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"No la abandoné nunca": los tucumanos se confiesan en el Día de la Masturbación

A pura paja

Como forma de placer, de autoconocimiento, de relajación o para ir a dormir. En el baño, en la cama o en la oficina, hoy se conmemora el Día Mundial de la Masturbación y los tucumanos cuentan sus experiencias onanistas: “La paja es una gran compañera. Es gratis, cómoda y no le tenés que dar explicaciones nadie”. Videos.

Gloria Oh, militante de la paja.





Fue mientras cursaba el quinto grado de la primaria y durante un recreo. En el baño del colegio no había mingitorios, sino una pared con una canaleta abajo para desagotar los fluidos comunitarios. Gustavo llegó apurado, desenfundó y advirtió que a su lado estaba Pedro, el compañero más grande del curso. Lo notó raro, como ensimismado y con la mirada perdida: “Estaba blanqueando los ojos y, cuando le pregunté qué le pasaba, me dice que se estaba haciendo la paja. Ahí dije voy a probar a ver qué pasa y me puse a manijear. Me acuerdo que ha sido una sensación muy buena, sentí un hormigueo por todo el cuerpo que fue algo espectacular. Desde entonces no la abandoné nunca”. Cuando relata la primera vez que se masturbó, el hombre de cuarenta años recuerda aquella experiencia como un momento apoteótico que lo marcó para toda la vida. Lejos de la vergüenza y de la estigmatización, del velo moral y del tabú de tiempos pasados, hoy que se celebra el Día Mundial de la Masturbación, tucumanos y tucumanas no se quedan de manos cruzadas y revelan su relación con ese amor primigenio e inclaudicable: la paja

“Al principio, no tenía conocimiento de lo que estaba haciendo, era algo mecánico que hacía y me daba placer… En ese tiempo y a esa edad era complicado conseguir pornografía, todo era con la imaginación nomás”, reflexiona Gustavo acerca de sus primeras incursiones en las artes masturbatorias. Pasaron los años y comenzó el tráfico clandestino de revistas para adultos que le estaban vedadas por ser menor de edad. Las primeras que llegaron a sus manos, después de pasar por otras manos, fueron unos ejemplares de las “Shock” y “Hustler”. La complicidad del proveedor tenía un alto precio, según recuerda: “Cambiábamos diez Patoruzú por una porno en Los Primos. Me acuerdo que todo el tiempo estábamos juntando las revistas para conseguir una porno y luego nos las pasábamos entre todos, muchas veces, cuando te tocaba, ya te llegaban con las páginas todas pegoteadas”. 

Aunque vivió el auge de los VHS siendo adolescente y en su casa había videocasetera, nunca pudo alquilar una película pornográfica. No tuvo la misma dicha que otros de sus amigos confabulados con algún adulto predispuesto o un empleado de videoclub acostumbrado a hacer la vista gorda. A los quince años, el encargado del videoclub le permitió traspasar la cortina prohibida para curiosear las portadas de los films triple equis, pero tuvo que conformarse con esas imágenes que retuvo largo tiempo en su mente. Pasó de las revistas directo a la pornografía por internet, tal como Glenn Quagmire, el personaje de Padre de familia, en uno de los capítulos más celebrados de la serie animada. 

Quagmire en el recordado episodio.

“En mi época éramos muy pajeros”, confiesa Gustavo que, en plena vorágine del despertar sexual juvenil, alcanzó el no despreciable récord de cinco pajas en un día. Como sucede con toda forma de arte y de artesanía, con la práctica llegó también el perfeccionamiento y, con esa mayor experticia, el uso de distintas técnicas: “Paragüita”, “La motoneta”, “El raspa fósforo”; son algunas que ahora recuerda sin demasiado esfuerzo como aquella que consistía en sentarse sobre su propia mano para generar un calambre y luego, al momento del acto, esa mano parecía una mano ajena. Innovaciones, maneras distintas de hacer lo mismo, aunque hasta el día de hoy siga prefiriendo la más convencional: “La mejor es la común y con la mano derecha, con la izquierda no tengo la habilidad”. 

No todo era color de rosas para los pajeros de la vieja escuela. En su afán de frenar el ímpetu adolescente por la masturbación y con fines prohibicionistas del autoplacer, muchos adultos estigmatizaban las pajas recurriendo a historias que hoy parecen extravagantes, pero que, antes de que se invente Google, sonaban mucho más verosímiles. Según estos mitos, en cada barrio no faltaba alguien que se había quedado ciego, estéril o loco por masturbarse de forma excesiva y a cualquiera podía pasarle lo mismo: “La gente grande te decía que te iban a salían pelos en la mano, que se te iban a llenar de callos, que te ibas a quedar sin semen y después no ibas a poder reproducirte… igual nadie hacía caso de eso y nos pajeábamos igual”. 

