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"Me hicieron capotón": Fuyííííííí, el crack tucumano del golazo que no fue

HISTORIAS DE ACÁ

En el corazón de barrio El Bosque, en la cancha de All Boys, un joven saca el celular para filmar a su amigo que viene con la pelota dominada, deja a dos defensores en el camino, entra al área, dos compañeros están solos, el arquero resignado espera el remate, pero el final de la jugada se hace viral. La historia de Kevin Soria y de su amigo el Negro Facundo, quien relató todo desde la tribuna, y llamó a la Antonia. VIDEO

Fuyí y el Negro, primos y amigos del alma.





El Negro sacó del bolsillo el J2 Core y se puso a filmar de pie. Ya parado sobre el escalón de la popular de All Boys, manoteó a su amigo Braian para que mire, para que mire a quien venía hacia ellos, al amigo de toda la vida, al primo del alma, al que vio jugar desde niño en la cancha de Patria, corazón y potrero del Tiro barrio popular, al crack que aquí viene con la pelota dominada: Fuyí.


“Ya había grabado un par de jugadas, pero cuando vi que venía para nuestro arco saqué el celular. Quería grabar el gol. Nunca imaginé cómo iba a terminar la jugada”, se ríe el Negro, Facundo, categoría 2006, amigo e hincha de su primo Fuyí, un año más grande, categoría 2005, quien apenas cruzó la mitad de la cancha generó el relato viral del amigo.


Cual Víctor Hugo Morales, pero en tono tucumano y amiguero, con la voz ya casi adolescente de un chico de 13 años, con el tono exacto entre la niñez y la adultez, la voz casi carrasposa, el Negro le puso la voz y el grito al relato de Fuyí, quien en recorrida memorable, en la jugada de los últimos tiempos, protagonizó toda la emoción resumida en una mañana de fútbol en barrio El Bosque.


Fanático de Juanfer Quintero, el Negro arranca el relato de Fuyí con un grito que, en términos futboleros, lo ha secao. Grita el Negro: “¡Gol de Riveeeeeeeeeeer!!!”. La voz de Braian se suma al relato con más aliento que otra cosa mientras Fuyí encara: “¡Vamo Fuyí! ¡Vamo! ¡Vamo! ¡Vamo! ¡Dale!”


El relato se suspende por un segundo, el aire queda contenido en la garganta, Fuyí ya entró al área, el arquero no le sale, Fuyí la acomoda una vez a la pelota, la controla otra vez, una vez más, está en el área, está por patear, es gol, tiene que ser gol, queda mano a mano, dos compañeros le gritan al lado pero ni los mira, sólo piensa en el arco mientras el arquero sólo pide que todo termine, sólo eso pide el arquero cuando Fuyí calibra la derecha y el relato final de su amigo El Negro lo dice todo: “¡Noooooooooooooooooooooooooo! ¡Hacete culiá Fuyííííííí! ¡Te llama la Antonia, uraaaaaaaaaa! ¡Te llama la Antonia!”


“La quise asegurar y se me ha ido por arriba”, se ríe Fuyí, quien atiende esta mañana a el tucumano en su casa del barrio Tiro Federal, y adivinen a quién tiene a su lado: “Aquí está El Negro, nos criamos juntos. Siempre jugamos a la pelota. Ese día estaba en la tribuna alentándome como siempre. Quería filmar el gol, pero se me fue por arriba. Ya había hecho dos goles ese día, quería el tercero para llevarme la pelota como hacen en la Champions, aunque no sé si me la iban a dar. Encima íbamos perdiendo 3 a 2. Era el gol del empate, pero bué, son cosas que pasan en el fútbol”.


