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Los Gardelitos en Tucumán: Eli Suárez y el nuevo compromiso del rock

ENTREVISTA

Trap, feminismo y una birra en José Cuervo: después de cuatro años y con orquesta sinfónica de cuerdas, Los Gardelitos regresan a la provincia con Sortilegio de Arrabal, un show y una canción que narra la historia de tres mujeres víctimas de violencia machista. "Es la continuidad de Anabel", dice el Eli Suárez, pero también, con una mirada global del arte, defiende la nueva ola trapera y el rock sin perspectiva política: “Mi viejo también hacía canciones para hinchar las bolas”.

Eli Suárez con la Sinfónica Rock Strings, en el Virla, en pleno ensayo.





Después de cuatro años, el Eli Suárez anda por las calles de Tucumán. Bajo el sol del mediodía del martes, el cantante de Los Gardelitos camina por el centro de la ciudad todo vestido de negro (remera, pantalón y zapatillas), y se detiene frente una gigantografía de la calle San Martín.


-Sara Eve en Santos Discépolo, comenta el Ely, apenas después de sacarle una foto al cartel y de enviarla por whatsapp.

Con los ojos clavados en el teléfono, se da una vueltita por el Instagram oficial de la banda, donde llueven las reacciones al video que subió esa mañana: en el escenario de centro cultural Virla, el Eli canta, guitarra en mano, rodeado de ocho violines, dos violas y dos chelos, la Sinfónica Rock Strings.


Esta orquesta de cuerdas, integrada por jóvenes de la sinfónica de la UNT, acompañará a la banda el 20 de marzo, cuando en Floresta presenten Sortilegio de Arrabal, con la misma puesta en escena que lo hicieron en Obras, en el Luna Park o en Cosquín Rock: los lobos gigantes inflables, las cortinas con pinturas de arte arrabalero y, claro, los doce músicos que subirán al escenario junto a ellos.



Tres canciones tocarán juntos: Envuelto en llamas, De Puño y letra y Sortilegio de Arrabal, el tema que lleva el nombre del disco en vivo y que, quizás mucho más importante que eso, se ha convertido en “la renovación de mirada política de la banda”. En palabras del Eli, es también, la continuidad de Anabel, el clásico compuesto por su papá, Korneta, fallecido hace casi 16 años.  

-Como todo buen pintor, con un par de trazos- dice Eli, que habla discreto, que prefiere sentarse a la par y para no levantar la voz, ya en el bar del hotel- Korneta pudo definir el rostro y la historia de un personaje y también abordar las cuestiones de fondo. Anabel es a simple vista una piba que fuma marihuana. Pero por detrás, la canción describe el estigma que carga; ella sufre en su lugar y esto la lleva a irse de su casa, a la esquina, con los pibes, quienes terminan reconociéndola por el amor que tiene para dar.  Tomé como referencia esa historia y pensé que podría escribir una canción que cuente lo que está pasando ahora.También con personajes reales, como lo es Anabel, y que coincidan en la inquietud de equidad de género. Estas tres historias están unidas por el trasfondo de la lucha feminista.


En Sortilegio de Arrabal Eli habla de Clarita, de Parque Patricios, donde “un vivo por tirarle un laburo quiere tocarle el culo”, de Rosario, de Puente La Noria, donde “al macho se le escapa una mano y la deja llorando”, y de María de Constitución, donde “la yuta obliga a las putas a vender milonga”.

-Es una actualización de la postura de la banda. Gardelitos se ha caracterizado por una especie de mística suburbana. Y ese sentido se carga Sortilegio. En denunciar la marginalidad, esta vez desde la perspectiva de género. Historias de mujeres que sufren el acoso sexual en el trabajo, violencia en su casa o la misma violencia contra las trabajadoras sexuales. Es evidente lo que ha crecido el movimiento de mujeres en el país y el rock se estaba quedando callado. Entonces, en el último tiempo, aparecieron para actualizar esta postura grandes referentes como El Indio, La Renga y el Pato Santos Fontanet -con una mirada visionaria- (“Que decir aborto suene a legal”, ya se cantaba en 2003). Eso nos allanó el camino y Sortilegio quedó en un contexto más coherente, una canción que acompaña estos cambios y el debate social.  

