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"Él creyó que era su cumpleaños y nada más, pero nunca se imaginó mi sorpresa"

HISTORIAS DE ACÁ

Gissel Herrera era un manojo de nervios con los preparativos y su novio Víctor Correjidor no sabía nada hasta que llegó el gran momento: en el patio del fondo de su casa en Aguilares, ella tomó la decisión y él rompió el llanto. El video del momento.

El abrazo del amor.





Son cinco hermanas las Herrera y en el mismo patio del fondo de la casa de Aguilares iban pasando de a una rumbo a un altar imaginario que dibujaban en sus sueños. Ese sueño se materializaba en los vestidos de novia que Gissel Herrera, la modista de la familia, confeccionaba para sus hermanas, pero no todavía para ella misma.

Yi Herrera tiene una hermosa hija que cumplirá los 14 años pronto, pero nunca había dado el sí. Nunca lo había imaginado. Hasta que hace un año apareció Víctor Correjidor, el novio de esta historia de película: "Ya veníamos como amigos desde hace un año, y frecuentando como novios. Desde hace tres meses nos juntamos. Él es más chico que yo. Tiene 26 y yo 33. Los dos somos arianos. Él también tiene un hijo. Desde que nos conocimos supe que era el indicado”.

Mientras Yi habla esta tarde con el diario el tucumano, a su lado se ríe Víctor. Se tienta Víctor porque en esta historia fue ella quien le dio la sorpresa a él, se arrodilló, sacó de una cajita la alianza, le pidió la mano y le hizo la gran pregunta: “¿Te querés casar conmigo?”. Entonces las preguntas acarrean otras preguntas y las respuestas de la novia son tan simples como contundentes: “Con todo lo que está pasando ahora, a la vida hay que aprovecharla. Muchos te dicen que esperes hasta tener un techo propio, hasta tener un trabajo estable, pero este mundo nos ha demostrado que cambia todo el tiempo y la fecha del cumpleaños de él (ayer domingo) era la ocasión perfecta”.

El detrás de escena del “Sí, quiero” tiene cómplices: “La única que sabía era mi mamá. Ella me dijo que si yo lo sentía, que lo hiciera. Yo le dije que estaba segura. Y después estaba mi hermana, que me ayudaba con la decoración del lugar. Él no quería hacer ninguna reunión y de hecho vino poca gente: solo tengo a mi mamá, no vino su papá ni su mamá, pero sí una vecina que a él lo quiere como a un hijo en representación de la familia y todo se armó al aire libre con decoración del Indio Solari, de quien él es fanático”.

Carlos Solari ha reventado estadios en todo el país y ha visto una ola, dos olas, mareas, pogos, misas, pero detrás de sus anteojos redondos de sol eternos quizás sonría si se entera que en un patio de Aguilares, al compás de Jijiji, Víctor, el novio de esta historia, cante “No lo soñé” cuando tiene al amor de su vida con lágrimas en los ojos arrodillada pidiéndole matrimonio y haciéndolo llorar a él también.

El detrás de escena también guarda una perla y tiene que ver con unas de las estrategias reveladas por Yi: ¿cómo le sacó la medida al anular de la mano izquierda para que le calce la alianza? “La medida del dedo fue todo un tema. Cómo pedirle la mano lo había buscado viendo a unas chicas que lo hacían en YouTube. ¿Pero la medida del dedo? Hasta que agarro un cuaderno de mi hija, me pongo a dibujarme mi mano, le pongo mi nombre y la fecha. Él me mira y me pregunta qué estaba haciendo. Ahí le digo: ‘A ver, dame tu mano’. Con ese dibujo de su mano con mi nena hemos ido a una casa de Aguilares a buscar el anillo, jaja. De a poquito: primero el anillo, luego la cajita, y así”.

“Faltaban unas horas para el cumpleaños y yo ya estaba re nerviosa. Él me pedía que me tranquilizara. Él creía que era su cumpleaños nada más y nunca se imaginó mi sorpresa. No era un cumpleaños más, eso es lo que él no se imaginaba. Me temblaban las rodillas, pero me dio el sí, nos abrazamos y lloramos, fue un momento inolvidable y muchas personas me felicitaron por llevar adelante la iniciativa”, se enorgullece Gissel.

Mientras ya diseña en su cabeza el diseño de vestido de novia estilo sirena, con la cola larga, entallado, rumbo al altar como tantas veces lo soñó, responde por qué tantas repercusiones de su propuesta de casamiento: “Hay parejas que están años en parejas y no se casan. Tanto que se habla de empoderamiento, ese ha sido mi pensamiento. No se me cae nada ni me ha dado vergüenza ni que me critiquen. Muchas chicas están esperando que se arrodillen ellos, yo: él se ha emocionado un montón, yo con él. Ha sido una sorpresa. Y somos muy felices. Y en estos tiempos, ser felices no tiene palabras”.