Entre el apagón y la ovación: las luces y sombras de San Martín que mereció más
El Santo fue más que Estudiantes de Río Cuarto, pero no pudo ganarle, se tuvo que conformar con un empate sin goles y desperdició la chance de subirse a la punta. El equipo no estuvo del todo lúcido, pero igualmente se fue despedido con aplausos y cánticos de aliento.
El apagón instantes después del pitazo final, el encendido de las linternas de los celulares de los hinchas, los cánticos ensordecedores de los cuatro costados mientras los jugadores miran el suelo, conforman una escena que es un metáfora perfecta de lo que fue el trámite del partido: el equipo en las sombras, la hinchada iluminándolo y respaldándolo.
Hoy San Martín no pudo aunque lo mereció, aunque lo dio todo, aunque la hinchada empujó y llenó la cancha. San Martín hizo todo para ganar, pero no le alcanzó, se quedó sin nafta y cargó con el lastre del físico y emocional del partidazo dado vuelta hace apenas cuatro días.
Pero la gente sabe bien que el empate es más casualidad que causalidad, que otrora no muy lejana desde adentro del campo no le hubieran trasmitido nada y que hasta hace poquito hubiera empatado sin patear al arco y hoy, en cambio, se la gente se fue cantando, saltando y esperanzada. Dolida también, con bronca tal vez, pero desilusionado no, al contrario, con la ilusión de saber que hay con qué pelear.
Por supuesto que hay motivos para lamento, y es probable que estos puntitos perdido de hoy se extrañen en los próximos días. Es probable que los hinchas miren la jugada del Chuni Moreno del final y se quieran matar, como la de Gervasio que tenía destino de red, pero rebotó en Colazo. También se agarrará la cabeza con la masita de Iván Molinas, con la dos tres que no pudo meter Verón, que hoy no estuvo tocado por la varita del domingo pasado.
Por momentos fue un monólogo de San Martín, un monólogo sin gracia, sin creatividad, pero monólogo al fin. Hubo un solo equipo en la cancha intentando el propósito principal del fútbol: ganar el partido, meter un gol en el otro arco.
Un Dening impreciso, un Verón ineficaz, un Molinas menos determinante, un Bucca demasiado cansado sobre el final, un Banegas sin piernas y algunos cambios que estaba no rindieron frutos, fuero un cúmulo de factores que influyeron en el rendimiento colectivo y en el resultado final que, por más mentiroso que sea, llama a la reflexión: ¿Qué pasa que San Martín no gana estos partidos que lo catapultan a la punta?
La pregunta viene desde el 2021, cuando la Demunereta no podía treparse a lo más alto y cada vez que la cima estaba a tiro, fallaba en el intento. La tendencia se repitió en el 2022 y ahora vuelta con su tercera temporada: pasó en Isidro Casanova y hoy de nuevo. Será tarea de Frontini despojarse de ese viejo karma.
Es cierto que recién comienza la segunda rueda y quedan 18 fechas por delante: todo puede pasar, y hasta hace poco, San Martín parecía resignado mirar la lucha por ascenso desde lejos y hoy está totalmente encaramado en la pelea y eso pesa más que cualquier resultado casual.
Sobre todo porque es casi milagros que un equipo como Estudiantes que no propone nada se lleve algo de esta cancha y de cualquier cancha. La defensa santa jamás pasó zozobras, Sand fue un espectador de lujo y no le hace falta ni ducharse porque no tuvo que esforzarse para mantener su arco en cero. Está claro que la igualdad responde mucho más impericas propias que a virtudes ajenas.
“Jugando así se va a ganar mucho más d elo que se va a perder”, frase hecha y más vieja que el fútbol mismo, pero no por eso menos acertada en algunos caso, como este en el que la gente despide con cánticos y ovación porque así también lo compromete: “Este es otro San Martín”, repite un hincha a la salida de la cancha.
El empate duele, claro, pero la entrega y la actuación, aunque con sus defectos, conforma, tranquiliza, ilusiona y de eso vive el Pueblo Ciruja que se merece bellos milagros y ocurrirán, solo hay que estar atento. Falta mucho todavía, y esto es partido a partido, el próximo será All Boys en Floresta, el sábado 18 a las 19.10. Ahí estaremos.