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Pegadizas y adictivas: el secreto de las canciones que tararean los tucumanos

Historias de acá

No lideran ningún ranking, pero sus canciones son las más escuchadas en toda la provincia. Desde jingles clásicos como el de La Sevillanita hasta el memorable “Felices con Jaldo”. La magia detrás de los temas más populares: “Este es un arte comercial”.

Cantando bajo la ducha, un clásico.





A todos nos ha pasado y nos sigue pasando. Sucede de manera imprevista cuando caminamos por el centro, nos sentamos en un banco de la plaza, hacemos fila para un trámite o cuando mordemos el capuchón de la lapicera abstraídos del mundo exterior. De pronto, sin que nadie la convoque y venida de vaya uno a saber qué recoveco interior, una melodía comienza a resonar en nuestras cabezas. Instantes después, nos sorprendemos tarareándola. Sin importar el momento ni el lugar, repetimos como autómatas un mensaje que parece subliminal, pero que no es otra cosa que el seductor canto de sirenas del capitalismo invitándonos al consumo de algún producto, de algún servicio, de algo que quizás no sabemos bien qué es, pero está ahí, en nuestras cabezas y en nuestras bocas que se rinden fascinadas ante la cadencia rítmica que dice “día a día en las rutas del noroeste…” o “cubrasé, cubrasé con Coberturas Córdoba” o  “Emi, si voy a construir, voy a Emi”. Cortos, efectivos, adictivos; los jingles publicitarios se nos pegan y no nos sueltan jamás. La pregunta es quiénes son los artistas anónimos que están detrás de las canciones que más tararean los tucumanos y cuál es su secreto.

Cuando era niño y vivía en la localidad salteña de Orán, Gonzalo Sánchez esperaba que llegara el sábado para ver por televisión “El show creativo”, el programa sobre publicidad creado por Juan Gujis a mediados de los ochenta. Para entonces, ya tarareaba la canción de los chocolates Tubby 3 y Tubby 4, como después lo haría con la del pegamento La Gotita y la del alfajor Blanco y Negro de Bagley. A Salta también llegaban los jingles jujeños del diario El Pregón y el que promocionaba a la popular Fiesta de la primavera. Gonzalo los cantaba preso del magnetismo que esos grandes clásicos de la publicidad generaban en la audiencia.  A los 18 se vino a Tucumán a estudiar ingeniería en sistemas. Una vez acá, comenzó a despuntar su pasión por la música como tecladista de La Banda de Tu Hermana, formación que integró a lo largo de 14 años. Hoy con 44 años revela que sus dos grandes pasiones siempre fueron la música y la publicidad: “El destino me ha traído hasta acá. Me acuerdo que, cuando era chico, me encantaba la publicidad, veía siempre el programa de Gujis. La música también ha estado presente en mí desde chiquito. En un momento he podido combinar esas pasiones”.

Ese momento del que habla quien ahora es el Director creativo de Chez Publicidad fue a comienzos del 2002, cuando alguien le pidió hacer una canción para promocionar una empresa de turismo dedicada a los viajes estudiantiles. Ese fue su primer jingle y fue todo un éxito: “Quería que sea algo emotivo, era un tema lento, algo medio raro, pero funcionó muy bien. Ahí fue que descubrí esa veta para trabajar con la música”. En poco tiempo, Gonzalo pasó de vender publicidades en las radios a ser el artífice de esas publicidades que escupen los parlantes. Panificación Albertus, Avícola La Entrerriana, Coberturas Córdoba, Emi son algunas de las empresas para la que ha creado jingles de esos que los tucumanos no dejan de tararear. También ha sido el responsable de reversionar un auténtico clásico de la canción publicitaria local como es el de Transporte La Sevillanita; aquel tema que dice “Día a día en las rutas del noroeste, día a día en las puertas de su hogar” (seguro usted ha leído esto tarareándolo) y que en su nueva versión suena con melodías de música flamenca.

Gonzalo en su estudio de grabación. 

¿Cuál es la magia de los jingles publicitarios? ¿Dónde está el secreto de su estúpido y sensual atractivo? ¿Qué hay detrás de la irrenunciable fascinación que generan? ¿Neurociencia? ¿Coaching? ¿Mensajes subliminales como aquellos que, según el mito, tenían los cassettes de Xuxa en los noventa al dar vuelta la cinta? Gonzalo define al jingle como un arte comercial y devela el misterio acerca de su poder de encantamiento: “Lo principal es tener una buena melodía, tiene que ser simple como las canciones comerciales y que la gente la asimile rápido. También tiene que estar bien dirigido al público al que vos querés llegar, está buenísimo que les guste a todos y la canten, pero si es el público al que apuntamos, mucho mejor. Requiere de mucha creatividad y esfuerzo porque hay que decir mucho en poco tiempo. Hay que ser claro y conciso porque tenés 20 o 30 segundos a lo sumo donde tenés que dejarle a la gente en la cabeza lo que querés decir”. Ante esta receta, imposible no recordar aquel capítulo de los Simpsons en que la familia es captada por una secta que les lava el cerebro. Con Homero no hay caso al principio hasta que le transmiten el mensaje con la melodía de la serie de Batman: “na na na na lider lider lideeeeer”.

