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¿Quién dijo que todo está perdido? Gestos tucumanos que devuelven la esperanza en la humanidad

EN LAS REDES

Son acciones que merecen ser reconocidas.





Son tiempos difíciles. El bolsillo aprieta, el nudo de la garganta también. La actualidad no ayuda, la incertidumbre se apodera de la calle y en lo único que piensan miles de tucumanos es en cómo seguir llevando la comida a la mesa. No más, no menos; simplemente encontrar el modo de que siga llegando. Un panorama bastante desesperanzador que, sin embargo, siempre encuentra a alguien dispuesto a salirse de la espiral derrotista. Personas que, a pesar de todo, logran zafar con lo mejor que tienen: la solidaridad.

Cuatro tucumanos son los protagonistas de esta nota. Cada uno, reconocido por quien tuvo la suerte de cruzarse en su camino. Vamos en orden.

 

Olvido amargo con final dulce

Última semana de julio. Jueves. Son las 10 de la mañana en barrio San Alberto. El padre de la joven Aldana va hasta la golosinería que lleva el nombre del barrio a comprar caramelos para sus nietos, tal vez. Lo hace con una importante suma de dinero a cuestas. Cuando hace la compra y vuelve a su casa, se da cuenta de que ya no la trae consigo. Vuelve al local y pide hablar con el dueño, Gustavo Villa. Le explica la situación y pide que, por favor, le permita ver las grabaciones de las cámaras de seguridad. Nada. Ni una pista. Amargo retorno al hogar.

Sin embargo, una hora después la historia da un giro de 180 grados. Suena el celular y del otro lado habla el dueño de la golosinería. Le da buenas noticias: encontró el dinero. Villa se había tomado la molestia de revisar sin que le pidan las cámaras de seguridad del exterior del local. Pudo ver a quien levantó el dinero, identificarlo e ir a hablar con él para recuperarlo. Un final dulce no apto para diabéticos.

 

Rescatista por accidente

Último viernes de julio y Maxy Ponce de León lo sabe. Mientras se preparaba para disfrutar del fin de semana, siento que lago cae en el patio trasero de su casa. Se dirige a chequear y se encuentra con un loro. Está herido, aparentemente tiene un balinazo en una de sus alas. Lo levanta y lo lleva adentro para protegerlo.

“No sé ni cómo curarlo, encima muerde que da miedo”, describió Maxy que pide que se contacten con él vía Facebook si el loro forma parte de alguna familia de la zona. Hasta eso, lo encerró en una jaula para evitar que algo le pase en su estado de indefensión. Un rescatista sin querer.

 

Ángel de la guarda

Pasa de las tres de la madrugada de este martes y en alguna de las cuadras de la avenida Papa Francisco, de San Miguel de Tucumán, una familia queda varada en medio de la oscuridad. Una falla en el auto. Ni un alma en la calle a esa hora y sin posibilidades de llamar a alguien para que los auxilie en poco tiempo, un joven pasa por el lugar en moto. Es un cadete. De forma totalmente desinteresada, se baja de su moto y ofrece su ayuda.

“El muchacho era un laburante de cadetería que nos empujó con su moto. Nos salvó de unos que ya se estaban juntando en una esquina con las peores intenciones, en el auto íbamos con mis hijos”, describió Valeria Albuixech.

Por el nerviosismo que se apoderó de la familia en el momento, se olvidaron de preguntar el nombre al joven, un verdadero ángel de la guardia en el lugar y momento indicado.

 

Gracias a su madre

Son las 13:30 y después de que Gaby entrega un pedido se da cuenta de lo peor. ¡El celular! ¿Dónde lo dejó? El joven cadete había extraviado su celular por la zona de pasaje Victorino, altura Jujuy al 2000. La esperanza estaba perdida, pero, ocurrió el milagro. No explica cómo, solo publica la foto de su héroe llamado Marcelo, que le devolvió su celular, y le agradece a su madre por criar como hizo a su hijo.

“Muchas gracias amigo de corazón y a la madre de este señor también le agradezco mucho por la clase de hijo que crió. Se ve que son gente de bien y honrada. Estoy para lo que necesiten, ya saben dónde me encuentran. Les debo una”, escribió Gaby.