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"Sabemos cómo empezó el fuego": Manuel Pachado duerme esta noche con el handy encendido

HISTORIAS DE ACÁ

Es el Jefe de los Guardiaparques y está bajando desde el cerro San Javier en estos momentos después de batallar contra el mayor incendio forestal en Tucumán de los últimos años: "Vi cosas muy tristes y no me entra en la cabeza que haya sido a propósito".

Ruben Ávila y Manuel Alejandro Pachado, héroes tucumanos.





Manuel Pachado es el Jefe de los Guardiaparques y está bajando a la ciudad desde el cerro San Javier ahora después de batallar horas contra el incendio forestal más grande de los últimos años en Tucumán: mientras el auto desciende en zigzag, la señal a veces se pierde, otras vuelve, a veces suena la voz metálica, otras abunda el silencio, se pone metálico hasta que se acerca a la ciudad y el tono es el de un hombre de 48 años que lo ha visto todo, pero pocas veces como lo que le ha tocado ver este viernes: “Debe ser lo más parecido al infierno. Espero que nunca me toque conocerlo, pero de ahí vengo”.


Guardiaparques nacional, luchador sin cuartel en el incendio forestal mayor que ya ocurrió en Tucumán hace ocho años, batallador incansable cuando el Sur del país se hizo humo, Manuel es este hombre que ya se ha quitado parte del traje, toma sorbos de agua, se refriega los ojos, pregunta si su cuadrilla de 11 muchachos está bien, si a las dotaciones de Yerba Buena, Trancas, Tafí Viejo y Concepción les falta algo, y baja: baja literalmente a reencontrarse con su familia, baja la adrenalina, baja la tensión, y luego de una ducha larga y fría intentará descansar.


“Ahora me espera una sopa como las que hacía la abuela: con zapallo y puchero. Intentaré descansar unas horas porque mañana volvemos a subir temprano. Cuesta pegar un ojo después de haber visto lo que hemos visto, pero se puede. Sé cómo empezó el fuego. Creemos que todo pasó con las personas que hacen trekking en una senda. Hay partes controladas, pero esta noche duermo con el handy encendido al lado", le dice Pachado al diario el tucumano esta noche de un viernes infernal del mes de octubre de un año al que no le ha faltado absolutamente nada.


“La situación de hoy es la siguiente: se ha logrado parar la cabeza de fuego al noroeste, se la ha contenido y se la ha cerrado. Todo el faldeo que rodea a la Virgencita lo hemos enfriado. Adentro del predio sigue prendido, pero con el transcurso de la noche y las primeras horas de la mañana se va a terminar de apagar. Todo lo que es en la ladera norte, el fuego está contenido, pero la ladera sur está descontrolada. Estoy al tanto del clima de este sábado: puede bajar la temperatura y haber precipitaciones. Es lo que más deseamos, pero con cuidado: antes de la lluvia preceden los vientos y eso puede trasladar el fuego”.


Luego de la sopa, Manuel Pachado mirará por última vez el celular y chequeará la batería cargada del handy: “Queda una guardia para contener una posible levantada del lado norte y oeste. El origen del fuego ha sido una acción involuntaria de una persona que hace caminatas o, como se lo conoce, trekking. Durante la pandemia ha habido muchas personas que se han volcado a esta actividad. El fuego se inició a la mitad de la senda de Rojas Paz que sale a la ruta 340. Es una senda de los que hacen trekking, montañismo, quizás alguien tiró un pucho, se fue y todo empezó. No creo que haya alguien tan malo para haberlo hecho a propósito. No me entra en la cabeza la posibilidad”.


Sin llagas en el cuerpo, después de encontrar el alivio en el agua de su propia casa, Manuel Pachado toma aire y reconoce que todavía brillan en sus ojos las escenas vistas durante todo el día: “Hay vegetación fuerte que se ha quemado, cebil, horco cebil. Hace unos años atrás hubo un incendio forestal en Tucumán y esos árboles secos ahora se están terminando de quemar”.


Listo para volver mañana al alba junto a 11 guardaparques más, 3 voluntarios, una docena de trabajadores de la Comuna de San Javier, baqueanos y las distintas dotaciones de bomberos, Pachado reconoce y comparte sus ricos conocimientos en situaciones extremas como las que le ha tocado vivir: “Estar en un incendio forestal te produce mucha adrenalina y temor. A medida que va avanzando uno en estos temas, alguien viejo como yo que ya tiene 48 años, al tema se lo toma con un poco más de temor: temo confiarme de más, el fuego es un enemigo al que no podés quitarle la tensión, uno aprende a oler al fuego. Vi cosas muy tristes hoy y mañana serán más: encontramos varias serpientes quemadas, nidos de aves destrozados, muchas aves han escapado de su hábitat y mañana falta más. Por eso insisto: será un descanso a medias, tengo el handy prendido en la mesa de luz. Solo espero que todo esto pase”.