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"Que no le pidan los papeles": un conejo de copiloto por las calles de Tucumán

SÓLO EN TUCUMÁN

Dos motociclistas irrumpieron en escena este sábado de sol en el centro tucumano y Esteban del Santo los captó: "Cuando vi el acompañante sentado en la moto, no lo podía creer". ¿Quiénes son?

Los motoqueros y el conejo fiel: sólo en Tucumán. Las fotos son de Esteban del Santo.





Es un hermoso y soleado sábado de julio en Tucumán para que, con todos los cuidados y recomendaciones ya sabidas, familias y amigos salgan a pasear por nuestras calles, plazas y parques como lo están haciendo desde la mañana misma.


La plaza Urquiza, la Alberdi, la Belgrano, la San Martín, la de Villa Luján, la avenida Perón, los barcitos de Yerba Buena, el 118 Pie del Cerro, a pie, a cerro, en bondi, en bici, en auto: todo vale para preparar el termo con agua caliente, desenfundar los volantines, trotar unas vueltas, comer una humita, fresquito bajo la sombra, calentito bajo el sol.

Mientras los muchachos y muchachas de la cuadrilla agitan las copas de los árboles y juntan las naranjas en bolsas arpilleras, un amigo saca el auto, la cámara de fotos, va a buscar a otro amigo, rumbo al parque Avellaneda, antes da unas vueltas, y escucha el rugir del caño de escape, mira dos motos en la esquina de 24 y Chacabuco, y sucede lo imposible, lo inesperado, lo que ni Alicia en esta Provincia de las Maravillas hubiera vivido: un conejo copiloto.


“Venían por la 24 y Chacabuco: eran dos motoqueros. Uno iba con una máscara puesta (El Lobo Chopper) y arriba de la cabeza tenía otra máscara color púrpura. Cuando los alcanzo, veo que tenía de copiloto un conejo. Así, como lo escuchás: un conejo sentado al lado, en su asiento de acompañante, tipo sidecar. Nunca vi algo así en mi vida”, se ríe Esteban Gómez, Esteban del Santo, el Tortu, el fotógrafo que retrató la escena este sábado a la tarde.


“Yo al principio había visto una sola moto y después aparece el otro: ‘¡Eh! Date la vuelta: te voy a sacar una foto’, les digo y los vagos posan. Re buena onda. A esas motos las vi en exposiciones. Son motos antiguas. Lo que no había visto era el conejo. ‘¡Espero que no le pidan los papeles!’, se reían y aceleraron".


"En cualquier momento los voy a cruzar de nuevo. Es como la chica de la cabra del otro día en el Parque Avellaneda: al menos para mí son cosas que sólo pasan en Tucumán. A los de la moto, seguro seguirán dando vueltas un rato. Ya me los voy a volver a encontrar. A ellos dos y al acompañante de lujo, claro”.