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"¿Vergüenza? No quiero ningún plan social: estoy desesperada y necesito un trabajo"

HISTORIAS DE ACÁ

Luciana Lezana tiene 20 años y su situación es la que viven miles de jóvenes tucumanos y tucumanas. Cómo busca laburo desde que se baja del colectivo, los currículums entregados y cuál es la respuesta más difícil.

Luciana necesita trabajar.





“¿Vergüenza? Por favor, jamás en la vida me daría vergüenza salir a laburar para ganarme unos pesitos. ¡Soy feliz siendo humilde y ganarme la vida día a día! Si alguien tiene vergüenza salgan conmigo que yo ayudaré a sacar esa vergüenza. Soy tan feliz con tan poco, gente hermosa. Bendiciones para todos los vendedores de este mundo y que cada día sus ventas se multipliquen”.

La última publicación de Luciana Lezana habla por sí sola: junto a una conservadora de telgopor con ensaladas de frutas, la joven de El Colmenar le pone la mejor cara al día, aunque la realidad duela. Así vive: sin un trabajo formal o fijo. “Tengo el secundario completo, el último trabajo lo tuve en Los Nogales limpiando casas. Pero siempre viviendo al día siguiente. Sí, no siento vergüenza de ser humilde, pero no quiero ningún plan social ni nada que se le parezca: estoy desesperada y necesito un trabajo”.

La historia de Luciana es la de miles de jóvenes tucumanos y tucumanas desocupados. ¿Cómo busca trabajo ella? “Un día invertí 150 pesos en un vecino que sabe preparar los currículums, cada juego me cuesta 40 pesos y con todos los currículums en la mano me tomo el 3 o el 7, bajo en la Terminal y subo por la 24 de Septiembre. Dejé en todos lados: en Gastón Calzados, en la Refinor, en drugstores, en casas de ropa, en los hoteles de la General Paz, en todos lados pregunto, pero la respuesta más difícil siempre es: ‘No estamos contratando’. O directamente ni te llaman”.

“No descubro nada si digo que no me alcanza la plata. Tengo 20 años recién, pero no se encuentra nada: me recibí en la escuela Zavaleta, y siempre trabajé en la informalidad. Hice atención al cliente en la Feria Azul de El Bajo, limpié casas, hice de todo, pero no alcanza. Tengo a mi hermano con discapacidad y depende de mí. Por eso la situación es desesperante. Trabajo de lo que sea: no tengo problemas en doblar ropa, barrer veredas, pero si me dan a elegir siempre me ha gustado la atención al cliente, siempre he tenido carisma para atender”.

Los malabares de Luciana para vivir al día son incontables: “Un kilo de blando cuesta 700 pesos: hago milanesas, lo que sea para hacerlo durar dos días. Pero además hay cuentas que pagar, ayudar a mi mamá con la luz, con todos los gastos. Nunca me he quedado en la casa. La única ayuda que recibo son 2 mil pesos mensuales que se da como estímulo a los jóvenes trabajadores de Las Talitas, pero no alcanza: no soy la única que está sin trabajo y tengo bastante amistades que no lo encuentran”.

“Pero insisto: no hay quequedarse de brazos cruzados. También hay buscarlo al trabajo: además de los drugstores, fui por los bares, llegué hasta la 25 a preguntar en los locales de los superpanchos. A veces siento que no tengo suerte: me encantaría trabajar en una estación de servicio o en un local de calzados como algunas personas que conozco, pero no se da. Realmente estoy necesitando: si no necesitara trabajar, no publicaría por todos lados que busco un trabajo digno. No quiero un plan, de verdad que no: solo trabajo y vivir mejor”.

Los datos de Luciana: