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"Trascendimos generaciones": Los Guayaberos, 30 años de rock latino y fiesta tucumana

ANIVERSARIO

La banda surgió en los 80 y se refundó en el 91. Con cuatro discos grabados y más de tres décadas en los escenarios de toda la provincia, hoy celebran un nuevo aniversario en el bar Viva Perón y la alegría está garantizada otra vez.





“Lo de los 30 años es algo muy arbitrario”, aclara Daniel Diosques, actual cantante de la mítica banda Los Guayaberos, y agrega: “Guayaberos ya existía desde antes, yo los vi tocar por primera vez un 31 de diciembre del año 88, en un bar que quedaba frente a la Plaza Urquiza, sobre la 25, donde hoy hay un banco. En ese momento pensé ‘qué buena banda’. Era un grupo de jóvenes que venían de la música clásica y medio en broma habían empezado a hacer covers de temas de salsa”. 

Ese grupo había irrumpido en le escena under tucumana entre mediados y finales de los 80, debutando en el bar ABC, de la esquina de General Paz y 9 de Julio. Por entonces, la banda había logrado conseguir algunos adeptos. Sin embargo, la primera formación se diluyó. 

El nombre del grupo había surgido de un tema que se llamaba “Buscando Guayaba” de Rubén Blades: “Se usaba el término ‘guayaba’ como símbolo de la mujer, Guayaberos sería como decir Mujeriegos o algo así”. 

Tras algunos años sin tocar, en el año 1991 algunos de sus primeros miembros decidieron refundarla: “Es por eso que consideramos que son 30 años. Rodrigo Arias me convocó para que yo sea el cantante y junto con Omar Bardón y Eduardo Issa Osman relanzamos a Los Guayaberos”, explica. 

“Lo que nos diferenció completamente en la segunda etapa de lo que había sido la primera, fue que empezamos a hacer temas propios. Empezamos a componer nosotros y hacíamos algunos temas de otros que venían de la vieja época, como Pedro Navajas, de Rubén Blades que lo tocamos durante varios años”. 

Tras algunos meses de composición y ensayo, Los Guayaberos hicieron su regreso triunfal a los escenarios en una peña que estaba en la misma cuadra de la Casa Histórica ante una muy buena concurrencia de público: “Siempre tuvimos público, eran unas 100 o 150 personas que venían porque recordaban el nombre. De apoco empezó a venir cada vez más gente y siempre había fiesta”. 

La popularidad del grupo fue creciendo, especialmente entre los 20 añeros que cursaban carreras universitarias y buscaban divertirse con propuestas alternativas a las caretas glamourosa que solían imponerse en la década menemista: “A nosotros nos iba a ver gente que no quería ir a bailar a los boliches de moda. Que buscaban otra forma de pasarla bien. Recuerdo un ciclo de tocadas en una biblioteca, en medio de los estantes con libros, la gente bailaba y se divertía. Era cosas raras para la época”.   

En tiempos donde las redes sociales no existían y las promoción de los show se hacía a través de carteles, panfletos y el boca en boca, Los Guayaberos habían logrado que sus letras prendan en la memoria de los asistentes a sus recitales, aunque sus canciones no estaban grabadas en ningún lugar: “El primer hit que tuvimos fue ‘Las medias negras’ una composición colectiva que se generó tras una idea que trajo Omar Bardón y que fuimos dándole forma. A ese tema lo cantaba toda la gente en nuestros recitales, siempre”.  

En aquellos años las bandas debía hacer un esfuerzo sobrehumano para promocionarse, sostenerse y ni hablar para grabar: “Tucumán no ofrecía ninguna alternativa para grabar un disco. A nosotros nos costó más de cinco años poder ir a Buenos Aires a grabar. Lo hicimos en el estudio Panda, donde grababan los más groso. Después del turno nuestro venía Divididos. Ricardo Mollo nos prestó unas violas y algunos equipos que a nosotros nos faltaban para que grabemos. En el primer álbum está hecho con cosas prestadas por Mollo”. 

‘Guayaberos’ se llamó aquel disco iniciático que salió en 1997 y en él que se eternizan grandes canciones como “Digo No”, “Las Medias Negras” y “Paraguayo” que por entonces ya forman parte de la memoria colectiva y que hoy siguen sonando en cada recital de la banda: “Recuerdo que nos costó 17.000 dólares. Lo produjimos nosotros mismo, fue un esfuerzo económico muy grande. Hoy grabar es mucho más fácil y barato”. 