Aquella mañana, Unión de Amigos, el club de Fuyí, había viajado desde Tiro hasta El Bosque en el transporte que había alquilado el entrenador del equipo, José Miel, quien había confirmado como titular a Fuyí como 2, defensor, con buena marca, pero con muchísimas condiciones, crack para gambetear y pasar como poste a los dos defensores que en esa jugada habían quedado atrás: “All Boys iba ganándonos 3 a 2. Ellos tenían un córner a favor. Cuando veo que despeja el arquero, me mando: me salen dos jugadores y los gambeteo y me voy solo al arco. A mi lado me la pedían el Mocho y Fabricio: ‘¡Pasala!’, me gritaban. Por no querer pasarle, de morfón, se me fue alta. En el vestuario se reían y me hicieron capotón”.


Apenas terminó el partido All Boys 3 - Unión de Amigos 2, Fuyí volvió con sus amigos al barrio y, con la esencia que conserva el fútbol de la Liga, donde no hay drama si se gana o si se pierde, donde no pasa nada si se yerra el gol del empate, el amigo de Fuyí subió el video a su Instagram y de ahí no paró más en viralizarse desde hace un año: “No sabemos quién lo subió a YouTube y ese mismo día empezó a llegar por todos lados el video. Todos los vecinos me cargaban, mi papá se reía, los chicos, todos me decían: ‘Ahí he visto el video, ¡cómo te vas a errar ese gol, Fuyí!’. Desde ese día soy famoso: hasta se quieren sacar fotos conmigo”.


Detrás de cada niño tucumano que juega a la pelota hay un sueño. Es un sueño que literalmente se sueña desde que se apoya la cabeza en la almohada, desde que se mira el póster de Messi antes de cerrar los ojos, desde que se los abre para ver los partidos de Atlético o de San Martín, también de River o de Boca, hasta los del Barcelona o el Real Madrid. A veces, cuando se cobra lindo, queda para la entrada y se va a la cancha a ver a los ídolos de cerca, a alentarlos y a mirarlos desde el otro lado del alambrado, desde la Chile o la Rondeau, desde la Laprida o la Pellegrini, desde la Bolivia o la Bolívar, desde el Monumental o desde Ciudadela.


En cada alcanzapelotas ese sueño está más cerca de hacerse realidad. Pero es en la Liga Tucumana de Fútbol y su historia la que todavía está más arraigada a los orígenes del fútbol tucumano. No es casualidad que la escena del video suceda en la cancha de All Boys, de Los Gallegos. También podría haber sucedido en la de Central Norte. O en la de Sportivo. Ni hablar de Los Leones de la Banda. O en El Colmenar y juegue Estación. O en Amalia. También en Santa Ana o en Villa Quinteros. Por qué no en Lastenia o en Aguilares. Y cómo no en Simoca, donde nació el ídolo que le ilumina la cara a Fuyí, a Kevin Soria: “Yo quiero ser como El Pulguita, a él siempre lo miro, es un crack”.


Como el Pulguita cuando soñaba con ser lo que es, también hay una mamá en esta historia, y esa mamá es la Antonia, doña Antonia, quien esta mañana se fue a hacer las compras al centro para cocinar al mediodía: “Mi mamá se moría de la vergüenza cuando vio el video. Le decía a mi primo 'Cómo va a decir así'. Pero se reía. Ella siempre me acompaña, siempre está a mi lado, siempre me alienta para que haga bien las cosas”, cuenta Fuyí, a quien le pusieron así porque de chiquito le cortaban el pelo bien cortito y el peluquero le decía: “Has quedao bien pelao, bien Fuyí”.


Son cosas que este mediodía se repasan en familia durante la sobremesa familiar, la primera nota que da Fuyí, ojalá que la primera de muchas que dé Fuyí, una nota que llega a través de una cadena de hinchas que aman al fútbol tucumano como Luisito de Ciudadela, o como Ale, el hermano de Fuyí, quienes acompañan a los niños que sueñan, a los jóvenes que crecen, a los pueden meter tres goles en un minuto, y a los que también pueden fallar, claro que pueden fallar, y acertar, y fallar y reírse con la sonrisa grande, con la sonrisa bien grande y furiosa. Como un capotón.


La familia de Fuyí: a la derecha, su mamá Antonia: "Siempre me acompaña y me alienta en mis sueños".