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"Me dijeron que era un gay reprimido": la bisexualidad desde adentro, por un tucumano

SEXUALIDAD

"Hay mujeres que piensan que sos menos hombre por admitir que sos bi. Yo les pregunto, ¿Cómo sabés que no te gusta alguien de tu género, si nunca lo probaste?": en el Día Internacional de la Bisexualidad, Matías, un hombre tucumano, nos cuenta cómo se vive esta orientación sexual desde el prejuicio y la invisibilización en nuestra Provincia.





  • Desde 1998, una iniciativa de tres jóvenes llamados Wendy Curry, Michael Page y Gigi Raven Wilbur, tomó forma y terminó transformándose en una efeméride mundial: el Día Internacional de la Bisexualidad. Pero… ¿Por qué?

Estos tres jóvenes que idearon y comandaron todo un movimiento para la comunidad bisexual mundial, plantearon que a quienes son bisexuales siempre se los considera como personas minoritarias u homosexuales/lesbianas reprimidas. La necesidad de marcar presencia y despegarse del violento concepto que no concibe que haya personas que puedan amar o sentirse atraídas por un ser humano independientemente de su género, es lo que da por resultado una fecha como la actual.

Matías es un tucumano de 25 años que desde que tiene 23, decidió asumirse para sí mismo y para algunas amistades como bisexual: “A las personas a las que se los conté, sobre todo a algunos amigos, me catalogaron como homosexual. Y es que a tu gusto por los hombres remite todo, como si se estuviera poniendo un atenuante a tu homosexualidad por decir que también te gustan las chicas”, asegura.

Según le cuenta el entrevistado a eltucumano, la situación al momento de encarar a una chica se hace inclusive más complicada pues, declarar la bisexualidad despierta una suerte de desapego en las mujeres: “Siento que, si las mujeres saben que son bisexual, no quieren estar con vos, sienten que no sos hombre, que no les atraes, siento que tienen ese prejuicio. Lo he conversado con amigas y me dicen que no estarían con alguien bisexual, así que no es solo una sensación mía”, confiesa Matías.

Una de las relaciones más intensas que ha tenido el tucumano, según nos cuenta, ha sido con un chico durante algunos meses. Este chicho, en su condición de homosexual, violentó a quien fuera su pareja por lo mismo: “Estuve en una relación de varios meses con un chico, me pasó que ya cerca del final de la relación este chico me decía que era un gay reprimido”.

La comparación y el prejuicio, en esta situación, es uno de los pocos casos en donde se juzga mucho menos a una mujer que admite que le gustan las personas de su género, que al hombre: “Conozco una sola chica bisexual y me comparo con ella. Nos descubrimos juntos, casi vivíamos juntos y nos pasó de que empezamos a hacernos cargo de lo que nos pasaba. En ella toda su familia lo sabe, ya presentó una chica, pero cuando nos juntamos en grupo solamente se habla de mí y no de ella, en ella lo normalizaron. Tengo amigas que son hetero, y aceptan que estarían a veces con mujeres, pero a hombres no les pasa, no admiten eso. Es cultural, estuve en Buenos Aires y no había prejuicio, vuelvo a Tucumán y me encuentro con esto otra vez”.

Consultado sobre la manera en la que se relaciona con las personas de uno u otro género, Matías considera que no es algo sustancial: “Nunca me pregunté si hay diferencias, pero cuándo converso con un hombre, tenés que estar sabiendo si su orientación sexual va para el mismo lado que la tuya, es más difícil concretar. A veces te reaccionan en Instagram y no sabes si ese hombre lo hace de buena onda o porque le atraes. Cuando reaccionó a una chica las intenciones son obvias, es más fácil. Sin embargo, para que me guste alguien solo me basta con la química y la energía, no importa el género, me da exactamente lo mismo”.

¿Cómo explicarlo desde adentro?

“Hay que abrir la cabeza, porque esto es como les digo a mis amigos. ¿Cómo decís que no te gustan los hombres si no probaste? ¿Cómo sabés si nunca lo pasaste? Veo mucha violencia de la generación 30 o 40 años para arriba. Hay que cuidar las palabras y las formas. Es necesario que abramos la cabeza para que las próximas generaciones no sufran, no sabemos qué va a pasar cuando tengamos hijos o nietos, uno no decide si es homosexual, o bi, o lo que sea” se explaya el entrevistado con una energía impresionante.

“Para que uno pueda hacerle caso a lo que siente necesita un entorno que lo acompañe y no lo juzgue, un entorno en donde se siente seguro, que las familias hablen de las diversidades sexuales. Es necesario que se normalice que uno pueda sentir atracción por alguien del mismo sexo. Las generaciones nuevas ya viven un cambio importante en su sexualidad. Ser bisexual no es ser homosexual. Por suerte tengo esa suerte, para mi es una suerte no elegir por género a quien me atrae, y tampoco significa que por eso tenga más encuentros o más chances que otras personas”, cierra.

Este jueves, las redes sociales se han tapado de comentarios positivos sobre este día, buscando sacar de la invisibilidad a la condición de bisexualidad como se hace desde 1998 en todo el mundo.

Jorge Luis Rivadeneira, psicólogo, nos explica esa frase de Freud tan repetida que asegura que en algún momento de la vida “todos somos bisexuales”: “Constitutivamente todos somos bisexuales por el hecho principalmente de que nacemos en un mundo en donde hay hombres y mujeres, y tanto hombres como mujeres nos transmiten cosas. Eso nos hace de alguna manera bisexuales en la constitución, no es una cuestión biológica porque tiene que ver con la relación al lenguaje y a los vínculos que generamos tanto con hombres como con mujeres. Siempre están las dos formas de ubicarse en la sexualidad”.

Ingrid Villafañe, lic. En Psicología y especialista en sexología de la pareja, nos explica que “el hecho de ser homosexual o hetero o transgénero, remite a una 'condición humana subjetiva' un modo de estar en el mundo, un modo de ser".

“Con el tiempo, por la crianza y la cultura nos tornamos esencialmente heterosexuales porque es lo que está socialmente bien visto o aceptado. Esta generación ya viene con otro chip. Son más las otras generaciones de gente más grande las que tienen esa reserva de juzgar. Recordemos que no hace tanto se trataba la homosexualidad como enfermedad. Básicamente, hay que tener presente en el respeto hacia el otro como una persona libre de decidir a quien amar”.

Bandera de la Bisexualidad.