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"El día se presta para engordar": Néstor y los churros a 10 pesos en Tucumán

HISTORIAS MÍNIMAS

Cuenta la historia que todo empezó hace siete años cuando su suegro Francisco le pasó el secreto para hacerlos con el punto justo. Quiénes son los que más le compran y cómo se los consigue.

Los churros de Néstor con dulce de leche bien tucumano.





Nublado, más fresco que caluroso, Néstor Costilla tiene un ritual y es el que empieza a la mañana en su casa: “Lavo las cosas, preparo la masa y ya a las cuatro me instalo en la plaza de San Cayetano: son los churros más ricos de Tucumán y no lo digo yo, lo dice la gente”.


Cuenta la historia del churrero del barrio que todo empezó hace siete años cuando su suegro Francisco le pasó el secreto: “Me dijo cómo se tiene que preparar la masa. El secreto está en los años, en los puntos justos de agua, harina y sal”.


“Gracias a Dios, durante toda la pandemia he vendido muy bien. Haga frío o calor, ya tengo mis clientes. Los preparo yo, mi señora Ana María me ayuda en todo. He llegado a preparar siete kilos de churros y los he vendido todos”, explica Néstor, quien le puso Churros Santino al puesto en honor a su hijo.


“Mi hijo es el principal fanático de los churros. Siempre que puede le mete uno con dulce de leche”, se ríe, mientras los vecinos y las vecinas empiezan a calentar el agua para el mate y, tímidos al principio, se acercan para comprar uno o dos churros, pero al rato vuelven y sale una docena para la casa.


Además de lo rico que son los churros de Néstor que han ocupado su puesto en la Feria y hasta en los desayunos de fiestas privadas en Recórcholis, lo llamativo es el precio: “Cuestan 10 pesos los simples y 20 los que tienen dulce de leche. Uso el dulce de leche Cerros tucumanos. Son los churros más tucumanos que hay. Podría sacarle más plata a cada churro, pero está bien así. Vendo aquí en el barrio, pero también hago delivery. Si me compran 100 pesos, llego hasta el centro”.


Luego de ser elegido el año pasado como el único churrero en la Feria de los Artesanos por la limpieza y la calidad del producto, Néstor tiene que ir cortando la llamada porque los vecinos del barrio salen de sus casas y los churros vuelan: “Se llevan de a docena, conocen la calidad. La gente grande es la que más compra. Los chicos no tanto. Pero se vende lindo. Por suerte, pese a todo lo que está pasando, los rituales tucumanos como unos mates con churros no se pierden. Está lindo el día para engordar. Así que aquí estamos, en la plaza de San Cayetano: a los churros a los churros”.