"Son la novedad": los pájaros invadieron las peatonales de Tucumán
VIVA LA CIUDAD
Colibríes, loros, águilas, palomas y murciélagos cuelgan de los árboles del microcentro y son la debilidad de los chicos. "Me vuelan de las manos", dice Julio, con 40 años como vendedor ambulante. VIDEO

Los pájaros vuelan de las manos de los vendedores ambulantes en Tucumán.
¡No! No es para que nos agarre fobia ni la paranoia a esta altura del año. Tampoco para alimentar las profecías de Nostradamus y poner en duda la llegada del 2018. Pero en el último viernes del año, a esta hora de la noche, los pájaros invaden las peatonales y sobrevuelan el microcentro tucumano.
Son de juguete. Vienen en bandadas desde China: hay águilas, palomas y murciélagos. Son de plástico, con un hueco en la panza para poner las pilas que les dé vuelo. Mientras agitan sus alas, emiten gritos y chillidos. "Y mire cómo se le encienden los ojos, rojos se le ponen", cuenta Julio, un Hitchcock ambulante, que sale de las sombras de su dormitorio, detrás del Vea de la Sarmiento, y todas las noches ocupa su puesto de vendedor frente al Villecco de la Buenos Aires.
La cosa es así: Julio llega a la Crisóstomo y Buenos Aires, desembala los 200 pájaros en sus distintas especies, cada uno en su bolsita sellada correspondiente, todavía con las alitas pegadas al cuerpo, aún con los ojitos apagados. En la punta del puesto coloca unos caballitos naranjas, atados a un mástil de diez centímetros, galopando en círculos sobre una pista de cartón. "¿Sabe lo que he vendido de estos caballitos para el Batalla de Tucumán en el Hipódromo? Todos los burreros se lo llevaban. Pero ahora son los pájaros, los pájaros me vuelan de las manos".
Hace rato pasó el 24 de septiembre y a una semana de Reyes (domingo 6 de enero), los hombres buscan camisas blancas, las mujeres eligen las últimas prendas rosas y amarillas, pero los chicos están con Julio y sus pájaros: "Nada se vende más que los pajaritos. Los cuelgo de los árboles con un palo y los sostengo con una tanza, invisible para dar el efecto. Cuando corre viento, vuelan solitos en círculos. Mire cómo vuelan. Hay gente que se asusta. Otra que se ríe".
Y también hay llanto. Lágrimas que se convierten en sonrisas cuando Julio vende un pájaro. "No sabe cómo los chicos les lloran a los padres si no se los compran. Cuestan 100 pesos y ya vienen con las pilas. Con los juguetes tan caros en los negocios, por 100 pesos quedan de diez para Reyes", analiza el hombre que hace 40 años se mueve por las peatonales tucumanas.
Son las 21 y al microcentro le queda un par de horas todavía, pero Julio empieza a guardar todo para despejar la zona a las 22. Duerme en su casa de la calle España y este sábado vuelve con sus juguetes. "Trabajo todo el sábado, paro para el 31 y vuelvo para el miércoles 2 de enero. Ya mandé a pedir más pájaros. Trabajamos sin parar hasta el domingo. Y a este ritmo, parece, un montón de pájaros van a andar dando vueltas por las casas".