Alivio de luto: qué tiene en la cabeza San Martín
Franco Meritello se hizo expulsar con una patada voladora y dejó en en banda al equipo. Sus compañeros reaccionaron y con sacrificio lograron sumar tres puntos importantes. Los hinchas acompañaron, alentaron, presionaron y festejaron. San Martín renace y sigue vivo en la Primera Nacional.

Los tapones de Meritello sacuden la cabeza de un rival en un costado de la cancha. La jugada de expulsión no da lugar a ningún reclamo. Meritello quiso irse expulsado y al árbitro no le quedó otra que concederle el deseo. El patadón, por suerte, no solo encuentra el cráneo del delantero de Defnsores Unidos, sino que impacta en el alma de la hinchada que empieza a rugir, a nadar ese mensaje tan claro, tan inequívoco que ni el ciego que no quiere ver, ni el sordo que no quiere escuchar, puede hacerse el sota: “La camiseta del Santo se tiene que traspirar”, “Movete Santo movete, movete dejá de joder”.
Meritello ya está en el vestuario, escondido, después de haberse ido envuelto en un mar de insultos que nunca olvidará, en una avalancha de puteadas merecidas para alguien que se borró por segunda vez en un momento clave y caliente. Meritello ya está en el vestuario, pero los otros 10 están en la cancha, y en los primero 37 minutos no hicieron prácticamente nada, y la gente les grita a ellos, les grita que despierten o mueran, que jueguen o se vayan, que esto es San Martín. Lo grita esa gente que se dio maña para estar en pleno horario laboral sin otro fin que alentar una vez más a la espera de una alegría, un puto rato de felicidad en medio de una semana de devaluación, suba de precios, desabastecimiento y golpes al bolsillo y al alma.
¡Despierten!, ¡Despierten que esto es San Martín! Y algunos escuchan, Banegas, Andrada, Dening, y Bucca que se digna a volver a jugar. Como contra Agropecuario, el Santo juega mejor con uno menos, como si la desesperación que quedara bien, como si la heroica les cupiera más que las otras. Pero ganarle a CADU de local no tiene nada de heroico, es simplemente una necesidad, pero sobre todo una obligación.
Con 10, el último tramo del primer tiempo muestra un San Martín más decidido y entre córners y empujones, se acerca más al arco que cuando estaba 11 contra 11. Todavía hay gente puteando a Meritello mientras Bucca captura un rebote, tiene un rapto de lucidez, metiéndose al área a puro a amague, sirviéndole el centro gol a Dening. Una jugada marca registrada de Bucca, ese crack que pudiendo ser figura todos los partidos, elige lagunear varias fechas para reaparecer de vez en cuando, dejando en claro que puede más de lo que da.
En el segundo tiempo los pelotazos a un Dening incansable, que hoy completa su mejor actuación desde que llegó, son un contantes, el resto del equipo acompaña con orden, sacrificio y amparados en la firmeza de un defensa que parchada y todo se la arreglo para aguantar hasta el final.
La seguridad áerea de Sand, la solidez de Brunet, la solvencia de Abregú, y la entrega de los laterales (Sansotre y Banegas), sirvieron para no sufrir tanto, a pesar de que ellos se abalanzaban con pelotazos cruzados, frontales y de todo tipo.
De volumen de juego, de asociaciones, de creatividad, de construcciones colectivas y de la mar en coche, hablemos otros días, porque hoy no hubo nada, pero como bien lo explica un hincha en la previa, con la lucidez con la que solo una lata recién comprada en la esquina de Pellegrini y Lavalle pueden dar: “Hoy hay que ganar como sea”. El resto es verso, el resto no importa.
En este torneo en el que ganar un partido te hace avanzar seis puesto en la tabla, el lirismo dejáselo a los equipos Guradiola. Alma, corazón y vida, un poco de esencia bien ciruja, huevos, sacrifico y jugadores que no se borren, son más que suficientes para ilusionar a un pueblo que siempre está, aunque no quieran que esté, aunque le pongan el partido a la hora del laburo, en medio de una semana jodida. La gente solo quiere una alegría, hoy se la dieron, sígansela dando. Nos vemos el lunes en San Juan.