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"Ellos fueron mi enfermedad": los rumores y el infierno de Romina

historias de pandemia

Romina es de Orán, en Monteros, y fue el primer caso de Covid-19 en esa localidad. En las redes sociales circularon comentarios que la acusaban a ella y sus hijos de contagiar a sus vecinos: “Esto me ha afectado muchísimo. Hay días que no pude comer ni tuve paz”. Un calvario que fue de las lágrimas de impotencia a las de felicidad.

Crédito: https://gestion.pe/





Su hija se retuerce de dolor de estómago. Grita, se lamenta, sufre. Pero Romina no puede ayudarla, ni siquiera se puede acercar hasta donde la pequeña de cinco años reclama su auxilio. Hace unos días, le han confirmado que su hisopado ha dado positivo de Covid-19 y todavía no sabe si el resto de su familia también se ha contagiado. La mujer no puede salir de su casa ni abrazar a su hija. A esa angustia que le estruja el pecho, se suma la generada por los rumores que circulan entre los pobladores de la comuna de El Cercado, en Monteros, y que las redes sociales propagan como otra pandemia, acaso más dolorosa que el coronavirus. Esos comentarios dicen que, tanto Romina como sus hijos, han estado contagiando a sus vecinos de Orán, el pequeño pueblo devenido ahora en un infierno demasiado grande para ella y los suyos. 

Todo empezó el miércoles 19 de agosto, cuando a Romina comenzó a faltarle el aire. Como es asmática, creyó que estaba sufriendo un ataque. Ese día le hicieron un hisopado cuyo resultado estuvo recién el sábado y que arrojó lo más temido: era positivo de Covid-19. Lo supo antes de que el personal del Siprosa se ponga en contacto con ella, por el informe que dio a conocer la comuna de El Cercado donde se anunciaba el primer caso en esa localidad monteriza. Desde que sintió los primeros síntomas, la mujer de 33 años se aisló en su casa que está a más de 800 metros del vecino más cercano. “Fueron dos días que tuve como una crisis de asma, pero ya me pasó y ahora estoy de diez. No me han vuelto a hisopar, todo me han avisado por teléfono. Me han dicho que si yo sentía algún síntoma que les avisara. Soy paciente de riesgo porque soy asmática, pero no me dieron nada para eso. Siento que si yo me muero va a ser por el asma y no por el coronavirus”, explica la vecina de Orán que el próximo martes cumplirá con el período de aislamiento recomendado. Pero lo peor no fue haberse contagiado el virus. 

La comuna de El Cercado está atravesada por la ruta 325. Ahí se ubica Orán, la pequeña localidad donde vive Romina. Al enterarse que se había contagiado de Covid-19, ella no se movió de la casa que comparte con su pareja y dos de sus hijos. Sin embargo, los que circulaban por todos lados eran los audios de WhatsApp y los escraches en Facebook que apuntaban contra ella y sus hijos. “Esa chica siempre ha andado por entero, por todos lados ha andado”, se escucha a una mujer decir en uno de los audios virales. En otro piden cercar toda la localidad de Orán. “Dicen que ella viajaba mucho a (San Miguel de) Tucumán, no usaba barbijo ni nada de eso. Dicen que siempre viajaba a Tucumán y parece que ahí se ha contagiado. No dice nada cómo está, el delegado está de joda… dicen que ahora está por hacer chocolate ahí en el churqui, no sé… Hay mucha gente que está enojada con el delegado porque no hace nada y más con todo esto, así que no sé qué irá a pasar. Para mí que no tiene que trabajar en Orán porque la chica ha trabajado ahí cosechando y mucha gente está cosechando, así que no sé qué irá a pasar. Los de la empresa de los arandanos niegan y dicen que no, que no tiene y sí tiene, si ya han confirmado. Dicen que la chica se ha descompuesto y de ahí la han llevado al hospital y hoydía le han dado el resultado que es positivo”, alerta otro de esos mensajes que llevan el pánico y el prejuicio de aquí para allá.

Romina lloró al escuchar los audios que la involucraban a ella y a los suyos. Una red de informaciones falsas que la acusaban de llevar el virus a todas partes cuando lo que se esparcía por todo El Cercado era el rumor y su carga viral de miedo y odio: “El día domingo nomás, al otro día que me dijeron que había dado positivo, decían que yo y mis hijas habíamos estado contagiando a todos porque habíamos andado por los negocios y nada que ver porque yo ya estaba aislada. Yo les reclamé por qué hablaban así y lo que más me dolió es que hablaban de mis hijos, decían cómo los iba a dejar salir a mis hijos. Dios sabe y es justo. Imagino que si, en vez de apuntar con el dedo, hubieran preguntado, esto no hubiese pasado. Pero nadie me preguntó qué pasó ni nada. Nadie se dignó a preguntar antes de salir a hablar. Todos tienen mi número, todos nos conocemos aquí porque es un pueblo chico. Preguntarme era lo más fácil antes de salir a decir lo que dijeron. No tuvieron empatía hacia mi familia y eso que es un pueblo chico”. 

