"En el Aire": Jorge Bilotti, la voz de LV12 y el viaje a la época dorada de la radio

Crecí sintonizando el dial de la radio por la que podía escucharlo. "Vivianita, ¡ponelo al papá!", me gritaba alegremente mi mamá desde donde estuviera para que yo corriera a la cocina y, arrodillada a la silla de la cabecera, alcanzara la radio Hitachi chiquita que estaba sobre la mesa, hiciera girar esa ruedita llena de barritas de colores y números y mágicamente escuchar su voz, la voz de Jorge Bilotti, la voz de LV12, la voz de la época dorada de la radio tucumana.

Tuve el privilegio de tenerlo siempre conmigo: aunque se ausentara, podía escuchar su voz y sentir su presencia, como si me hablara y me contara a mí todas las historias que transmitía. Era muy chica y no comprendía cómo era posible tenerlo a través de ese pequeño aparatito. 

Recuerdo el día que me llevó por primera vez a conocer la radio. Caminamos por una calle muy ancha y me dijo: "Al doblar a la esquina te vas a llevar una sorpresa". Y así fue: me encontré con un enorme cartel que decía LV12. Entramos por un pasillo y llegamos a la consola de sonidos, una pecera vidriada por la que podía ver micrófonos, aparatos que no conocía y muchos discos, casi tantos como los que tenía en la casa.

Ese día saludamos a los operadores, y seguimos caminando hasta llegar el estudio donde trabajaban los locutores: una gran sala con atriles y taburetes situados a la altura de los micrófonos que colgaban desde el techo, un piano de cola esquinado y un letrero que cuando se encendía con una luz roja indicaba que estaban "En el Aire" y sus voces eran escuchadas por miles de personas.

En la radio y de la mano de mi papá, conocía los artistas que se presentaban en vivo en el salón principal y, con ellos y el público que llegaba, vivíamos una verdadera fiesta. Como nena de mi papá, solía ubicarme en una banqueta alta, a su lado y sobre el escenario y podía estar muy cerquita de los artistas: Roberto Goyeneche, Hugo del Carril, Palito Ortega, Olga Guillot, Los Chalchaleros, Palito Ortega, Mercedes Sosa con un pequeño que la acompañaba llamado Marito González que más tarde se convirtió en Jairo, Perales, Trío San Javier, y tanto otros que al correr las cortinas del escenario, brillaban con la luz que los consagrara.

Viví la magia de la radio a su lado. Y buscarlo a la salida del trabajo era maravilloso. Significaba llegar, saludarlo a través del vidrio de la pecera de la consola de sonidos, recibir esa sonrisa amplia con el típico gesto del dedo sobre la boca, indicándome que entrara despacito y en silencio, recorrer el pasillo mirándolo a través de ese vidrio y empujar la puerta vaivén que me permitía entrar, sentarme en el taburete del piano y observar, sólo mirar y deleitarme con verlo trabajar y escuchar su voz... Esa voz tan única, festejar sus bromas y comentarios al aire y esperar que la música, abra paso al beso y al abrazo prolongado.

Salir de su mano, ir a Candy a tomar chocolate con leche, conversar de la música que teníamos que buscar para su próxima audición y empezar a disfrutar de la tarea.
"Buscá en el estante de abajo del bargueño el long play de Olga Guillot", me pidió tantas veces y de tantos autores para asentar en la grilla prolijamente diseñada el tema musical elegido.

Formé parte de ese mundo, y lo disfruté en todo momento, disfruté de poder tenerlo siempre conmigo, de que las grabaciones de su voz aún puedan acompañarme a pesar de que desde hace dieciocho años se fue de este mundo, disfruté y disfruto del reconocimiento de tanta gente que hasta el día de hoy lo reCuerda con su inolvidable "Tanguereando" (poesía de Julio René Pinello y mi papá en la locución) que estuvo en el aire durante 44 años en el dial de LV12.

La Radio, su Voz, me hicieron inmensamente feliz y es por eso que este es un día que siempre celebramos y que seguiré celebrándolo, admirando al profesional y amando al Papá, como el primer día.