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"Era glamour y rocanrol": vida y obra de Cuchón, el Pappo tucumano

Historias de acá

La música local llora la partida de uno sus hijos pródigos: “Cuchón Medina”. Virtuoso, bohemio, antisistema, quién fue el guitarrista en cuyo homenaje se quiere declarar el Día del roquero tucumano: “Él ha encarnado la representación del espíritu libre del rock”.

Fotos: Facebook Cuchón y la 350 BQ





Todos quienes lo recuerdan coinciden en un punto: si había alguien en Tucumán que podía encarnar en su persona toda la esencia y la filosofía del rock, ese era Enrique Osvaldo “Cuchón” Medina, el músico que falleció el domingo pasado a los 56 años. Sus colegas no se ahorran halagos a la hora de homenajear al guitarrista que, gracias a su virtuosismo, era conocido por muchos en nuestra comarca como “El Pappo tucumano”. Tocar, sentir y vivir el rock fue el dogma vital de este personaje irremplazable para la escena local. “Él ha sido una persona que no encajaba en el sistema. En eso nos llevaba una ventaja importante porque el tipo ha resignado muchas cosas para poder ser Cuchón las 24 horas del día. Él estaba completamente convencido de que su vida era el rock y se cagaba en aquellos que la careteaban. Si había alguien a quien le chupaba un huevo el sistema era él”, lo describe el músico Pablo Pacífico. Toda una vida ofrendada al rocanrol. 

Durante muchos años, quienes salían de bailar del famoso boliche Baba Yaga, en Banda del Río Salí, solían encontrarse en la vereda del frente con una banda que sacaba los parlantes a la vereda para escuchan Iron Maiden al palo. Ahí, en la casa de Cuchón, sus amigos y allegados se desvelaban tomando vino terciado con gaseosa y escuchando rock, siempre rock. Y siempre al mango. Así lo vivía y sentía el músico que fue un pionero para muchos roqueros tucumanos desde los ochenta y hasta el fin de sus días. “Él siempre ha sido fan de Pappo y de Maiden, su estilo estaba muy marcado por eso. Me acuerdo que, cuando lo conocí a fines de los ochenta en la casa de El Negro Pepe, él ya era todo un personaje de la Banda del Río Salí y ya era rockero, tenía una banda que se llamaba Halcón”, recuerda el cantante Pablo Pacífico con quien compartió la segunda formación de Los Peces Gordos a finales de la década del 90, aunque la relación de los músicos trasciende los escenarios y lo define como parte de su familia. Cuchón también había formado parte de la banda de su hermano Johnny Pacífico.

Noches interminables regadas de whisky, de voces cascadas de nicotina y lamento blusero de guitarras. La de Cuchón era esa bohemia urbana propia del rock de antaño, pero todo empezó con la herencia tanguera de su padre, “El Patón” Medina, cantor de tangos a quien supo acompañar en los escenarios desde muy chico. Nuestro roquero arquetípico creció con alma de arrabal y así lo recuerdan quienes hoy lo extrañan, como lo hace Pablo, compañero en tantas giras que se continuaban de jueves a domingo: “Con su música era de relatar historias de personajes urbanos o historias personales. Había hecho del rock un culto. Desde la actitud y desde la aptitud, el comportamiento que tenía, la manera de hablar y de vestir… Era un gran guitarrista y también un showman arriba del escenario. No era un oficinista del instrumento, él era un rockstar. Hay mucha fantasía en el mundo del rock, entre el glamour y el cotillón hay una delgada línea y el gordo era glamour y rocanrol al 100%”. 