Y a la angustia de saberse portadora del virus y blanco de rumores hirientes, se sumó por aquellos días la enfermedad de su pequeña hija. Y la imposibilidad de ayudarla sin romper el aislamiento. Romina vuelve a llorar ahora al recordarlo: “Es una situación muy fea la de no poder tocar a tus hijos y estar con ellos… verla llorar a tu hija de dolor y no poder hacer nada. No te podés imaginar los gritos desgarradores de dolor que daba y la incertidumbre… Eso te da mucha bronca e impotencia por no poder hacer nada. El temor más grande de nosotros era que ella esté con el virus”. 

Ese rechazo que Romina percibió de parte de muchos de sus vecinos, lo recibió también su hijita de parte de la doctora que se encontraba de turno en la guardia del Hospital General Lamadrid quien se negó a atenderla por ser contacto estrecho de un paciente con Covid-19: “Mi hija se enfermó el 25 de agosto y el padre la llevó para que la controlen en el hospital y ahí la dejaron afuera porque la doctora no se quiso cambiar para atender a una persona en contacto con positivo de coronavirus. La medica de guardia no se dignó en atenderla”. Por entonces, todavía no estaba el resultado del hisopado que le habían practicado a la niña. Recién cuando su cuadro se agravó y tuvo que volver al hospital, otro de los galenos la atendió. Según explica la mujer, su hija padece una patología que todavía no ha sido detectada, lo cual complicaba su cuadro clínico ante la posibilidad de contagio de coronavirus: “No sabíamos si era positivo, temíamos por ella y que eso pueda agravar su enfermedad”. 

Como fueron los audios virales los que le habían generado tanta angustia y dolor, eligió el mismo medio para transmitir la buena noticia de que los hisopados de su familia habían dado negativo. Esta vez, las lágrimas que brotaron y que se pueden escuchar en el mensaje fueron de alegría: “Buenas tardes, les quería informar a todas las mamás, que capaz que mandaron a sus hijos al merendero de Roly, les quería informar que me siento a llorar de la felicidad inmensa que tengo porque recién nos acaban de entregar los resultados a mi familia y ninguno es positivo. Mis chicos no hubieran contagiado a ninguna criatura ni nada como dice la gente habladora. Les quiero dar la hermosa noticia, estoy llorando de la felicidad, porque yo sabía que mis hijos no estaban contagiados. Yo estaba más que segura que no era como decía la gente, como lo han discriminado a mis hijos… Si alguna tuvo alguna criatura que venga para aquí para Roly, que se queden totalmente tranquila, y decirles que mis hijos no anduvieron contagiando a nadie porque son negativos. Al virus lo tengo yo y no le transmití a nadie. Y muchas gracias a esas mamas que se ocuparon de darme todo su apoyo”. De las más de treinta personas que integran el grupo de WhatsApp de las mamás del jardín al que asiste su hija, sólo cinco le devolvieron mensajes de aliento. Las mismas personas que la apoyaron en el dramático trance que le tocó vivir. 

“Esas fueron lágrimas de felicidad. Lo mandé al mensaje al grupo de mamás del jardín porque sé que algunas mamás que llevaron sus hijos al merendero donde se hizo un chocolate. Yo sé que hubo personas malas de ese grupo, pero también hubo mamás que siempre me dieron su apoyo. Así como ha habido personas malas e ignorantes, también destaco que ha habido vecinas y mamás que me apoyaron. Por ejemplo, los vecinos de la familia Galván que siempre estuvieron en contacto. Ellos me trajeron helado para la chiquita, golosinas… ellos tuvieron la amabilidad de traerlas sin ningún prejuicio”, comenta Romina todavía emocionada. 

Romina no sabe dónde se contagió el virus, no tiene cómo saberlo. Pero no fue por viajar a San Miguel de Tucumán ni tampoco se desmayó mientras trabajaba en la cosecha de arándanos, como denuncian los audios virales. Sospecha que fue en el centro de la ciudad de Monteros cuando fue a hacer compras, pero eso ahora ya no tiene importancia. Si hay algo de lo que ella está segura es que los rumores y lo que estos generaron la afectaron más que el coronavirus: “Esto me ha afectado muchísimo. Hay días que no pude comer ni tuve paz con todo lo que se habló. Mis familiares están pensando en mandarme al psicólogo cuando me recupere. Lo único que espero ahora es que, cuando me den el alta, no sigamos siendo señalados. Lo único que espero es que tengan empatía, ya bastante tuve con todo esto. Lo que hicieron se lo dejo para Dios porque no voy a ser la primera contagiada. Si es como dicen, todos la vamos a tener la enfermedad en algún momento. Uno no la elije y nadie es inmune a esta enfermedad”. 

Y tampoco nadie es inmune a esa otra enfermedad que señala con el dedo, segrega, acusa y victimiza a los que han caído en la desgracia del contagio. Romina lo tiene bien claro: “A mí no me ha afectado la enfermedad, me ha afectado que hablen mal de mi familia. Porque todos somos mamás, papás, tíos, sobrinos… Ellos fueron mi enfermedad, ni la enfermedad fue tan grave como ellos”. 

Una enfermedad invisible capaz de habitar en cualquiera de nosotros y con suficiente poder para convertir a un pueblo muy pequeño en un infierno demasiado grande. Si es que tiene nombre, de seguro no es coronavirus. 

Escuchá el mensaje de Romina: