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Viaje a bordo con El Fantasma Blanco, el taxista de los peluches y las mil batallas

VÍA LIBRE

Fabián Martínez es un personaje al volante y comparte un mundo muy particular con sus pasajeros por las calles tucumanas

Fabián Martínez al volante con sus amigos.





El parabrisas de este taxi que dobla por la Buenos Aires se parece a una marquesina de teatro: el cartel rojo con las letras en blanco dice Libre, pero nada brilla y se mueve como los peluches pegados al vidrio. Son un montón. Hay osos, tigres, perros, conejos. Todos se mecen en las esquinas y saltan con los lomos de burro. Y cada uno tiene un significado para Fabián Martínez, el taxista que nos lleva esta noche y se sube al escenario: "Soy El Fantasma Blanco, como dice el auto. Me dicen así por el guerrero. Es mi guerrero. Yo soy un guerrero. Yo y mi auto. Un guerrero de la vida. Y los peluches son mi trofeo de guerra".

Mientras sus amigos de felpa parecen asentir lo que dice con sus cabecitas, el hombre que los saca a pasear todos los días explica: "Las calles de Tucumán son una batalla diaria, desde el amanecer hasta la noche. Hay veces que ya no trabajo tanto de noche, en la noche podés perder más seguido. Hace poco me han pegado una pedrada en la puerta. Quedó toda abollada. Fue saliendo de Los Chañaditos. Venía por la Alem y sentí el bombazo en la puerta. Está complicado el tema.  Por eso digo que es una batalla que trato de ganarla todos los días. Y cuando vivo un buen día, me gusta celebrarlo con un peluche".   

El tema es así: si Fabián Martínez trabajó bien, si hubo un viaje especial por el destino o el pasajero, si hay algo que lo marcó en particular, el hombre va, compra un peluche, y lo suma al auto. "Cada peluche tiene mucho valor. Fueron llegando de a poco a mi vida. Cuando trabajaba bien decía: 'Bueno, vamos a comprar un peluche'. Después del primero me dije: 'Bueno, vamos a hacer un esfuerzo más grande'. Trabajé y trabajé sin parar, el esfuerzo valió la pena, y compré otro peluche. Ya son como 20. Cada peluche tiene su significado. Ellos me acompañan todos los viajes. Ya los quiero, son míos. Los lavo yo, los perfumo. A mí me gusta estar limpio, en un auto limpio, y a los peluches también. Son mi compañía de todos los días. Ellos y la radio, clavada en La Red". 


Decano a muerte, El Fantasma Blanco sueña con viajar a Mendoza para ver la final de la Copa Argentina contra River. "Estoy esperando que me den la señal y vamos ya. Este auto está preparado para todo, cruzamos el continente. Es un Fiat  2012, tiene 133 mil kilómetros, lleva un año como taxi, anda perfecto". Eso sí, antes de llevar a los peluches a las rutas, tiene que pasar por Sutrappa. "Cada vez que voy a que vean el auto, supuestamente tengo que sacar todos los peluches. La chica de Sutrappa no me hace drama. Los deja ahí y se saca una foto. Muchos pasajeros se sacan fotos con los peluches".

Se para el taxímetro. Como cada guerrero, Martínez se prepara para el reposo: "Cuando termino mi día de trabajo, lo dejo todo aquí, todo mi día en el taxi queda aquí, en el auto, cuando cierro la puerta. Entro a mi casa y soy otro tipo. No llevo mi trabajo a mi casa. Trato de no contar lo que pasó en el trabajo. Tenés que aprender a separar las cosas: una cosa es tu vida, otra cosa es tu laburo. Me gusta llegar a mi casa, comer con mi mujer, y ver a mis hijos. Se llaman Maira y Máximo, y saben que tuve un buen día cuando llego y les aparezco con un peluche en la mano".