“Era una persona muy copada, muy simpática y de vivir intensamente el momento. También tenía su sarcasmo, no se tomaba muy enserio a sí mismo. Era bastante bohemio, para mí él ha encarnado la representación del espíritu libre del rock. Él vivía el momento. Yo destaco siempre el amor tremendo que tenía por la música, era alguien que, al momento de tocar, se posesionaba… en el momento en que sonaba la guitarra, se transfiguraba. Probablemente sea el mejor guitarrista de blues que tuvo Tucumán, por eso le decían el Pappo tucumano. Tenía un sonido muy poderoso”, de esa manera lo caracteriza el bajista Rony López quien cuando era apenas un niño descubrió el mundo del rock de la mano de Cuchón, su vecino en Banda del Río Salí: “Siempre había juntadas en su casa con gente que tocaba. Ahí sacaban temas de Spinetta, de Charly, del rock nacional… Ese ha sido uno de mis primeros acercamientos a esa música. Me acuerdo que eran como veinte amigos y Cuchón era el centro. Era un flash, eso me ha formado mucho”. 

Ese aprendizaje del que habla Rony, trasciende lo musical para volverse un ejemplo vital: “Su vida también ha sido una forma de enseñanza para mí. Tenía un gran compromiso con su pensamiento, estaba muy entregado a la música. Como su compañero de música y de zapadas me queda la impresión de que vivió y murió en su ley. Él ha encarnado el espíritu del rock, con lo bueno y lo malo de eso, lo ha hecho carne. Lo suyo era una bohemia musical y una cosa de entregarse siempre a la música”. 

La figura de Cuchón y la admiración que genera entre sus colegas no conoce de generaciones ni de géneros musicales. El Ponja, integrante de la banda Meta Root y referente del reggae tucumano, recuerda los momentos compartidos junto al guitarrista cuando se cruzaban en la sala donde ensayaba con la banda Buenas y Santas: “El recuerdo más vivido que tengo de ese jugador es en la sala de Shagi. Coincidíamos porque él ensayaba después de nosotros y era como la trasnoche en la sala. Era un chabón que encerraba todo lo que un roquero que se precie de tal tiene que tener. Era un roquero con todas las letras, de la vieja escuela. Creo que era parte de una estirpe de roqueros que ha ido cambiando… él tenía esa cosa del blusero, el whisky, el pucho… El rock en Tucumán ha ido cambiando y esa estética que tenía Cuchón se ha ido perdiendo”. 

“Musicalmente era una bestia. Tremendo guitarrista, era picante picante. La cuestión del blues la tenía muy bien aprendida y todos los roqueros de Tucumán que venían por detrás de él siempre veían que le podía chorear”, comenta el músico de 37 años acerca del guitarrista cuya última banda fue Cuchón y la 350 Baños Químicos.  

Una guitarra ronca de asfalto que le canta a nuestros paisajes urbanos y a los personajes que los habitan. Entre quienes han quedado inmortalizados en una canción de Cuchón está la polémica y a la vez seductora figura de Ema Gómez, la ex policía condenada por el homicidio del juez Héctor Agustín Aráoz. “Ematoma de amor” se llama el tema dedicado a Gómez, a quien el músico conoció después de un recital de Los Peces Gordos en La Zona, momento en que comenzó una relación de amistad con quien sería después su musa inspiradora. “Una señora fría y dark”, la describió el músico en letra que reza: “Es dueña de un revolver y una pasión sin fin”. La composición fue anterior al episodio que la tuvo como protagonista de las paginas policiales de la provincia. 


Tras el fallecimiento del músico y por iniciativa del ex  productor de Los Peces Gordos Max Iván De Cristofaro, el legislador Raúl Ferrazzano adelantó que propondrá un homenaje para Cuchón a quien describió como “ícono del rock y el blues tucumano”. A su vez, prepara un proyecto de declaración para que se instaure el 30 de enero, fecha de nacimiento del guitarrista, como el “Día del roquero tucumano”. “Definitivamente creo que hay que hacerle un homenaje porque él representa al rock tucumano. Creo que Cuchón representa ese estándar de roquero completamente dedicado a la música, de roquero día a día. Además, era una persona muy leal y muy honesta en su forma de vivir”, comenta Rony López respecto a la iniciativa. 

Que sea rock cantaba Pappo en Riff y Cuchón fue y será, por siempre, rock. 

Mirá el video de la canción dedicada a Ema Gómez: