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"Mi felicidad es la tuya": padres plenos, hijos felices

ENTRE LÁPICES Y EMOCIONES

La psicopedagoga Cecilia María Lozano escribe sobre cómo enseñar a los más chicos a ser felices sin depender del otro.





La frase que escuchamos frecuentemente es “si mi hijo es feliz, yo lo soy”. ¿Quién no quiere que su hijo sea feliz? Pero cuidado. Todo comienza desde adentro.


Hoy vamos a reflexionar sobre esto: si me siento feliz, pleno o plena, ¿Puedo criar hijos sanos y felices? El concepto no es mi vida funciona a razón de ellos. No, es mi vida “con ellos”.


Ser feliz, estar plenos (ustedes me dirán) pareciera ser tan fácil. Soy una convencida, y lo afirmo, que repensar el lugar donde estamos posicionados, observar hacia donde vamos, ya es dar el primer paso para el cambio. La felicidad, desde mis conocimientos profesionales y personales, mayormente es un estado emocional de satisfacción con la vida que uno lleva, una alegría estable. Partamos también, y sé que surgirá ese sentimiento (tan pesado) que es la culpa. Esa sensación, que paraliza y detiene tu motor de arranque.
 
Me gusta hablar de hacernos responsables de lo que somos, de lo que fuimos de la vida que tenemos. Pienso, y hago anclaje en este punto, no sólo para explayarme en este escrito sino para mirar mi historia y construir mi destino. Podría decir que la felicidad es una actitud con la que uno enfrenta la vida. No digo que podemos tener situaciones poco fortuitas sino lo que hacemos con ellas.


Los niños imitan las conductas de sus padres. Si este niño percibe que esas figuras parentales (padres), se sumergen en la vida de sus hijos, descuidando o no mirándose ellos mismos en sus deseos, proyectos, y vida personal, puedan imaginarse cuál es el mensaje que está dejando en testimonio: “No soy valioso”.

Si no hay amor propio, si no tenemos metas, deseos, un trabajo reconfortarle (hablo del que puede elegir y queda en esa zona de confort), una pareja (la cual la elegimos) como pretendemos que ese niño sea un adulto seguro, con autoestima fortalecido, si no tuvo ese ejemplo desde su hogar.


Los padres plenos, satisfechos con la vida que llevan, y no refiero a no tener piedras, sino a mostrar que se superan.


He podido escuchar frases lapidarias (a mi entender) como


- No me divorcio por mis hijos .
- No tengo tiempo de hacer actividad física
- No invierto en mí, para qué.
- No tengo actividades propias, sólo las de mis hijos


Con solo leerlas podrán percibir como siente y como piensa ese padre/madre, dejando su ser y haciendo dependiente de su felicidad a sus hijos. Realmente, que peso para sus niños. Ese hijo crecerá de manera poco armoniosa, porque entendió, que ser feliz, depende de otro.


Vivir en función de los hijos, nos hace padres insatisfechos con nosotros mismos. Se trata de vivir con ellos y no para ellos. A saber, que ser feliz debe ser una cuestión de actitud. Si no estás en ese lugar, llegaste a tiempo, de crecer, de evolucionar, primero por vos, después por tus hijos.