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"Quería abrazarlo": vio la parrillada, preguntó por el asado y el dueño lo emocionó

HISTORIAS DE ACÁ

Walter Casales iba por calle Viamonte a comprar unas empanadas a lo de Sandoval cuando vio la parrilla llena de pollos, y cortes de asado y chorizos el domingo al mediodía: "Son gestos que en estos momentos tan difíciles que vivimos te conmueven más que nunca".

Rancho La Gaviota, las mejores empanadas y riquísima comida desde el corazón del barrio Oeste II para todo Tucumán.





Walter Casales había salido temprano el domingo a la mañana y, antes del almuerzo, bajó hasta Viamonte, donde está el Rancho La Gaviota, la casa de Sandoval en el barrio Oeste II, con la parrilla ya colmada de pollos y, a un costado, unos pequeños cortes de carne y chorizos. "Generalmente le compro las empanadas los domingos. Le pregunté por las empanadas y me dijo que todavía estaban haciéndose en el horno. Durante la espera, veo la parrilla y me tiento: '¿Tiene el asado a la venta?'"


Don Sandoval es un vecino de toda la vida del barrio, noble, trabajador, que en su casa puso su local de negocios famoso por sus empanadas con un detalle especial en el repulgue, hechas en el horno de barro, de pollo, carne y mondongo y con gestos habituales que hablan en boca de otros vecinos del barrio: "Una vez fui tarde a comprarle. Quise agregar al pedido unas sfijas y don Sandoval me dijo que las sfijas estaban hechas desde la mañana: 'Quizás ya están secas. Mejor no se las cobro. Llévelas'. Me las regaló. Estaban riquísimas”.


Realizada una breve presentación de Sandoval, de regreso a lo que pasó ayer domingo en calle Viamonte, Sandoval escuchó la pregunta de Walter ("¿Tiene el asado a la venta?") y le respondió, casi como con culpa: "No, amigo, el asado es para la familia". Pero al rato volvió. Lo cuenta el propio cliente: "Cuando lo vi volver a Sandoval con una bolsa llena de pan, me imaginé qué se traía algo más entre las manos. Abrió un pan, le puso un chorizo en el medio, me sonrió y me regaló un flor de choripán. Me dijo: 'Tomá, no te vas a quedar con las ganas'".


Mientras se hacían las empanadas, Sandoval volvió a entrar y a salir con una botella de Coca Cola y otra de vino tinto. "Me había convidado un vaso de Coca y estaba por convidarme un vaso de vino cuando le dije: 'Y, bueno, ya me quedo acá, ¿para qué voy a volver a mi casa'. Nos reímos y me respondió: 'Ningún problema, amigo. Tome asiento'. Con un choripán y un vaso de Coca, ya estaba lleno y todavía tenía las empanadas para llevar que siempre se las compro porque son las más ricas de toda la zona de verdad. Pero es el gesto del señor Sandoval el que me llenó, ese gesto es el que me emocionó", relata esta mañana al diario el tucumano Walter, ya en su local Intek, donde realiza servicio técnico profesional en telefonía móvil, un perfil de trabajo quizás distinto al de Sandoval, dos personas ahora unidas a través de una parrillada y un barrio tan grande y popular como el Oeste II.


"Cuando Sandoval me preparaba el choripán, se dio cuenta de que yo estaba emocionado con el gesto y me dijo: 'Tranquilo, amigo, son riquísimos los chorizos. Los compro a mitad de cuadra, ya vas a ver'. Estos gestos en estos tiempos te emocionan más que nunca. Quizás uno más sensible que de costumbre con todo lo que está pasando, ¿no? La gente anda toda loca en la calle, nerviosa. Hasta durante los fines de semana. Te tiran el auto encima, te gritan. Y ayer no. Me fui contento de regreso a casa. Son gestos que uno hoy, la verdad, no espera. Cuando quizás tendría que ser algo normal, un simple gesto como el de Sandoval son cosas que no se ven tan a menudo".

"Por eso me sentí tan agradecido. Tenía ganas de darle un abrazo, de verdad, pero por esto de la distancia que hay que mantener, me quedé con las ganas. Cuando pase todo, voy a darle ese abrazo. Soy del barrio, de la Italia al 4400, tenés que ir por la Colombia, girás por la derecha y lo vas a ver a Sandoval. Por eso, antes de empezar la semana, me tomé un tiempo, me senté en la compu, escribí lo que viví y lo compartí con el grupo del barrio y le deseé de corazón que venda 10 mil docenas de empanadas. Se lo merece. El que lo conoce, sabe que Sandoval se lo merece".