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Carlos Alsina: "Tucumán es un patio cubierto de cenizas y pétalos de flores"

Regreso al pago

El dramaturgo vuelve a su provincia natal para festejar los 20 años de la sala El Pulmón y reeditar una de sus obras más emblemáticas que recupera la noche en que Bussi arrojó a los mendigos en Catamarca: “He venido a reconstruir una parte de mi mundo”.

Foto: https://tucuman.italiani.it/





Quién dijo que se fue, si siempre está llegando. Desde que se instaló en Italia a comienzos de la década del noventa, el dramaturgo tucumano Carlos Alsina ha mantenido una dinámica de idas y regresos a la provincia: se va a Europa y, con el dinero que gana con su arte, vuelve a Tucumán para poner en funcionamiento la sala El Pulmón; usina del teatro independiente local. Pero esta vuelta es especial, por lo larga que se ha vuelto la ausencia y porque esa casa/sala/factoría artística cumple ahora dos décadas de existencia y resistencia: “La vuelta ha sido metafóricamente un viaje de siglos. Después de tantos viajes, nunca uno me ha costado tanto como este por lo que emotivamente está significando para mí. En este tiempo han muerto colegas como Rosita Ávila y Juan Tríbulo… Siento que ese mundo que había dejado es muy distinto de este… Han pasado tres siglos y no tres años”. 

Son días agitados para Carlos Alsina. Cuando no está limpiando las telarañas que teje el yuyal; acondicionando esa casa de Córdoba 86, que es casa y también hogar del teatro tucumano, el autor está ensayando. Ahora hace una pausa para atender a eltucumano y contar las sensaciones de un nuevo y esperado regreso. El suyo, pero también de El Pulmón: “Estuve en Tucumán en septiembre del 2019 y la idea era volver en abril del 2020. Mi plan siempre es trabajar en Italia donde suelo tener funciones todos los fines de semana y, con los ahorros de mi trabajo, me traía unos manguitos, arreglaba la sala y preparábamos nuevas obras. Me fui con esa idea y me agarró la pandemia allá que fue por donde entró el virus a Europa y se cortó todo… cero trabajo, no había vuelos ni nada. Ahora estoy acomodando la casa porque mi objetivo principal siempre fue reabrirlo a El Pulmón que cumple 20 años”.  

El teatro El Pulmón 

“Yo hago teatro desde hace 45 años y creo que El Pulmón es la conclusión de toda una obra y de toda una vida porque es mi casa y la concreción de una sala de trabajo que está hecha a pulmón, de ahí el nombre. De alguna manera, es mi historia, es mi mundo y yo he venido a reconstruir esa parte de mi mundo”, confiesa el dramaturgo de 63 años que celebra la vida de ese espacio por el que han pasado muchas de sus obras y también de muchos colegas. Para Carlos es importante mantener vivo ese legado artístico: “Para mí El Pulmón es un teatro independiente que ha mantenido una línea y una coherencia. No me considero un gestor porque El Pulmón es una fábrica; una fábrica donde se han producido muchas obras. Tiene el significado de una coherencia que no significa esquematismo porque acá se han representado comedias, sátiras, dramas… nunca panfletariamente. Nosotros tenemos un perfil que espero que se conserve y se mantenga”. 

La celebración de los 20 años de la sala tiene una agenda cargada de actividades que arrancará este lunes 8 de agosto a las 20.30 con la reedición del libro “Limpieza”, evento que contará con la participación de Sonia Saracho, Verónica Estévez y Contanza Toro. Luego, el viernes 12 y sábado 13 a las 22 repondrán la obra "El discreto encanto de la compraventa" donde actúan Ana Sala, Sandra Virgolini y Anahí Rodríguez. Por último, el lunes 15 a las 19 presentará, junto a la especialista Valeria Mozzoni, el libro “Teatro para hacer con dos centavos” que recopila 20 de sus últimas obras. Todo esto tendrá lugar en El Pulmón (Córdoba 86) donde no faltarán los brindis para celebrar el cumpleaños de la sala. 

 

El Tucumán de Bussi que limpió a los mendigos 

El 14 de julio de1977, en plena dictadura militar y con el genocida Antonio Domingo Bussi al mando de la provincia, alrededor de 25 mendigos fueron levantados de las calles de Tucumán, donde formaban parte del paisaje urbano, para ser arrojados a su merced en la ruta 67 en Catamarca. Ahí los esperaba la noche gélida, la soledad yerma y también la muerte. Ese episodio histórico es el que recupera Alsina en su obra “Limpieza”, el primer testimonio artístico que dio cuenta de ese acto de crueldad de Bussi. 