¿El rock debe tomar siempre una postura política?


Tomar una postura implica un riesgo que se corre. Si te parás a favor del aborto legal, la gente va a reaccionar a partir de eso. Y lo mismo si bancás la inocencia de Callejeros. De todas maneras a mí me encanta lo que es el arte en toda su amplitud. El concepto y la estética. Puedo disfrutar de artistas que no tengan un compromiso político o social definido. Soy un admirador del talento de las personas y de los artistas que transmiten mucho. En ese sentido no podés exigirle a los artistas que se comprometan socialmente, ni tampoco tenés por qué explicarle a la gente que el rock también puede tener sentido político. Es arte y lo podés hacer como te salga. Entiendo que hay artistas que no se involucran y no podría calificarlos como tibios, ni mucho menos. Entiendo esa pasión del artista que algunas veces está envuelto en su universo y se abstrae del mundo para encontrarse en su propio misterio.


Si estas al pedo, llámame/
si tienes miedo, llámame/
si estas colgada, llámame/
si no haces nada, llámame.

Cuando empezaba la tarde del domingo del último Cosquín Rock, las banderas se movían de un lado para el otro, mientras Los Gardelitos cantaban Llámame. Después de la primera estrofa, Eli pidió un aplauso para la “jefa del trap”, y en el escenario a los saltos y versos traperos apareció Cazzu, con un sombrerito que le no ocultaba su flequillo, que podría calificarse como stone, y con una remera negra de Los Gardelitos.  Días después, la fiesta que se vivió en el escenario Norte, bautizado "el rockero" por el público más manija, se convertiría en una pequeña polémica que de la que hoy Eli no reniega; la explica, le busca el trasfondo, la mirada sencilla que humaniza.

-En Cosquín Rock invitamos a Cazzu, que hace trap, y saltó una especie de secta a criticarnos. Dijeron que esto es rock y no se puede mezclar con otro género y toda una pavada así. Y también hubo como una interna donde intentaban justificar algo. Decían: bueno, pero la canción que cantó Cazzu no es tan Gardelito ¡Y es una canción de Los Gardelitos! De hecho una canción de mi papá, de Korneta. Se habían encerrado que el estilo de Los Gardelitos tenía que estar siempre en lo social o tomar postura. Mi viejo también hacía canciones para hinchar las bolas, para bailar o para lo que sea. Son parte de la obra. No es una cosa mejor que la otra.

-Es música...

-Sí, pero muchas veces pecamos de soberbios, viste. No es el rock comprometido superior al rock que no se compromete. O el mismo rock no es el género superior y los otros géneros como el trap o la cumbia villera son géneros inferiores. Entendamos que si surgen nuevas expresiones tienen que tener lugar en los escenarios, porque los pibes se identifican con eso. Eso es lo que hace que el rock se renueve, que esté buscando nuevas expresiones. Me llamó la atención, como que si yo tuviera que encerrarme en una postura únicamente de compromiso social, como puede ser León Giego o Víctor Heredia, a quienes admiro. Pero por otro lado no quiero ser alguien que no pueda sorprenderse de sí mismo el día de mañana.

Y el día de mañana para Los Gardelitos es el 20 de marzo, en el estadio Floresta con la orquesta de cuerdas. Eli está contento con la producción, con Lunáticos Viajantes. Dice que al igual que Palazzo, el productor de Cosquín Rock, los jóvenes tucumanos entendieron lo que es apostar a lo artístico y que invirtieron todo para que el show sea el mismo que brindaron en los escenarios más grandes del país.. “Eso me ha pasado muy pocas veces. No es habitual que un productor vaya con esos gastos. Y a la vez noto en sus ojos un brillo que delata el gusto personal. Eso es muy lindo”.

Cuatro años después, Eli se acuerda que el público tucumano canta muy fuerte las canciones, todas, las que se bailan y las que con la simpleza gardeleana gritan verdades.


-Ah, ¿y Cuervo? ¿sigue ese boliche? Tengo que pasar a saludar- dice Eli. Y sí, Tucumán siempre espera, arriba y abajo del escenario.