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El caso Sebastián Villa, la condena dentro y fuera del fútbol

OPINIÓN

El caso del jugador de Boca que posó con la bandera de Ni Una Menos a horas del veredicto por violencia de género remueve los cimientos de la estructura del fútbol argentino. Las diferencias con Arce, el ex arquero de San Martín. | Por Cecilia Córdoba

Villa, dentro y fuera de la cancha.





Más allá de la sentencia a Sebastián Villa en el juicio por violencia de género, el abordaje de esta problemática acecha a la agenda pública.

Antes de jugar contra Arsenal en Sarandí, Villa formó parte del posado oficial del equipo con la bandera que decía: “Ni Una Menos”. 

Todavía antes de la derrota (en la cancha), el futbolista pronunció sus últimas palabras previas al veredicto: “Soy inocente, creo en Dios. Creo que todo va a salir bien. Todo va a salir de la mejor manera”.

Las palabras de Villa fueron frente a un micrófono, con un volumen bajo y prácticamente incomprensibles al escucharlas. Cuando el delantero terminó de hablar, la jueza Susana Dávalos fichó la fecha para la audiencia final este viernes 2 de junio, en la antesala del grito más fuerte que se ha escuchado en la Argentina en los últimos años: “Vivas Nos Queremos, ¡Ni Una Menos!”

En paralelo al caso Villa, impactó en Tucumán el caso del ex arquero de San Martín, Ignacio Arce, acusado por “lesiones leves agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género” en perjuicio de su pareja, una joven periodista de 27 años. Arce fue puesto en libertad por mandato judicial, pero, a diferencia de Boca, ya no es tenido en cuenta ni concentra en Platense, el equipo dirigido por Martín Palermo.


Embozar y tratar las miles de causas que existen hoy en día sobre violencia de género no solo termina siendo tedioso para ciertos ámbitos, sino que hasta suena inútil e improductivo. Una verdadera mierda que ni siquiera funciona para la concientización. 

En esta parodia que vivimos, vayamos un poco a lo que dijo otro ídolo de Boca como Juan Román Riquelme frente al caso Villa. Palabras del actual vicepresidente y presidente del Consejo Directivo del Xeneize que generaron revuelo donde, entre líneas, insinuó que más allá de una posible pena, el tema, siempre “es otro”.


Dijo Riquelme: “De Villa no tenemos más que palabras de agradecimiento. No se ha tirado nunca en la camilla, no lo han atendido nunca, nunca le dolió nada, no ha dejado de entrenar un solo día. Nosotros con ese chico nos tenemos que sacar el sombrero. Después, lo que pasa fuera de la cancha es otro tema”.

La postura de Román, ¿sorprendió? Puede que sí como puede que no, pero fue suficiente relucir tres palabras para encapsular un estigma que existe en la sociedad y más que nada en el hincha argentino. Tajante y sin pelos en la lengua, remató: “Es otro tema”, dejando picando la idea de que no interesa “tanto” que una mujer denuncie a un ídolo por maltratos y abusos sino lo que importa es lo que hace dentro de la cancha, que la mueva, que mueva la pelotita, que haga enganches y que el gol llegue al arco rival como regalo de una jugada estupenda. A otros hinchas, en tanto, se dejan llevar por el amor al club y omiten una realidad que claramente no viven: “Por mí que lo condenen y vaya preso, pero Boca no tiene nada que ver”.

Que quede en claro: afuera de la cancha, también importa.


Encontrar una solución a esta problemática es desgastante, pero debe construirse. Muy bien sabemos que la erradicación de la violencia, sea en el ámbito que sea, nos compete a todos y a todas como sociedad, pero dentro de la cancha “no es otro tema”. Es “el tema” cuyo caso involucra de lleno a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y a los clubes deportivos.

Estos mismos clubes (que son asociaciones civiles) se rigen (o deberían) regirse por el bien común: es decir, que la prevención y la lucha por la erradicación de la violencia incluya el compromiso de todos los miembros desde dirigentes hasta la misma familia de los jugadores. La indiferencia, la tolerancia y la impunidad frente a estos casos, deben hacer ruido en los medios de comunicación y en el Estado mismo, por sobre todo, para generar cambios.