“Me enteré del caso en tiempo real. En ese momento, la prensa estaba muy censurada, muy restringida por la dictadura. Un día no apareció Pacheco, que era un personaje de la ciudad, y empezó a correr el rumor de boca en boca de que se lo habían llevado. Esa era la época en la que Bussi tenía la manía de tapiar las villas y quería ‘limpiar a la ciudad de las miserias humanas’… que a estos mendigos no se los vea porque afeaban la ciudad. Entonces se los llevaron y los dejaron tirados en zonas inhóspitas para que se mueran de frío y de hambre. La historia era muy difícil de reconstruir porque era gente que no tenía documentos ni familia. Al día de hoy no se sabe bien cuántos se llevaron y cuántos volvieron. Algunos se reunieron y empezaron a caminar hasta el pueblo de La Merced y eso se publicó en el diario La Unión de Catamarca”, recuerda el dramaturgo cómo fue que supo del caso que hasta el día de hoy perdura en el imaginario de los tucumanos como “los mendigos de Bussi”. El tirano era dueño de las personas, de la vida y, sobre todo, de la muerte. 

El afiche del estreno de Limpieza. 

Durante los años crueles del terrorismo de Estado, Alsina investigó de forma obsesiva la historia de esos mendigos y terminó de escribir “Limpieza” en 1982, durante los coletazos finales de la dictadura militar.  “En 1984 la obra ganó un premio en Salta y se estrenó el 30 de noviembre de 1985. Hicimos cuatro temporadas y giras por Córdoba, Buenos Aires, Mendoza y otras provincias. La obra tuvo gran repercusión. Durante los ochenta, cuando todavía el ambiente era muy represivo y de mucho miedo, nosotros representábamos la obra en las plazas y tenía un carácter de denuncia porque funciona como una metáfora del genocidio. Para mí es una de las obras más importantes que creo haber escrito. Además de la sensibilidad del tema, dramatúrgicamente, la releo y pienso que estaba bastante bien escrita. Fue un impulso, un estímulo… Para mí fue un empujón porque ahí empezó mi carrera más conocida como dramaturgo”, reflexiona el autor. 

“Creo que Tucumán es como el mundo al revés donde la supuesta fuerza moral de los tucumanos es la mayor fuerza inmoral de los tucumanos. Si estos tipos han sido capaces de hacer algo así, de esa crueldad, imaginate lo que es esa fuerza moral… Después del genocidio, de las desapariciones y de las torturas en esta provincia esa fuerza política ha ganado las elecciones y todavía hay cómplices de todo eso enquistados y reciclados en el Estado. Gente que colaboró con la impunidad de los responsables del genocidio y todavía está ahí. Pareciera que acá todo vale, pero para mí no, yo tengo memoria”, comenta Alsina acerca de los resabios de aquellos tiempos oscuros en el Tucumán actual. 

¿Cómo puede leerse hoy la reedición de la obra? ¿Qué tiene para decirnos Limpieza en tiempo presente? Para Alsina hay cierta parábola que trae al ahora los ecos del terror de entonces: “La obra tiene la actualidad de preservarnos para no repetir ese pasado terrible. Hoy aparecen los seguidores de Javier Milei negando el genocidio y en Europa hay una derecha que crece embanderando y reivindicando impúdicamente el holocausto. Esta obra se coloca en la antípodas de ese mundo terrible que se avizora, por eso me parece oportuno reeditar el libro. Lo poco o mucho que se pueda hacer colabora para que no se repitan las tragedias. No basta con decir nunca más, que está muy bien, claro, pero hay que ver cuáles son las causas que provocaron el genocidio, hay que ver por qué llegamos a la tragedia, sino la tragedia se repite como concepto”. 

Carlos Alsina ha vuelto a Tucumán y lo han recibido los lapachos florecidos en las calles. Para él esta es una tierra de contrastes; un lugar al cual volver siempre: “Para mí Tucumán es como un patio cubierto de cenizas y de pétalos de flores; un lugar donde confluyen dos cosas muy antagónicas: una cosa desagradable y otra con colores hermosos como los pétalos de los lapachos. Estoy feliz de haber vuelto a Tucumán a reabrir el teatro, ese es mi compromiso. Siempre tengo en mi cabeza y en mi espíritu a Tucumán, aunque la provincia no me brinda la posibilidad de poder vivir de mi trabajo. Siempre destaco al teatro tucumano por la perseverancia y la tenacidad. Destaco la calidad y la diversidad con que mis colegas desarrollan la actividad a pura pasión. Creo que a los que hacemos teatro en Tucumán nos une la pasión por lo que hacemos”.