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"Me la voy a llevar por delante": Natalia y la pelea de su vida ante una leyenda del boxeo

Historias de acá

La tucumana Natalia Alderete es una peleadora de la vida y del ring y se encuentra a días de enfrentar a Marcela “La Tigresa” Acuña en su vuelta al boxeo. Una infancia muy difícil, el sacrificio y el mayor desafío de su carrera: “Soy más que valiente”.

Huracán Alderete va por la gloria ante Acuña.





En la vida como en el ring, Natalia Alderete siempre tuvo que pelearle a la adversidad; acaso su rival más difícil. Una infancia a los tumbos sin mamá ni papá, idas y vueltas de su hogar, un embarazo que casi le cuesta la salud y el deporte como una pasión que empezó a despuntar tarde, pero con instinto suficiente para llevarse el mundo por delante como un huracán. Tanto en el boxeo como en el kickboxing, la tucumana de 38 años no le teme a nadie y ahora, cuando creía ya terminada su carrera, tiene por delante la pelea de su vida. En unos días, tendrá enfrente a la mayor leyenda del pugilismo femenino argentino:  Marcela “La Tigresa” Acuña. Lejos de amilanarse, encara la contienda con hambre de gloria y garras afiladas: “Voy a pelear. Estoy muy orgullosa porque el nombre de ella es muy grande, pero yo también me entreno y a mí también me gusta golpear. Voy a sacar golpes de dónde sea y cómo sea”. 

Son poco más de las cinco de la mañana y afuera todavía está oscuro cuando Natalia empieza a correr hasta la zona de El Corte en el primero de sus tres turnos de entrenamiento diario. Los días que la separan del desafío más importante de su carrera deportiva transcurren en esa vorágine de la exigencia física y de los otros tantos frentes que la pugilista no descuida: su familia, las clases que da en el gimnasio, los once perros con los que convive en el Barrio Trece de Yerba Buena. En una de esas pausas escasas y breves, le atiende el teléfono a eltucumano.com para contar cómo afronta el combate del sábado 25 de septiembre en Concordia, cuando le toque medirse contra la formoseña que vuelve al ring tras poco más de dos años de inactividad: “La verdad que, cuando me propusieron la pelea, al principio un poco que me asusté y me costó decidirme. No es que me de miedo, porque miedo no le tengo, pero no sé si iba a estar a la altura desde lo técnico. No sabía si estaba preparada y la verdad que no quería ser menos. Hasta que me convencieron de que puedo hacer un buen trabajo. Esta es la pelea más importante de mi carrera. Nunca me lo hubiese imaginado porque daba por hecho que no iba a boxear más. Es muchísimo el sacrificio que una hace para poder entrenar y costearse. Por ahí desde afuera no se nota, pero a los deportistas nos cuesta mucho a esta edad”. 

“Esta chinita es como un huracán”, le dijo una vez su tía Alicia sin saber que ese sería tiempo después el sobrenombre de la peleadora arriba del ring. Cuando se lo dijo, Natalia tenía 18 años y acababa de dar a luz a Alexis, el primero de sus hijos. El parto fue complicado porque, tiempo después, le detectaron un tumor de páncreas que afectó mucho su salud: “Tuve una pancreatitis tremenda, me habían dicho que no podía tener más bebés”. Sin embargo y contra todos los pronósticos, tuvo tres hijos más. Dos de los cuales, Lautaro y Tomás, ahora son boxeadores como ella. Su esposo, Javier Romano, también compite en artes marciales. Una familia que pelea y que la pelea como hizo Natalia desde muy chica. Aunque prefiere dar vuelta la página de esa parte de su historia personal, reconoce que tuvo una infancia muy difícil: “Yo fui sola, no tuve ni papá ni mamá. Por suerte, tengo al lado un hombre muy bueno y muy trabajador, yo vivía siempre con mis tíos. Tanto él como yo, nos criamos acá en Yerba Buena. Acá todos me conocen desde que era una mocosa y cuidaba autos en el mástil”. 

“Yo le había prometido a mi esposo que ya no iba a pelear más. Él me ve que hago tanto sacrificio, que no descanso, que entreno todo el tiempo, que me estreso mucho. He vivido tantas cosas horribles en la vida que en mí familia no quieren que me siga sacrificando más. Además, a mí me gusta estar en todo, en el cuidado de la casa y de mis hijos… En ese sentido, soy una mamá muy hincha pelotas. Pero lo del boxeo y del deporte en general es algo que amo y que no lo puedo explicar con palabras”, confiesa la pugilista que se define como una boxeadora que va al frente; juicio que vale tanto para el ring como para los demás aspectos de su vida: “Creo que soy muy aguerrida y soy más que valiente. Eso sí, soy valiente de más, por ahí que me paso de valiente y debería pensarlo un poco más. Las personas que me entrenan están tratando de sacar eso de mí, de que no vaya siempre a lo loco, de que no abuse de mi fortaleza física… Si abuso de mi fortaleza me puede ir mal”.

La tucumana tiene una carrera consolidada en el kickboxing profesional y desde los 30 años que también boxea. Después de 22 peleas como amateur, se lanzó al pugilismo profesional donde cosechó una foja de tres triunfos (uno por nocaut) y tres derrotas, entre las cuales se cuentan dos peleas con campeonas mundiales: Evelin Bermúdez (campeona minimosca FIB) en 2018 y Anahí López (campeona mosca OMB) en 2019. Para ella la pelea con Acuña es una especie de revancha personal, ya que es la primera vez que combate con una boxeadora de primer nivel en su peso natural, la categoría pluma. Tanto contra Bermúdez como contra López llegó demasiado deshidratada y casi sin comer para poder dar el peso: “En ese momento sentí que tenía mucho más para dar en las dos peleas esas que perdí. Todos los días se aprende algo nuevo en este deporte y creo que ahora estoy mucho mejor preparada”. 

“La Tigresa” llega a la pelea pautada a seis rounds con 44 años y todo el peso de su leyenda deportiva detrás. No sólo se trata de una de las pioneras del pugilismo profesional argentino, sino que tiene un pasado como campeona mundial supergallo AMB, CMB, OMB y FIB, y de la categoría pluma de la IBA. “Yo no veo videos porque al boxeo de Acuña no lo puedo ver más veces de lo que ya lo vi. Hay que ver cómo está ella físicamente, pero su boxeo no va a cambiar. Para mí es la mejor de Argentina, hay muchas boxeadoras muy fuertes, pero ninguna como ella…Es muchísimo más experimentada que yo y se sabe todas las mañas habidas y por haber”, comenta la boxeadora tucumana. 

Natalia no tiene una estrategia definida, pero sabe que los primeros rounds serán determinantes para el desenlace de la pelea: “Puedo tener nervios antes de la pelea, pero, al primer golpe, se me pasa el miedo y la incertidumbre. Si vos me pegás, yo también te voy a pegar, así de fácil. A mí por ahí me cuestan los primeros rounds. Lo primero que quiero saber es si ella está fuerte. Si siento sus golpes, voy a tratar de boxear bien, de manera inteligente. Si veo que el golpe no me afecta, me la voy a llevar por delante. Ahí vamos al tome y tome y que sea lo que Dios quiera”. 

Natalia Alderete, peleadora. Así en el boxeo como en la vida.