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"Háganse cargo": la carta abierta de un hijo y el final inesperado en el Hospital Padilla

SOCIEDAD

Emilio Ibáñez denuncia en detalle, paso a paso, lo que ha vivido desde el mismo momento que ha llegado a la guardia del Hospital con su padre en estado grave. Una situación inverosímil y una grave acusación.

Hospital Ángel C. Padilla.





"El lunes 20 de junio del corriente en horas de la madrugada mi padre fue internado de urgencia en la guardia del hospital Padilla. El martes 21 los médicos nos informaron que su diagnóstico era un posible ACV, por lo cual había que hacerle una tomografía. Sin embargo, afirmaron que en este nosocomio no disponían de un tomógrafo que pudiera soportar la contextura física y el peso de mi padre, el cual superaba los 120 kilos y que el aparato del hospital no es apto para pacientes con cierto grado de obesidad”. 

Así comienza la carta abierta de Emilio Ibáñez, quien compartió su duro testimonio en detalle luego de lo vivido titulada con la frase que, denuncia, le dijeron desde el Padilla: “Háganse cargo de buscar tomógrafo y traslado para pacientes con sobrepeso”. Ante la incredulidad de la familia Ibáñez, los familiares del paciente entre ese martes y el miércoles consiguieron en Clínica Mayo un tomógrafo con turno para las 16 horas. 

Informamos a la doctora a cargo y nos dijo que llamaría al traslado. Cuando llegó la ambulancia del 107, supuestamente era la bariátrica (diseñada y equipada para personas con sobrepeso) no se realizó el traslado porque el personal del 107 no contaba con la camilla apta para el peso del enfermo. En tanto, la doctora de la guardia del hospital decía que ella no podía hacer nada, debido a que solo tenía al alcance el 107, que no era su responsabilidad que este tuviera rotas tales camillas. Entonces, comenzamos una nueva búsqueda de traslados para pacientes con obesidad”. 

“Sin encontrar solución, nos dirigimos a la doctora. Su única respuesta fue que no podía hacer nada, que nosotros teníamos que hacernos cargo, pero que igualmente nuestro padre estaba recibiendo el tratamiento para el posible ACV y que el resultado del estudio no cambiaría nada. Estábamos en un estado de desesperación. Llamamos de nuevo al 107, luego al 103 ¡Llamamos inclusive a los bomberos! Pero nadie nos daba una solución”, remarca Emilio en su carta abierta. 

“Finalmente, el personal del 107, después de que les suplicáramos, logró concretar el traslado usando camilla común. Nos ofrecimos para ayudar a sostener la camilla así no cediera. Aceptaron, pero, no sin antes exigirnos la firma de un acta en la que se nos responsabilizaba por cualquier malestar que aquejara al paciente producto de las circunstancias en las que se efectuaría el traslado”, agrega el hijo del paciente.

“Una vez hecha la tomografía (¡tres días después de que mi padre ingresara a la guardia!), el diagnóstico fue ACV hemorrágico. Ante este panorama, otro doctor de la guardia nos comunicó que debían realizarle urgente una cirugía. Por lo cual, constatamos que el estudio sí cambiaba el tratamiento. Esto contradecía lo que había dicho la doctora mencionada anteriormente. Sin embargo, a la espera de la operación, surgió nuevamente un problema. El mismo médico que nos había dicho que la operación era necesaria, luego nos comunicó que debido al peso del paciente no podían subirlo por la rampa que dirige hacia el quirófano. La razón: no contaban con personal suficiente en ese momento. Después dijo que había llegado un caso más urgente y que la operación se pospondría. No obstante, el viernes 24 de junio habían cambiado de parecer. Esta vez otro médico, entiendo que el del nuevo turno, dijo que la operación no era urgente y necesaria, que había que esperar”. 

“La problemática situación en la que tuvimos que ayudar en el traslado (aclaro que con toda nuestra buena intención) se produjo hasta dos veces más, ya que se hicieron dos tomografías más. Cabe agregar que los médicos de los primeros días tampoco nos informaron que el costo de los estudios debía ser cubierto por el hospital. Después sí lo informaron, pero ya con los últimos pedidos de tomografías”, relata el joven, quien conforme el paso de los días comenzó a presentir el peor final. 

“Con el correr de los días, mi padre se puso más grave y lo operaron de urgencia el miércoles 6 de julio después de una tomografía más y un estudio llamado angiografía que se le realizó dentro del nosocomio. De este estudio el paciente salió con respiración mecánica porque lo habían sedado. Es decir, después de cuatro tomografías más otro estudio recién decidieron operarlo”, aclaró. 

“Ya en su estado crítico posterior a la intervención quirúrgica fue el personal del hospital junto con el del 107 quienes se encargaron de la totalidad del traslado para la otra tomografía, ya sin exigir participación alguna de nosotros. Aquí me llama poderosamente la atención que en un principio el personal médico de la guardia se desligó de su responsabilidad de gestionar tomógrafo y traslado para mi padre dejándonos a nosotros tal responsabilidad y que después sí se hicieran responsables sin dejarnos participar en el traslado”, indicó. 

Pero el peor final llegó: “Lamentablemente mi padre falleció el 9 de julio por la noche en la terapia intensiva del hospital, porque su corazón no pudo soportar el tratamiento de recuperación del postoperatorio, según el último parte médico. Además, más allá de que nos había informado sobre su estado crítico, ningún médico nos esperó para entregarnos el cuerpo, solo una enfermera nos dio un papel firmado por el doctor Jorge E. Ramos (MP 9449) con la causa del deceso. Jamás una explicación, breve aunque sea, que pudiera responder algunas preguntas que surgen ante una pérdida semejante. Me pregunto con qué necesidad tanta distancia y frialdad ante los familiares que sufren”.

Escribo esta carta para pedir un trato más 'humano' tanto en la comunicación sobre el deceso de un paciente como de los acuerdos y criterios médicos que establecen los distintos doctores que van cambiando de turno cuando el paciente aún está con vida para que los familiares no nos sintamos confundidos. Pero, la escribo, sobre todo, para exigir que una institución tan importante como el Hospital Padilla dentro del Norte Argentino, especializada en neurocirugía, cuente con un tomógrafo adecuado que soporte el tamaño de pacientes con sobrepeso y obesidad. Y de no ser así, por lo menos, debe disponer medidas claras de resolución de los problemas que se presenten en torno a camillas y traslados programados para dichos pacientes, aunando criterios con el personal del 107”, afirmó Emilio.

Y concluyó: “No puede ser que en el servicio del 107 las camillas estén averiadas y no se arreglen de forma urgente. La experiencia vivida, a nivel emocional, fue difícil, generó estrés, ansiedad y dolor en nosotros por sentirnos a la deriva y no contenidos a la hora de resolver semejante problema. Pido, en memoria de mi padre, que el Ministerio de Salud intervenga y resuelva esta situación para que ningún paciente con obesidad y sus familiares tengan que sufrir hechos similares”.