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"¿Vos no sabías nada, verdad?": Claudio donó sangre, recibió un sobre y se enteró

HISTORIAS DE ACÁ

En febrero, el sobrino de Claudio debía ser operado de la vesícula. Claudio fue a donar sangre al Banco de Sangre de la avenida Mitre. Sintió el pinchazo en el brazo. Cuatro días después, un sobre de papel se deslizó por debajo de la puerta de su casa y Claudio lo abrió.

Él es Claudio Fabián Sosa y quiere vivir.





Eran las dos de la tarde en la calle 1 del Mercofrut cuando Claudio Fabián Sosa ya estaba listo para hombrear y descargar las bolsas arpilleras que llegaban desbordadas de lechugas, perejil, cebolla, acelgas y remolachas. Durante cinco años trabajó así, desde las dos de la tarde hasta la medianoche: “Vivo a cinco cuadras, en el barrio El Salvador. Terminaba el turno a la medianoche, llegaba, comía algo, me daba un baño y dormía. Así todos los días hasta hace unos meses: todavía no sabía que tenía la enfermedad”.


En febrero pasado, el sobrino de Claudio debía ser operado de la vesícula. Claudio fue a donar sangre al Banco de Sangre de la avenida Mitre. Sintió el pinchazo en el brazo. Se puso una curita blanca y volvió a trabajar, más aliviado luego de ayudar. Pero ese alivio iba a terminarse cuatro días después cuando un sobre de papel se deslizó por debajo de la casa en la calle Díaz Vélez al 2600. Claudio lo abrió. Era del Banco de Sangre y decía: “Tenemos información de interés personal”.


“El doctor me recibió y me sorprendió que me tratara con tanta amabilidad. Lo primero que me dijo fue: ‘¿Vos no sabías nada, verdad?’. Le respondí: ‘¿De qué?’. Y me guió: ‘Vení, vamos a mi consultorio. Pero primero dejame que te pida un café con leche’. Cuando nos sentamos, me dijo: ‘Tenés HIV, estás en fase sida. Calculamos por la carga viral que tenés que te contagiaste hace ocho años’”.


Claudio Fabián Sosa, de 46 años, salió del Banco de Sangre sin palabras. Tomó el colectivo, abrió el ventanal, trató de tomar aire. Viajaba solo, sentado, como un pasajero más que ahora puede estar del otro lado del pasillo mientras avanza la nota, el semáforo se pone en rojo, ruge el motor del colectivo y el viaje a casa continúa como la historia: “No me caía la ficha. Repetía una y otra vez las palabras que me había dicho el doctor y no entendía hasta que llegué a mi casa. Me senté en mi cama y me puse a llorar. No podía parar de llorar. Es una sensación horrible enterarse así. Me enteré que tenía sida porque fui a donar sangre. Si no, ya estaría muerto”.


La vida siguió para Claudio hasta que fue despedido: “Tenía fuerzas hasta que la enfermedad se me empezó a notar. Estuve en fase sida, que es la última etapa, cuando ya muere la persona. Gracias a Dios, con los antivirales me recuperé. Son antivirales muy buenos. Integro un grupo de ayuda en Facebook de pacientes con HIV. Hay pacientes hasta de México. Somos 150 miembros que nos ayudamos con mensajes y palabras”.


Cómo se contagió Claudio es una pregunta sin respuesta: “El médico me dijo que efectivamente, había sido hace ocho años, pero no tengo ni idea cómo pasó o con quién. Por eso siempre recomiendan hacerse a tiempo los chequeos. Yo durante ocho años no sentía nada. Es silencioso. Y desde que me enteré, empezó el calvario: llegué a tener cuatro virus al mismo tiempo. Soy portador del HIV, tengo Citomegalovirus, Epstein-Barr y estuve con Covid-19”.


A una toxoplasmosis en tratamiento, se suman las horas y horas y horas y horas de guardias y guardias y guardias y guardias y de recetas y recetas y recetas y recetas ante los médicos que le han dicho todo lo que él repite: “Los virus que tengo son de los llamados oportunistas y contagian a una persona cuando ella baje las defensas. Además, en marzo me vi el estómago bien inflado hasta que llegó a ponerse como el de una mujer embarazada de 8 meses. Todo forma parte de la misma enfermedad: se inflama el bazo, toma el riñón, el hígado. Ahí empecé el tratamiento en el Padilla”


“En ese momento dejé de trabajar: tengo los riñones infeccionados, el bazo agrandado y parte de la vejiga tomada. No me podía levantar, era puro hueso. Era un alma viviente, se me marcaban los ojos, y me quedé postrado en la cama con temblores en la cabeza. Sigo con los temblores, y veo un poco borroso. Una vez que recuperé fuerzas, fui a la Casa de Gobierno y estaba toda cerrada. No tengo casi cama, pero eso es secundario. Hay un medicamento que necesito y no puedo encontrar: Esogastec20, o sea, esomeprazol 20 miligramos”.


“Son remedios que me hacen bien al estómago, aunque no tengo para comer. Si no fuera por mi hermana, que es empleada, no sé qué haría. En el Padilla sí me dan los antivirales, un combinado de pastillas que ahora es una sola: la tomo todos los días a las 8.30, tiene que ser puntual.  Los doctores no creen que haya salido de la etapa sida. Me ha felicitado la doctora porque hago todo lo que tengo que hacer para vivir, pero me dijo que tengo que ser indetectable. Lo urgente ahora es un turno para endoscopía. Fui siete veces y nunca me dieron el turno. Y siento que no puedo esperar más. El tiempo corre”.

Así se le inflamó la panza a Claudio.

Este es el remedio que Claudio necesita con urgencia.



Esta es la historia clínica de Claudio.


Con autorización de Claudio y en agradecimiento a tamaña repercusión ante su historia de vida, dejamos a disposición su celular para quienes deseen comunicarse directamente con él: 3815 35-1767.