustavo Nieto con quienes estamos trabajando en una línea editorial en la que planificamos publicar textos sobre artistas de Tucumán”