“Con el jingle pasa que nadie se pregunta quién los hace, nadie se imagina que hay todo un proceso de producción detrás. Muchas veces, la gente piensa que se hace solo, pero es complejo porque hay que responder a determinadas estrategias donde lo que queremos es vender o posicionar una marca. El mensaje siempre está elaborado pensando en lo psicológico. Si el mensaje es más empático conecta más fácil con la audiencia”, comenta el publicista que define a los creadores de jingles como compositores anónimos y explica que la producción de una canción publicitaria puede demandar un mes de trabajo donde participan distintos músicos y cantantes.  Gonzalo ha producido jingles no sólo para Tucumán y otras provincias del país, sino también para Ecuador, Perú, Bolivia, México y Chile, entre otros.

Además de su función comercial, los jingles también cumplen con funciones proselitistas a la hora de las campañas electorales. En estos casos, según advierte, la mayoría de las veces apelan a realizar covers de canciones populares a las cuales se les cambia la letra: “Lo mejor para una marca es que sea un jingle original porque tiene una identificación única con la audiencia. En cambio, el jingle cover se usa cuando conceptualmente te sirve para comunicar lo que querés comunicar. Yo no soy de hacer muchos covers, sólo cuando lo amerita. Para mí agarrar una canción y cambiarle la letra es de una vagancia y, a veces, de una irresponsabilidad tremenda. Para las campañas políticas suelen funcionar porque no hay tiempo y necesitan algo que ya esté asimilado. Los políticos lo que quieren es estar metidos en la cabeza de la gente, que se escuche su nombre”.

A Marcelo Gabar quizás lo conozcan por sus presentaciones como solista en distintos bares de la provincia o como cantante de la banda La Festa, pero, aunque no lo reconozcan, tal vez lo recuerden por haber sido la voz del hit proselitista “Felices con Jaldo” con que el actual vicegobernador de la provincia hizo su campaña para diputado en 2017 al ritmo del entonces archipopular éxito de Maluma “Felices los cuatro”. Marcelo tiene 43 años, es músico profesional y dirige su propia academia de canto. Arrancó en el mundo de la canción publicitaria a los 21 de la mano de su amigo Gonzalo Sánchez y hoy es una de las principales voces masculinas de los jingles tucumanos, aunque a veces cueste advertirlo por su capacidad para camuflar su voz en otras voces: “Puedo impostar la voz y cantar como Marco Antonio Solís, Vicentico, Jean Carlos, Sandro… voces que la gente reconoce en el acto, pero la idea es no caer en la imitación, sino ir hasta un punto en que no se pierda la creatividad propia”.

“Los jingles quedan en el inconsciente y, de alguna manera, te predeterminan, condicionan tu comportamiento”, reflexiona el cantante que deja en claro el esfuerzo y el profesionalismo que requiere poner la voz en las canciones publicitarias: “Los jingles no han sido un curro para mí, sino que, a raíz de eso, me perfeccioné como artista y seguí estudiando canto. No es un trabajo así nomás, a la ligera… si bien son 30 segundos lo que dura la canción, podemos estar hasta tres horas grabando esos 30 segundos”.

Marcelo cantando en vivo.

Además de algunas canciones de campañas políticas, la voz de Marcelo puede escucharse en muchos de los jingles más populares de la actualidad como el de Emi, Avícola La Entrerriana y la nueva versión de La Sevillanita, entre tantos otros. “Cuando voy a grabar un jingle a la impronta ya la tengo, sé lo que la gente quiere. El jingle es pensar en lo creativo para que el producto sea igual que una canción popular, tiene que llegar y tener el impacto de una canción, por ejemplo, de Abel Pintos”.

El músico se caracteriza como un cantante de rock, pero no tiene ningún prejuicio a la hora de presentarse como cantante de jingles, por el contrario, es motivo de orgullo: “Es un buen trabajo, muy gratificante y dignificante. Es algo que me ha enseñado mucho, cantando jingles he aprendido mucho de interpretación porque a las canciones también hay que actuarlas. Es uno más de mis trabajos y siempre lo cuento con alegría. Además, nunca me olvido que JAF fue la voz de una marca de gaseosa y Eddie Sierra de una marca de cigarrillos”. Sus canciones, esas canciones en las que canta las loas de productos y servicios, no figuran en ningún ranking, pero son, sin dudas, las que más se escuchan en las radios tucumanas y las que más cantamos casi sin darnos cuenta, como quien no quiere la cosa, como los versos que aprendemos de una vez y para siempre en la escuela. Su voz invade los taxis, oficinas y salas de espera de la provincia y, parafraseando a otro músico popular: A nadie le amarga un jingle.

Escuchá algunos de los jingles más populares: