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Tucumán, no lo entenderías: capítulo cuatro

Edición grandes éxitos

El olor a porro genera escándalo en un consorcio de Barrio Norte, en otro edificio del mismo barrio un gato poseído por el demonio produce una catástrofe, en Tafí Viejo una aldea de duendes es masacrada por manos inescrupulosas y el recuerdo de cuando la provincia fue invadida por carpinchos. ¿Dónde? Sólo en Tucumán compadres y comadres.

La mateada Mortal Kombat, uno de los eventos más singulares de esta comarca.





Nos escribe Mónica, devota seguidora de esta sección que celebra la fidelidad con que retratamos el lenguaje tucumano y nos dice: “Gracias por existir, una lástima que no hayan estado antes ¡Las noticias que nos habremos perdido!”. Quién no quisiera, estimada lectora, subirse al DeLorean como el Doctor Emmett Brown en “Volver al futuro” para viajar al pasado y pedirse un juguito Cootam congelado de esos que se ablandaban contra las paredes. Lamentablemente, aún no disponemos de dicha tecnología, pero lo que sí está a nuestro alcance es revisar entre algunas de esas notas de antología como si en aquel entonces ya existiera este espacio editorial. A la manera de esos compilados musicales que se consiguen en El Bajo con una sucesión de clásicos memorables de Gladys La Bomba o El Monstruo Sebastián, esta es una especie de Golden Hits de noticias extravagantes que ya no son noticia, pero siguen siendo extravagantes y siempre vale la pena recordar.
 
Masacre en la aldea de los duendes
 
Hay personas desalmadas, crueles e impiadosas, pero pocas veces se ha visto algo como el episodio que se vivió en la aldea de los duendes de Tafí Viejo en julio del año pasado. Cuando los administradores llegaron al lugar se dieron con una escena dantesca: duendes desmembrados sin orejas, desparramados en el suelo, sin sus típicos y simpáticos sombreros, las casitas sin techos y la locomotora del tren descarrillada. Un duendicidio inescrupuloso y premeditado que todavía no se explica. Las imágenes del horror son más que elocuentes. No falta el Gargamel que se ensañe con esos diminutos, traviesos y simpáticos seres de fantasía.
 

Faso y locura en Barrio Norte
 
Todos tenemos un vecino de sonrisa inexplicable, risa contagiosa, ojitos vidriosos, andar displicente y fragancia perpetua a pachuli cannábico. Algunos somos ese vecino ante la mirada de los demás. Y eso no suele ser un problema, después de todo, quién no quisiera convivir con vecinos así de pacifistas. Pero sobran los consorcios donde la fragancia dulzona de la marihuana en los espacios comunes es motivo de escándalo, multas y sanciones disciplinarias. Porque no falta a quien le amarga un dulce y todos saben que la convivencia horizontal en edificios es una usina inacabable de chismes y conflictos humanos. Algo de todo eso hubo en el consorcio de Barrio Norte donde transcurre esta historia que incluye marihuana, quilombo y una respuesta de esas que se pegan en el ascensor donde el acusado del olor a porro en los pasillos se defiende de la siguiente manera: “Le pido encarecidamente por el bien de la sociedad, la hipocresía y para que se termine la gente como usted que: se opere la nariz, haga terapia, adopte un perro, haga un retiro espiritual, tenga o compre un poco de su vida, deje en paz a sus pares, haga el amor…” ¿Pero qué fue lo que pasó? Lea esta nota y entérese, pero no se cuelgue.
 
¡Cebate un amargo Sub Zero!
 
Hombres de armas y yerba llevar, los personajes del Mortal Kombat, el popular videojuego creado en 1992, hicieron de nuestra plaza San Martín su punto de encuentro en la primavera de 2017. Resulta que Sub Zero, Ermac y Scorpion dejaron por un momento los combates y provistos de pava, termo y los infaltables bollitos idearon la entonces famosa “Mateada Mortal Kombat”, un fenómeno local que luego se replicó también con éxito en otras provincias. Con pantalones sobre los hombros y remeras sobre sus cabezas para emular los trajes de los luchadores, estos llamativos jóvenes bregaban por la comunión pacífica entre pares con un presupuesto muy escaso para sus atuendos, apenas cien pesos de aquellos años.  De cebada en cebada se armaba la ronda y estos guerreros dejaban por un momento las decapitaciones, descuartizamientos y fatalities a sus enemigos para mostrar su lado más amigable como lo muestra el video en la nota. Ahora, la pregunta que nos seguimos haciendo desde aquel entonces es: ¿Quién llevó el ananá?
 
Carpinchos hasta en la sopa
 
Quizás ustedes ya no lo recuerden, pero en mayo de este año, mientras la pandemia se expandía como una amenaza global, los carpinchos coparon la parada. Sí, los carpinchos, los roedores más grandes del mundo que, a diferencia de ratas y ratones, despiertan una singular ternura entre sus adeptos que los adoran. Tucumán no fue la excepción a ese fenómeno mundial y estos simpáticos animalitos aparecieron por doquier. Invadieron nuestra casa histórica, el reloj del parque y hasta el gobernador Juan Manzur se mostró con un carpincho. Pero lo más destacable fue un grupo de jóvenes tucumanos que se reunieron a través de las redes sociales para imitar el comportamiento de los carpinchos y hasta propusieron reemplazar a la paloma como símbolo de paz para poner en su lugar al más picante y fachero de los roedores. Pero muchos se preguntarán cómo se originó la fiebre carpinchera y el tsunami de memes. Para eso deben entrar a esta nota y dejarse llevar por el encanto de uno de los protagonistas excluyentes de la pandemia.
 

Un gato poseído por el demonio
 
Si Dios actúa de formas misteriosas por qué el diablo no habría de hacerlo. Y no es por demonizar a nadie, pero Wino, el gato de Gaspar, aunque de apariencia pulcra y angelical, tiene comportamientos que son propios de un verdadero azote como dicen las abuelas. Así lo describe la nota que retrata este extraordinario caso: “Belcebú, el innombrable, el señor de las tinieblas, el mismísimo demonio adopta muchas formas, pero nunca Gaspar imaginó que esa forma tuviera forma de gato. Se sabe que últimamente los gatos andan más dañinos que nunca, pero no ésta belleza de pelaje blanco, ojitos de color cielo y naricita marrón”. Si bien no hubo exorcista que confirme la posesión demoniaca del animalito, el desastre que generó en un edificio de Barrio Norte fue apoteótico y motivó esta semblanza periodística realizada el año pasado, el último de la gestión del mayor de los felinos.