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Entre la injusticia y la esperanza: el nuevo San Martín pelea y no se entrega

análisis

El Santo buscó el empate, mereció el triunfo y vendió cara su derrota en Isidro Casanova. Aunque no se trajo puntos en el bolsillo, el equipo conformó a los hinchas por su actitud, su planteo y, sobre todo, por el hambre de gloria que le había faltado en las anteriores derrotas.





¡Qué bronca! El grito de gol de Molinas quedó atorado en el pecho, como los de Banegas, Dening, Colazo, Bucca y varios más. Llegó mucho San Martín, buscó por todos lados y mereció más. A eso no hay forma de negarlo. Este no era un partido como para volverse con nada, el empate, mínimo, y hasta el triunfo hubiera sido más que justo. 

Pero el fútbol es un deporte hijo de puta y no siempre gana el que más hace para ganar. Es más, muchas veces hay equipos que ganan sin querer, como ellos hoy que se encuentran con un gol en el único ataque cuando quedó la derecha desguarecida porque Quilez salió lejos y mal, porque Andrada se durmió una siesta y cuando quiso despertar ya corría desde atrás. Encima Bazzana pone mal el piecito y a la pelota que se iba a afuera la termina metiendo en el segundo palo, lejos de Sand. 

Es la misma de Banegas que en ese mismo arco, en el primer tiempo, no quiso entrar. Es el mismo zurdazo, también de un lateral por izquierda, nadie desvió y que un defensor ellos la sacó en vez de meterla. Mala suerte. 

Vayamos a lo importante: esta es la séptima derrota de San Martín en el torneo, pero es la primera digna. En las anteriores seis, no había hecho nada para evitarlas, en la de hoy hizo de todo. Antes perdía sin patear al arco, hoy probó de todos lados. Antes no pisaba al área, hoy metió seis o siete jugadores en casi todos los tiros. Antes perdía bien, hoy no mereció perder ni de lejos.

“El resultado es el mismo”, pensará cualquier lector neutral y tendrá algo de razón, pero el hincha sabe que no es lo mismo. Sabe que hoy hubo un equipo defendiendo los colores a la altura de lo que la historia manda, porque el Pueblo Ciruja sabe que jugar de visitante supone un riesgo, que la derrota siempre es un posibilidad, el tema es no entregarse de antemano, como contra Flandria, San Telmo, Gimnasia de Mendoza, entre otras. Hoy no, hoy nadie puede quejarse de eso, porque hoy Los Santos fueron los Santos y eso no es poco. 

Si se pueden recalcar, por supuesto, algunas impericias propias, como la falta de coordinación defensiva en el gol, o la ineficacia para definir, o las flojas salidas desde el fondo de Brunet (más que nada en el primer tiempo) que condicionó a Abregú con una amarilla tempranera e innecesaria. También podemos poner la lupa en el bajo rendimiento de Dening y Andrada, que venían siendo figura. Aunque al final, Andrada mostró que es más incisivo y peligroso por izquierda que a pierna cambiada, donde la marca escalonada lo perjudica. 

No hay que perder de vista que a este equipo hoy le faltaron, ni más ni menos, que los dos marcadores centrales titulares y que eso se notó en algunos pasajes en los que Brown complicó con solo tirar pelotazos largos y al manchanchi. 

Son detalles a tener en cuenta y de los que seguramente Frontini habrá tomado nota, pero en lo esencial este San Martín es competitivo, se calza el traje que la historia le impone y se hace cargo de él, lo luce con más orgullo y le pesa cada vez menos. Por eso, cuando van apenas tres minutos, ya tuvo dos chances clarísimas y cuando lo está perdiendo y van 49 del segundo tiempo no baja los brazos y tiene las más clara de todas. Lo intenta del primer hasta el último instante y esta es la principal diferencia.

Por todo estos, la depresión de las anteriores derrotas se convierte en bronca, la angustia en ira, la desazón en enojo. Y, a su vez, la bronca, la ira y el enojo en esperanza, en ilusión, en sed de revancha. 

Porque aunque la caída haya dolido, y todavía lamentés el empate que no fue, te quedás mirando a Temperley, deseando que no gane para que no te pase, sabés que se vienen dos seguidos en Ciudadela y que la punta sigue ahí, al alcance de la mano, que en unos días se abre el Libro de Pases, que se pueden incorporar hasta seis jugadores y que sí, aunque hasta hace un par de semanas era impensado, San Martín ya está luchando el campeonato otra vez.