Aunque con menos frecuencia que en aquellos años dorados de euforia masturbatoria, para Gustavo la práctica no ha perdido su encanto y actualmente lo hace, en promedio, tres veces a la semana respetando un ritual personal: “Trato de hacerlo en la cama, me fijo que ande bien el wifi y me pongo a buscar páginas porno gratuitas. Hoy en día hay muchas opciones y categorías para todos los gustos. Sé de gente que, antes de verse con alguien por primera vez, se masturba para durar más tiempo teniendo sexo. En mi caso, yo la uso más que nada para irme a dormir relajado. Por ahí no te das cuenta y has pasado media hora masturbándote… con eso te dormís como los reyes, es algo muy relajante que te saca la energía”. Según revela, el tiempo y el lugar para la paja pueden ser cualquier momento y cualquier espacio que le aseguren intimidad, incluso en horario laboral: “En el laburo es buenísimo porque es, de alguna manera, como ganarle al sistema. Yo lo hice muchas veces en el escritorio de la oficina cuando no había nadie, hasta que han puesto cámaras y no pude hacerlo más”


Antes de convertirse en una diva de la noche vernácula, la drag queen Gloria Oh fue una niña criada en un hogar conservador; una niña que, sin saberlo, experimentó el autoplacer de forma precoz ayudada por el potente chorro del bidet de su casa: “Me acuerdo que, cuando era chica y mi mamá me enseñaba a usar el baño, a mí me gustaba meterle fuerte al chorro del bidet y ella me decía que lo merme porque me iba a lastimar, pero yo no sentía que me dolía, al contrario, era algo que me daba placer. Entonces iba y me balanceaba sobre el chorro, pero no sabía que me estaba masturbando porque había mucha confusión en ese entonces”.  

“Yo fui criada con conceptos del siglo pasado donde se enseñaba que la mujer tenía que guardar su virginidad como un tesoro. Tuve mi primera experiencia sexual de muy grande, pero hasta eso me metía de todo… eso sí, siempre pensando en mi primer novio. Cuando comencé a hacerme la paja de manera consciente tenía una obsesión, me la hacía todo el tiempo y todo el tiempo buscaba lugares donde masturbarme: en el baño, en las vacaciones familiares, entre gente durmiendo, en el laburo… Para mí ha sido una gran descarga, no solamente erótica, sino también de tensión. Me acuerdo que mi mamá estaba muy enferma y dormía conmigo y yo me levantaba y me iba al baño a masturbarme. Eso me ayudó en ese momento que sentía una mezcla de stress, nervios, miedo”, se explaya la conductora que, en su momento, aprovechó el espacio de su programa radial para tratar estos temas en público sin ningún tipo de prurito. 

Gloria de entrecasa procurándose placer.

De acuerdo con su experiencia, existen tres tipos de masturbación que cumplen con tres funciones diferentes: masturbación por pulsión, por reacción y la que define como paja farmacológica. La primera de estas se da por puro deseo, ante la necesidad de descargar una pulsión sexual. La segunda es similar a la primera aunque se trata de un deseo direccionado: “Es cuando tu mundo erótico despierta ante otro que te gusta mucho y te hacés la paja por esa persona”. Por último, la paja farmacológica persigue fines terapéuticos de relajación muscular: “Ahora que ya soy una señora mayor me pajeo muy poco y las pajas que me hago son, generalmente, farmacológicas. Las uso cuando no me puedo dormir, en lugar de tomarme un Alplax, o cuando estoy muy nerviosa. Cuando estoy muy ansiosa por algo me masturbo y también, como me enseñó un amigo, lo hago antes de tomar decisiones importantes porque me ayuda a pensar con más claridad”. 

Valiéndose de su imaginación, mirando contenidos para adultos o con juguetes sexuales, los estímulos pueden ser diversos a la hora de entregarse a la exploración y disfrute de su propio cuerpo: “A veces miro porno. Prefiero los videos caseros, el amateur, no me gustan las híper producciones. Por lo general, no me gusta la pornografía, pero me excita el sonido que hacen los genitales cuando se encuentran, ese ruido como de correr en ojotas. Igual, cuando estoy enganchada con alguien no necesito ver, sólo recordar. También uso dildos o dedales, pero cuando tengo erotismo uso los dedos porque ahí se pueden tocar las paredes de la vagina. Es muy importante ingresar los dedos porque es bueno, no sólo para el placer, sino que, al tocar, una puede encontrarse cosas y eso es bueno desde el punto de vista ginecológico”. 


Para Raquel, la incursión en la masturbación vino de la mano de la literatura y así lo cuenta: “Fue a los doce años durante una siesta de las vacaciones de verano. Mi mamá me había regalado un libro sobre mitología griega y en uno de los pasajes donde hablaba del sexo promiscuo entre los dioses me ha dado un ardor pélvico, entonces, inicié una exploración dactilar nueva que cambió mi vida para siempre. Después de eso, empecé a hacerlo todas las semanas y, con los años, todos los días”. 

