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La fiesta del faso: cultivadores tucumanos disputaron una copa cannábica

Marihuana de acá

Hubo fumata blanca ayer en Barrio Sur con la celebración de la Copa Limón que reúne a cultivadores de cannabis de la provincia. Ganadores, música y un troncho gigante: “Es como salir un poco a la luz”.

Foto: Enzo Portillo.





No era neblina ni bruma ni humo procedente de un incendio. La fumata blanca y dulce que se elevó este domingo nublado desde el patio de una casona en Barrio Sur no fue otra cosa que los humos de los fasos reunidos en torno a la segunda edición de la Copa Limón, la competencia que congregó a cultivadores de marihuana tucumanos en una auténtica fiesta cannábica. Premios, cata, juegos, fraternidad, música y risas. Muchas risas. 

El sol del domingo fue puro amague y se terminó imponiendo un frío gris que no acobardó a los competidores, invitados y organizadores que se dieron cita en Barrio Sur antes del mediodía. En absoluta reserva y sin llamar la atención, los participantes fueron llegando a la antigua casa chorizo y se ubicaron en torno a las dos mesas dispuestas en el patio de tierra. Lupas, planillas, picadores y papel para armar los esperaban y serían las principales herramientas para examinar a cada una de las 16 muestras que compitieron por un lugar en el podio de las dos categorías: cultivo exterior y cultivo interior. Con música de fondo y muestras de camaradería entre los cultivadores, la segunda Copa Limón arrancaba en una atmosfera distendida. Al mal tiempo, buena cata. 

Pero qué es una copa cannábica se preguntarán los lectores legos en la materia. Para definirlo de forma clara y sencilla: un encuentro de gente que cultiva, fuma y convida marihuana. “A este evento lo pensamos para visibilizar una cultura que existe hace muchísimo tiempo relacionada al cannabis y que siempre fue muy demonizada. Todavía no está del todo aceptado el cannabis y hay mucho desconocimiento al respecto…Hay gente que todavía piensa que se fuman las hojas y no los cogollos y hay gente que todavía se tiene que ocultar para fumar. Por suerte, eso viene cambiando en los últimos años gracias a los emprendedores de los grow shop (tiendas donde se venden artículos para el cultivo), los activistas, médicos y abogados que vienen movilizando esta cultura en la provincia. Nosotros lo hacemos para el pueblo, como un evento recreativo donde nos sentimos seguros; un lugar donde estamos todos contentos pasándola bien”, comenta Nahuel Campero, uno de los organizadores junto a Lucas Villafañe, Enzo Portillo, Lucas Paz, Maximiliano Fernández, El Barba y Alexis Toranzo. 

La Copa Limón arrancó el año pasado por la iniciativa de un grupo de amigos que se decidió a replicar en Tucumán este tipo de eventos cannábicos que se realizan en distintos puntos del país, como la ahora tradicional Copa del Plata que se organiza de forma ininterrumpida desde 2003 hasta ahora: “Se ha generado un movimiento que está bueno y que nos visibiliza. El año pasado no nos conocíamos entre los cultivadores de acá y nos conocimos ahí, en la copa. Creo que se la está reconociendo a la marihuana por lo que es. La planta es muchas cosas, para cada uno va a significar algo distinto, pero no es mala, queda en cada quien el uso que le da. Me genera mucho placer que todo esto se esté visibilizando y que se la vaya aceptando. Lo de la copa no es algo que hemos inventado nosotros, es algo que hemos sacado de otro lado y acá hay público para eso. Mientras podamos generar un espacio donde la gente se sienta segura y se divierta, la vamos a seguir haciendo”. 

Dada la criminalización que pesó durante muchas décadas sobre la planta y sus consumidores, eventos de este tipo eran impensables tiempo atrás en la provincia. Pero, en los últimos años, el contexto y la legislación cambió para los cultivadores y usuarios de la planta, sobre todo, a partir de la implementación del REPROCANN (base de datos oficial diseñada para poder registrar a las personas que cuentan con las condiciones para acceder a un cultivo controlado de la planta de cannabis) en marzo del año pasado: “Lo hacemos de forma reservada, pero no habría ningún motivo para que pase nada. En ese sentido, el REPROCANN ayuda mucho y todos estamos registrados. El año pasado teníamos miedo de hacer este tipo de evento porque el registro todavía no estaba muy difundido. Esto es algo que nos gusta a todos, lo queremos seguir haciendo y no queremos que sea algo clandestino”. La legislación vigente permite a cada cultivador registrado tener hasta nueve plantas en fase de floración y transportar hasta 40 gramos de flores de cannabis secas y de uno a seis frascos de hasta 30 mililitros de aceite.

