Top

"Donde todos veían basura, yo veía ladrillos": cómo hizo Susy su casa con sus propias manos

HISTORIAS DE ACÁ

La señora sólo tenía un terreno pelado en Concepción. Con la ayuda de su hija, una sobrina y tres nietitos, sin plata ni conocimientos, un día entró a internet y el resto es toda una historia de sacrificio y superación: "Yo la hice".

Susy.





La historia de Susy empieza por sus manos. Se las mira. Mira el dorso, las palmas, los pliegues en las falanges, las uñas. Se pasa una mano sobre la otra y las siente más ásperas, con ampollas y callos. Nada grave: un poco de aloe vera, una lima, y listo: “Cada vez que me miro las manos pienso en todo lo que hace y todavía en todas las cosas que tengo para hacer. Con estas manos construí mi propia casa desde el día, desde la nada. Con estas manos las hice y es algo que no tiene palabras. Que lo siente adentro. Cuando puse el último ladrillo, me sentí feliz. Dije: ‘Ya está’”.


El 4 de noviembre Susy se paró frente al terreno vacío en la inmensidad de Concepción y empezó: “Lo único que quería era tener una casa y construirla. No tenía ni las medidas ni el conocimiento. Tampoco las condiciones económicas. De verdad: no sabía cómo hacer. Pero quería tener lo mío. Entonces un día entré en internet, vi los videos sobre cómo hacer una casa con botellas. Los vi una y dos veces. Ví cómo se pegaba el plástico. Empecé a hacer pruebas. Probé con barro. Pero no funcionaba. Entonces luego pegué con cemento. Hice una fila de botellas y quedó. Empecé a juntar botellas vacías de 3 litros que tienen 30 centímetros de grosor”. 


“Al cemento lo compré: hago artesanías y de a poquito fui ahorrando. Salí gastando un promedio de 38 bolsas a 550 pesos cada una (casi 21 mil pesos). Utilicé un promedio de 3000 botellas. En el primer momento, salí a caminar la calle para buscar las botellas. Andaba en moto por los kioscos, almacenes. Lo que para la gente era basura, para mí era ladrillo. Veía una botella vacía y se me iluminaba la cara: era un pasito más”, le cuenta Susy al diario el tucumano, quien necesitaba un empujón económico más y fue el IFE.


“La arena me la donaron, me la dejaron en mi terreno. Ya tenía todo. Creía terminarla, pero la situación económica no me lo permitía. Como artesana o como sanguchera juntaba 200 pesos por días. Me iba guardando: hoy para una bolsa de cemento, hoy para una barra de hierro. Me inscribí para el IFE, pero no salí la primera vez. Fui al Correo, donde me dijeron: ‘Su dinero no fue depositado’. Lloré todo el día, mi hija me recargó el celular, volví a anotarme y salí beneficiada”. 


“Me fui a cobrar al cajero y así como recibí la ayuda del Gobierno, me fui a la ferretería y empecé a comprar todos los materiales que me faltaban. Hay veces que leo muchas críticas sobre el IFE. . Yo nunca había cobrado nada. Nunca tuve un trabajo en blanco: siempre en artesanía, siempre en sanguchería. Estoy muy agradecida a nuestro Presidente. Gracias al IFE pude terminar mi casa”.


Mientras Susy ultima los detalles de la casa, convoca a personas que la puedan ayudar a subir las chapas para poner el techo, sueña con abrir su propia pollería y seguir invirtiendo en su casa: “Sueño con poner la llave en la puerta de mi casa, abrirla y saber que me voy a desmoronar. Pensaré: ‘Esto lo hice yo’. No te exagero: fue tanto sacrificio el realizado, dejé de comer, dejé de comprarme un par de zapatillas. Desear tomar un helado y no tomarlo porque es un billete más para la casa. Siempre pensar: ‘Esta va a ser mi casa’”. 


“Saber que estoy muy cerca de que sea así: me imagino tomando mate y viendo la tele cuando termine de clavar el último clavo en la chapa. Soy loca de la tele. Los imagino a mis nietos jugando al frente, disfrutando del comedor que quiero hacerlo de tarima. Al frente lo quiero de piedra, y así: seguir. Todo en la casa es de artesano: no lo va a hacer ningún albañil. Es térmica: ni calor ni frío voy a sufrir: la clave es ponerle un poco de agua a la botella con la arena. Se pone más firme la botella: al tener una pared de 30 centímetros no te va a el sol, y adentro está revocado con barro y brama (pasto seco)”, se enorgullece Susy.


Madre y abuela, Susy también contó con las manos necesarias de su hija Evelyn Carrizo, de su sobrina Vanina Rodríguez, y hasta de sus nietitos Kevin, Nahuel y Franchesca: “Ellos fueron fundamentales. Lo último que me falta para completar la casa es lo de arriba. La altura me cuesta mucho: entre 4 mil pesos me piden y no los tengo. Si sale el próximo IFE, la termino. No puedo ir con las botellas arriba: las chapas y el plomo son pesados. Si alguien me puede ayudar, siempre se los agradeceré”.

Si alguien desea contactarse con Susy pueden llamarla al 3865 69-8183. ¡Gracias!