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"Quiero sentirme libre": la importancia de andar en bicicleta para Ernesto

HISTORIAS DE ACÁ

Tiene 27 años y vive en Concepción. Nació ciego, recuperó un tiempo la vista del ojo izquierdo y andaba por los paisajes de Campo Alegre. Ahora que tiene baja visión realizó un pedido y emociona: "Sentía el aire fresco en la cara".

Ernesto quiere volver a andar en bici.





Ernesto recibió su primera bicicleta cuando tenía 7 ú 8 años: “Era con rueditas. Solo la usaba en la galería de mi casa. Aprendí a andar en bicicleta a los 13, junto a mi hermano. Y luego conseguí una bici con cambios”.


Ernesto Luciano Díaz nació ciego: “Me operaron, pude ver con el ojo izquierdo, pero a partir de los 11 empecé a perder la vista nuevamente. Ahora tengo baja visión, que es una discapacidad visual, no se le equipara a la ceguera, pero no es una visión para moverme solo en bicicleta”.


La importancia de andar en bicicleta para Ernesto es tal que desde agosto pasado busca quién puede acompañarlo en una bicicleta tándem para dos personas: “Luego de esa publicación muchas personas me sugirieron andar en una bici fija, pero no me siento cómodo en los gimnasios. Yo quiero andar en bici. No andar en una bici fija. Podría hacerlo solo en una tricicleta, pero necesitaría hacerlo siempre sobre un camino con colores contrastantes, con sus bordes claros. Cuando era adolescente andaba mucho en bici. Siempre me gustó”.


Con el walkman prestado de su hermano y un cassette de Vilma Palma e Vampiros, Ernesto extrañaba la sensación de andar en bicicleta y tuvo una idea: “A la bici tándem la compré el año pasado en Mercado Libre. Primero tuve una bici común, anduve un tiempo tomando clases en la cancha, dando vueltas en la bici, pero quería otra cosa y vendí la bici porque no podía seguir pagando las clases”.


Las clases de bicicleta que tomó Ernesto consistían en comenzar con toda la ejercitación en base al equilibrio: “Primero debía caminar dando vueltas con la bici al lado, entender el movimiento de los brazos, el tamaño de la bici, mis rodillas, todo lo que yo necesitaba para subir a una bici”.


La baja visión de Ernesto tiene porcentajes, pero Ernesto prefiere omitirlas y responder así: “No manejo mucho los porcentajes, pero lo que puedo decir es que puedo ver el color de la piel de una persona, pero no distinguir sus rasgos”.


Más allá de sus rasgos de las personas, lo cierto es que la importancia de andar en bicicleta para Ernesto es tal que esta semana, luego de seis meses volvió a publicar su deseo: “Tuve dos experiencias en la tándem: salí con un amigo en un horario que me moría de miedo, con mucho tráfico. Luego salí con otro amigo un domingo un domingo, todo era más fluido. Reconozco que soy medio tembleque, pero el conductor de la bici tiene que tener la confianza, si los dos nos tenemos miedo, me preocupo. Eso sí, si hay alguien que no se tiene que lastimar es mi partener. Si eso no pasa, eso fue un día de día”.


Ahora, a raíz de la publicación, aparecieron dos personas que se ofrecieron a pedalear la bicicleta tándem junto a Ernesto: el conductor al volante y Ernesto en el asiento de atrás: “Hay problemas con los horarios, pero no quiero tenerla dormida a la bicicleta. Respondo a los comentarios que se ofrecen por privado. Por ahora lo único que puedo imaginar es lo básico: encontrar confianza, una vez ahí sentir amiga a la bici, plantear objetivos. Estoy sorprendido de la repercusión: había hecho la publicación en mi muro porque es importante para mí, en serio, de verdad”.


Entre las personas que se ofrecieron a enseñarle a tomar valor para volverse a subir a la bici está señorita de la primaria de Ernesto, la señorita Mónica Muñoz: “Mi Querido Ernesto: yo no puedo acompañarte, si pudiera lo haría. Mi alumno querido, el que me divertía cuando en hora de clases preparaba la obra de títeres, siempre tan inteligente. Te quiero mucho mi Ernesto y como dice mi hija: siempre en mi corazón y en mis mejores recuerdos de tu infancia en nuestra Querida Escuelita del Puesto. Espero que alguien te acompañe a andar en bici”.


Son mensajes que llegan al corazón de Ernesto, quien ya sueña con los días de verano nuevamente arriba de la bici. Es un recuerdo que vuelve al diálogo con el tucumano y dice así: “Vivo en Concepción, pero soy oriundo de Campo Alegre. Mi primer recuerdo con la bici era cuando me iba a la casa de mis tías. Sentía libertad cuando andaba en bici. Eso sentía cuando me daba el aire fresco en la cara: una siesta de verano como ésta, pero viendo que se venía el viento. Me encantaba la adrenalina de sentir el viento el cara arriba de una bici. Por eso busco volver a andar en bici. Para sentirme libre, para sentirme libre”.