El disco se presentó ante más de 1500 personas y no tardaron demasiado en pre producir Duende (1999), el segundo álbum. En la segunda mitad de los 90, la banda alcanzó su auge y no se podía saber a ciencia cierta a dónde estaba el techo. 

“Una noche, en el Complejo avellaneda cortamos más 1600 entradas, pero entró mucha más gente. Cuando terminó el recital nos quedamos trabajando, casi hasta el amanecer. Teníamos que hacer los número, repartir la recaudación y entonces produjo un discusión que generó que Omar Bardón se fuera del grupo”. 

“Omar era parte fundamental de la banda, componía la mitad de la canciones. Era una baja muy sensible para Los Guayaberos”. Tras esa separación, la banda tardó en reponerse hasta que se sumó Raúl Villagra como guitarrista en reemplazo de Bardón. 

“La salida de Omar fue un golpe muy duro en nuestro mejor momento. Pero con Cucho (Villagra) nos pudimos recuperar y mantuvimos el espíritu del grupo que persiste hasta hoy. Musicalmente fuimos mutando y nuestro sonido cambió con el tiempo, pero la esencia es siempre la misma”. 

Con Villagra en la guitarra, Los Guayaberos grabaron dos discos más, “Cocinando” y “Camaroneando”: “Tomó mucho más protagonismo en las composición Rodrigo Arias que antes solo hacía los arreglos, pero después empezó a componer muchísimo”, cuenta Diosques. 

Hacia el 2010, Diosques, que es dermatólogo y admite que nunca necesitó vivir de la música, emprendió el bar “Digo No” que fue para los Guayaberos el equivalente a cuando un club construye su propi estadio. Ubicado en pleno Abasto, pero como si fuera una metáfora de su propia trayectoria, no estaba en la calle de los bares de moda, sino en la paralela conformando un circuito alternativo, como en los 90. 

Todavía se recuerdan las noches de fiesta donde decenas de bandas pasaban todos los fines de semana y, por supuesto, Los Guayaberos también. Cuando el reloj marcaba las maldita 4.00 AM en tiempos de aquella ridícula prohibición, los asistentes abandonaba la parte baja del bar y subían a seguirla en la terraza hasta que las velas no ardan y el sol parta las cabezas.  

Ahora, en el marco de su 30 aniversario, al menos de la segunda etapa, los Guayaberos vuelven al Abasto, esta vez a tocar en Viva Perón: “Empezaremos tipo 23, vamos a hacer un recorrido por toda la carrera. Además, tenemos un proyecto de gran recital en algún teatro antes de fin de año, invitando a todos los músicos que pasaron alguna vez por la banda, son muchísimos”. 

Médicos, imprenteros, profesores de Lengua, trabajadores y profesionales de todo tipo, panameños, cubanos, bien tucumanos,  pasaron por esta banda mítica: “Si tuviera que nombrarte toda la gente que pasó por Los Guayaberos, son muchísimos. Todos dejaron algo importante Chupete Carrillo, Ernesto Klass, el Chato Casem”, comenta.

Actualmente, la banda está conformada por Daniel Diosques en guitarra y voz, Rodrigo Arias en bajo, Eduardo Issa Ossman en batería y Raúl Villagra en guitarra: "Todavía nos sigue gente que nos va a ver desde lo primeros tiempos, que tenían 20 hace 30 años,así como nos van a ver chicos que hoy tiene 20 años y que no había ni nacido cuando empezamos. Creo en ese sentido, logramos trascender generaciones".

Esta noche, Los Guayaberos estará festejando sus 30 aniversarios en el bar Viva Perón, ubicado en el Abasto, donde hacer unos 10 años solían proponer grandes veladas de buena música y fiesta, algo que para hoy está garantizado: “Tocaremos alrededor de las 23, vamos a hacer un lindo recorrido por nuestros temas”. 

La invitación está hecha, Los Guayaberos cumplen 30 años, y un poco más, y lo festejan como debe ser: tocando ante su público de toda la vida que no es otro que el pueblo tucumano. ¡Salud!


Foto de comienzos de los 90, con una de las primeras formaciones: Arias, Klass, Diosques, Carrillo, Casen y Bardón.

Los Guayaberos grabando en el estudio Panda, Buenos Aires.