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Te quiero tanto: Verón Verón, Dening y la lluvia para una nueva noche épica en Ciudadela

análisis

El Santo dio vuelta un partidazo en Ciudadela. Frontini acertó en los cambios y el Pueblo Ciruja deliró bajó el aguacero. Una nueva función del Arco de los Milagros y el regreso con gloria de los muchachos veronistas.





Hoy nadie miró el Servicio Meteorológico Nacional, muy pocos cargaron el paraguas o se calzaron el rompe vientos. No se ven pilotines, ni capuchas. Las cabezas están mojadas, las remeras empapadas, hay pronósticos de neumonías masivas para esta semana. Una cortina fina y helada de agua cae en el cielo con la misma intensidad que baja el aliento de la Rondeau, y el primer tiempo magro va virando de la mediocridad a lo ordinario y de lo ordinario a lo malo. 

A Orellana le cuesta mucho el 9 grandote que dicen que jugó en San Martín, pero casi nadie se acuerda, y el 7 es un petisito habilidosón que siempre juega bien. Meritello es el que saca el pecho por la defensa que sufre la pelotas áreas mucho más de la cuenta. 

No pasaba nada cuando ya se jugaban 47 y el árbitro tenía el silbato listo para mandar al descanso del juego para los jugadores, de la lluvia a los hinchas. Sobre llovido, mojado porque Quilez sale mal: hacia adentro y corto, ellos anticipan y contraatacan tan rápido y tan bien que el 7 queda mano a mano y no falla. Puta madre, esto parece irremontable. 

Caras largas en los pasillos y mucha charla malhumorada, puteadas por doquier. El gol fue un baldazo más helado que el agua que cae de las nubes. Estalló el invierno y estalló la bronca: Dios y el Diablo están ensañados con el Pueblo Ciruja que sufre desde el resultado hasta las inclemencias climáticas.

Pero el que no conoce al Arco de los Milagros a cualquier santo le reza y en Ciudadela se reza al único “Santo que amé” y acá nadie deja de creer porque la ilusión es lo último que se pierde y lo primero que se recupera. No hay lluvias de mierda que no quieran parar que puedan frenar esta locura.

Siempre sirve evocar viejos tiempos de gloria para recupera la fe, por eso suma mucho que en el entretiempo le hagan un reconocimiento a glorias de tiempos pasados que pisan el césped y lo impregnan con su aura ganadora: Carlos Roldán, el Ratón Ibáñez, David Robles, el Negro Vera y el Jota Moralés, entre otros, auguran una noche épica como las tantas que ellos supieron concebir 

Aunque Frontini no cambia de arranque, sabido es que en el complemento se imponen algunas modificaciones, Enzo Martínez está de más en la cancha y se compró todos los números para salir. El técnico pone a Molinas y adelanta a Bucca, al mismo tiempo saca a Colazo y entra Verón. Se la juega el DT porque el 9 no estaba mal y sale enojado pensando que si lo sacan perdiendo 1 a 0 de local, jugando bien, lo van a sacar siempre. Lo que nadie sabía es que, a pesar de que no haya sol, hoy es un día veronista.

Recién regresado del exilio del banco de suplentes y ante un multitud que lo aclamaba, Verón está dispuesto a hacer historia, por eso, el Juan Domingo de Siete de Abril aprovecha el pase que Dening no le quiso dar y se acomoda con la fe que lo empecina sacando un derechazo a lo Batistuta, rompiendo la red y activando el arco milagroso. 

San Martín es un tromba que se lleva puesto a lo que venga, y es el mismo Verón el que marca el segundo, pero le anulan por un off side milimétrico. A esa altura hay olor a Dálmine, la noche es casi igual y la presión es tan fuerte que la Bolívar se viene abajo. 

Con la entrada de Molinas, San Martín sumó buen pie al mediocampo y Bucca se adelantó para jugar por izquierda, pero no tan abierto, sino que eligió el callejón entre el 2 y el 4, abriendo el camino para las trepadas de Banegas, pivoteando para los que vienen de frente y poniéndose el equipo al hombro. 

El 4 de ellos se hace el acalambrado, se tira al suelo y trata de ganar minutos, Dening y Bucca parecen saber lo que está por pasar y se le acercan y le dicen “Ya te va a falta el tiempo a vos".

No pasan ni dos minutos y Bucca, que sabe que el que abandona no tiene premio, consigue un córner que vale oro, o mejor dicho vale un cabezazo fulminante de Dening y los tres puntos empiezan a guardarse en el bolsillo. Al fin llegó el golcito nuestro de cada partido: “Te quiero tanto”, Dening.

El laburo está hecho, pero todavía hay tiempo para que Verón meta una corrida vertiginosa, para que le gane a toda la defensa, para que desparrame al arquero y liquide el partido haciendo delirar a la gran masa del Pueblo Ciruja. Vestite Nené. 

Ahora sí, camperas al viento, no hay uno que no cante. Todavía llueve ¿Llueve? ¿Y? “Desde el norte argentino y para todo el país, llega la famosa banda, la banda de San Martín y Ciudadéee y Ciudadéee”, al ritmo de la Marcha, el final es perfecto con el sonido de la más maravillosa música. Maldición, va a ser un lunes hermoso. Que ya sea jueves.