En la casona de Barrio Sur la tarde avanza sin prisas y las muestras pasan de mano en mano entre los integrantes del jurado. Se toman el tiempo de analizar en detalle cada cogollo. Lo miran, lo examinan, lo huelen, lo pican, lo arman y lo prueban. Los porros se socializan luego entre los invitados que también dan sus veredictos y hacen sus propios pronósticos. Según explica Nahuel y contrario a lo que el vulgo pueda llegar a creer, las muestran no se evalúan por su poder psicotrópico (tarea prácticamente imposible después de la tercera o cuarta seca), es decir, en criollo, por cómo pega el porro, sino que se trata de una cata organoléptica donde se ponen en juego todos los sentidos. Los jurados califican, principalmente, la forma en que son presentados los cogollos, el olor y el sabor. 

Los nombres de las cepas galardonadas suenan exóticos y la mayoría de las variedades, como los caballos de carreras en los hipódromos, tienen denominaciones compuestas con nombre y una especie de apellido. En la categoría de cultivo interior se imponen en primer lugar la Garlic Vibez, segundo puesto para la Hulk Berry y tercero la Orange Punch. Mientras que para la categoría de cultivo exterior el podio está formado por Apple Cookies (primer puesto), Strawberry Dough (segundo puesto) y Somango (tercer puesto). 

No es que estaba confiado, pero le tenía toda la fe del mundo. Desde que compré la semilla ya lo sabía. Fue uno de los mejores cultivos que hice… Me fui perfeccionando”, confiesa Diego B., flamante campeón de la categoría cultivo interior de la segunda edición de la Copa Limón. El joven de 24 años cuidó a lo largo de ocho meses y medio a la Garlic Vibez que deslumbró al jurado en la competencia. Hoy, tras la coronación, lo embarga la felicidad del logro obtenido: “Estoy muy feliz, de a poco voy cayendo. Uno viene dedicándose y tratando de hacer lo mejor. La verdad es que uno siempre busca ganar, pero yo fui por la experiencia, por ir a compartir y por conocer a la gente que está en el mismo ruedo. Me pareció una muy linda copa. Estoy muy contento y con ganas de seguir perfeccionándome”.  

La calidez de las más de cien personas que participan del evento y copan el patio contrasta con la antipatía del domingo en sepia. En el aire se respira la confraternidad cannábica y cierto sentido de pertenencia; la comunión de quienes se sienten parte de lo mismo: una comunidad, una cultura, una fiesta. “Destaco la hermandad y la buena onda. Muchos de los que fueron este año no me conocían y te reciben con los brazos abiertos para charlar y para compartir porro… Eso es lo más valorable de la copa, más allá de ir a fumar, te llevás la amistad de gente que no conocés. Como cultivador compartís con gente muy piola que tiene mucha información y que cultiva desde hace 20 años. Vas y compartís esos conocimientos y experiencias… Me parece que va por ahí, es como salir un poco a la luz”, comenta Diego.

La copa no se agota en la cata y en la competencia. Hay charlas sobre cultivo, competencias de armado de porros, música y sorteos. Los responsables de los grow shop ofrecen sus productos y están siempre dispuestos a conversar y dar consejos. Hay clima de kermese, de celebración compartida. Por eso, aunque la tarde se va oscureciendo y el viento helado castiga, nadie se quiere ir de la vieja casona. Todavía falta la frutilla del postre: un troncho gigante de 20 gramos que se enciende con un soplete y circula y se comparte a manera de ofrenda. Como para quemar la piedra la locura. Como para exorcizar la amargura y el dolor. Como para que haya fumata blanca y una nube dulce sobrevuele Barrio Sur invocando las primeras gotas de una lluvia que todavía no moja.