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"Estaba al lado de la pista": la misteriosa puerta negra de un boliche tucumano

OTRO TEMA

Esta es la historia de Ramiro, encargado de la barra y personal, quien rompió el silencio de un secreto que sólo conocían quienes trabajaron ahí: "Lo primero que vimos fue un vestido de novia y la bici de un niño. Esa puerta no se podía abrir. Hasta que esa noche se abrió".

Los boliches esconden misterios.





Ramiro habla agitado con el tucumano porque acaba de terminar con una sesión casera de gimnasia para mantenerse en estado físico. Pero no siempre las ventajas saludables de un cuerpo sano han dejado a Ramiro sin aire. 

Todo ocurrió cuando Ramiro era encargado de dos boliches tucumanos: Roof y Shampoo. Luego de un año exitoso y antes de que Roof, el boliche top de la 24 de Septiembre donde hoy funciona Swiss Medical, cerrara sus puertas por vacaciones, Ramiro abrió otra puerta, la puerta que nadie se había atrevido a abrir.


“El dueño había organizado una reunión con los empleados del boliche: yo era el encargado de las barras y del personal. Durante el año que despedimos se había inaugurado una pista nueva en la parte alta que se conocía como La Pecera. Ahí generalmente se pasaba música electrónica y había una puerta negra que daba a la casa de al lado: esa puerta no se podía abrir. Hasta que esa noche se abrió”, relata Ramiro.


“El dueño del boliche nos decía que pasaban cosas raras en la casa de al lado al que se accedía por esa puerta negra. Esa noche le pedíamos que nos mostrara cómo era la casa. Había un vestido de novia y una bici de niño. El traje de novia estaba tirado en el piso y la bici era vieja. No había nadie, todo era oscuro, sucio. Nunca nadie supo por qué no querían usar esa habitación. Esa noche lo supimos. Antes de lo que me pasó a mí, un compañero había subido para preparar todo para la noche del boliche. Estaba solo. Quien haya ido recordará que había una sola barra, tenía espejos y todos los vasos de vidrio. Cuando subió mi compañero vio una sombra y le tocaron el hombro: ‘Yo no vuelvo más’, me avisó. Y a las dos semanas renunció”, narra como anticipo de lo que iba a pasar.


“Siempre he sido curioso, siempre me ha llamado la atención lo paranormal. Cuando me mandaban arriba para ver si experimentaba algo, iba con miedo, pero iba. Pero nunca me había pasado nada hasta la noche que despedimos el año: era una hamburgueseada para 16 personas, capaz menos. Cuando compramos las bebidas, estábamos guardando las cosas en el freezer. Yo había tomado un solo vaso de fernet. Todos empezaron a pedirle al dueño que nos lleve arriba: esa noche entramos todos a la casa y yo me quedé solo con el celular”.

Lo que le pasó a Ramiro durante esos minutos ha sido un secreto grupal que hace unos días ha salido a la luz: salvo en asados o reuniones, nadie nunca había hablado públicamente del secreto de la puerta negra de Roof y la casa abandonada adonde conducía.


Lo que le pasó a Ramiro se lo contaron los testigos presentes: “Perdí la conciencia: mientras el dueño contaba la historia, quedé colgado. A todos les ha llegado un mensaje que yo tenía miedo, que sentía cucarachas en el cuerpo. Mientras yo ya había vuelto a La Pecera, seguía en estado de inconsciencia, como poseído. En ese momento un compañero se levanta con un ataque y se va a vomitar. En ese momento, me cuentan, empiezan a preguntar por mí”, cuenta Ramiro, a quien ven a través de la pecera haciendo una señal de cruz.

“Cuando subieron a buscarme, relatan que fui empujado. Pero no caía en la secuencia de cadera, espalda, cabeza sino todo el cuerpo junto como si fuera una tabla. Tenía los ojos hacia atrás, blancos y me llevaron de urgencia al Padilla. Cuando me dieron el alta y ‘desperté' no sentía dolor de cabeza ni mareos. Al llevarme a mi casa, mi viejo no creía mucho lo que me había pasado, pero mi vieja sí. Me preguntó si yo creía en estas cosas y le respondí que sí. Hoy, de vez en cuando, paso por ahí. Y cada vez que paso siempre miro para arriba. Algo o alguien en esa casa hay”.