Siempre sola, en su cama, con luz tenue y tapada por las sábanas. Así encara sus prácticas masturbatorias, en las que suele incurrir una vez al día, esta empleada administrativa de 27 años. Por lo general, no se vale de más recursos que la propia imaginación hasta alcanzar un nirvana onírico plagado de imágenes sensoriales. “Me pajeo pensando en cosas que prefiero no compartir, pero puedo decir que pienso en texturas, olores, personas… trato de hacer un popurrí de cosas que me excitan”, confiesa y después insiste que, en nuestra sociedad, la masturbación femenina todavía es mucho más tabú que la masculina. Eso no se sabe, eso no se dice, eso no se cuenta. Muchos han descubierto la paja descubriéndose a sí mismos y no la dejaron más. Aunque relegada a los arcones íntimos de lo inconfesable, la paja siempre estuvo ahí y creen que ya es tiempo de sacarla del closet, por eso celebran que tenga su fecha en el calendario y que hoy se conmemore el Día Mundial de la Masturbación. La glorifican y la aplauden, pero con una sola mano. 
 
Por qué es hoy el Día Mundial de la Masturbación
 
La Manuela, cogotearse el ganso, acariciar la nutria, la del mono, lustrar el sable, remontar el barrilete, cascarse, apuñalarse; pocas prácticas gozan de tantos eufemismos para ser nombradas como la masturbación, principalmente, masculina, aunque la expresión más difundida y aceptada universalmente es hacerse la paja. Hay distintas teorías respecto de cuál es el origen de la popular expresión. Algunos dicen que se debe a que el movimiento de bajar y subir la mano, frecuente en la masturbación masculina, es similar al gesto que hacían los campesinos para separar la semilla del cereal del tallo en que crece, es decir, la paja. Para otros, podría tratarse de una derivación etimológica del verbo latino “pascere” que significaba satisfacer. Como sea, lo cierto es que si bien la paja es paja desde que el mundo es mundo, recién a partir de 1995 tiene celebración propia cada siete de mayo, fecha en que se conmemora el Día Mundial de la Masturbación. 

La fecha que reivindica a la paja se instauró en San Francisco luego de que en esa ciudad norteamericana se celebrara aquel año el Día de las Naciones Unidas contra el SIDA. Ese día, la pediatra Joycelyn Elders, ex secretaria de Salud de la administración de Bill Clinton, declaró que la masturbación se debería considerar un buen método de prevención para evitar que los jóvenes se expusieran al sexo de manera insegura y también un arma más para prevenir el VIH. Ni lentos ni perezosos, aunque sin duda pajeros, los fabricantes de juguetes sexuales de la firma Good vibrations aprovecharon esa exposición en uno de los actos oficiales de la ONU para crear el Primer Día Mundial de la Masturbación. Según la empresa, esta fecha sirve para homenajear a Elders por atreverse a hablar de un tema considerado tabú.

Así como fue satirizada en escenas de películas cómicas clásicas como “Loco por Mary”, “American pie” y “Torrente”; la masturbación también ha inspirado a muchos artistas que le han dedicado sus odas poéticas como la canción “Luna de miel” de la banda Virus: “Caramelos de miel entre tus manos. Te prometo una cita ideal. Adorando la vitalidad”. O la lírica de Luis Eduardo Aute en el tema “Dentro” que reza: “Mi mano ahuyentó soledades, tomando tu forma precisa”. Y del cantautor Zambayonny quien supo eternizarla en tono confesional: “Dejé de fumar, dejé de tomar, dejé de joder, dejé de comer de más, dejé de mentir, dejé de pedir, dejé de putear y putear, dejé de volar, dejé de jugar, dejé de confiar, dejé de asustar y llorar, dejé de reír, dejé de apostar, dejé de dormir de más, pero no pude dejar la paja”. 


Elevada a la condición de arte, por todas sus bondades y su fidelidad incondicional, en su propia fecha, los tucumanos han decidido honrarla y rendirle el merecido tributo. “La paja es una gran compañera. Es gratis, cómoda y no le tenés que dar explicaciones a nadie. Es un cable a tierra; un momento de intimidad que te hace olvidar de todo, los problemas, dolor de muelas, todo… Espero poder hacerme la paja hasta el día que me muera”, la ensalza Gustavo.

“Tengo puesta la camiseta del pajerismo. Masturbarse es siempre de a uno, es un acto individual y de soledad absoluta, con los otros es siempre sexo. Para mí es un acto de placer propio y veo a la masturbación como un aula donde uno va y aprende de uno mismo. Es una herramienta para conocerse, si yo no me conozco es imposible que sepa decirle a otro cómo me tiene que brindar placer”, milita Gloria Oh. 

“Es una experiencia física integral, no sólo genital. La paja para mí es un espacio de intimidad conmigo misma. Es una forma de relajarme; una forma de explorarme para tener relaciones sexuales más placenteras. Eventualmente, también es una muy buena técnica para dormir”, pondera Raquel. 

Mirá los videos con escenas onanistas: