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Por 150 noches: el toque de la Leyenda, el fuego de Coronel y el parcero en el cielo

ANÁLISIS DECANO

Primera victoria del año para los de San Pusineri. El Deca sacó pecho y coronó un triunfazo merecido con un golazo memorable y una atajada salvadora. Para sacarse las espinas, con la mística del 2022 y la Fe Decana para volver a creer, para volver a soñar.

El sentido abrazo de Coronel y Acosta. Atrás asoma Pereyra. (Foto: Facebook Atlético Tucumán)





¿Hace cuánto que no te vas tan contento del José Fierro? ¿Cuánto extrañabas esa Inimitable sensación de salir caminando por la Laprida o por la 25 si vas al Sur, con la garganta ardida de tanto gritar por el Gigante del Norte? ¿Qué se siente volver a yantear chori y lata en mano y empezar a cantar al unísono cuando cualquier desconocido -que aquí y en ese preciso instante se convierte en un hermano- entona el grito sagrado y dice Viejo y glorioso Decano, de corazón sin igual, la banda te lo agradece y te alienta hasta el final?

Pasaron 150 días y 150 noches para que te vuelvas a sentir así. Increíble. Una eternidad esperé este instante. 2-1 a Platense en 25 de Mayo y Chile, goles de Ramiro Carrera y Mateo Coronel. Pasó el error de Lampe en Avellaneda; el penal de Carrera que todavía duele; pasó el adiós a Andrés Balanta, siempre presente; pasaron las Copas que levantó Acosta en el verano que fueron un bálsamo, pero eso no me arregla a mí. Vino un mal arranque de torneo cuando habías soñado con la patriada en La Bombonera y se hicieron eternas estas primeras cinco fechas sin victorias. Pero ya no más, señores. Aquí está Atlético Tucumán.

Primero lo primero. Viejo y glorioso Guillermo Acosta, El Bebe, la Leyenda. 300 partidos, una vida con la Celeste y Blanca en el pecho, la 8 en la espalda, el brazalete en el brazo. De volante derecho, pero también de cuatro, de cinco, doble cinco, de delantero y hasta de central cuando hizo falta. Salvo seis meses en Lanús, siempre acá, siempre Decano, siempre dando la cara, poniendo el pecho y la pierna fuerte por esta camiseta. Acosta construyó la pared del golazo de Mateo Coronel y se llevó una ovación Monumental que hace años merecía. El Bebe es parte de la historia grande del Deca, un prócer silencioso, de Banda del Río Salí al Partenón de los más grandes en 25 de Mayo y Chile.

Empezó torcida la noche para El Deca cuando Bruno Bianchi (otro estandarte) estaba por despejar y el Comandante Chávez quiso inventar un penal, Penel compró y desató la tormenta. Pero el VAR jugó una vez para acá y esta vez sí hizo justicia. San Pusineri no perdió la calma y mucho menos la Fe. ¡Jamás! Atlético se plantó en campo contrario y fue a presionar la salida de Banfield, como cuando robó el paraguayo González y Coronel casi marca de cabeza pero la sacaron en la línea, o cuando asistió al Chelo Estigarribia que no pudo acertarle al arco.

Todo El Monumental se puso de pie cuando Mateo Coronel recibió volcado sobre la izquierda, la puso bajo la suela como hacen los cracks y decidió que era el momento de encarar y romper el cero: apilada a pura potencia, tres soldados verdes quedan en el camino y el 37 levanta la cabeza para conectarse con el hombre Leyenda; Acosta la acarició de zurda cual Zurdo Aredes, cual Capé Sarría, para dejar a Coronel cara a cara con el arquero; caricia de primera por arriba del 1, sonrisa de oreja a oreja, el abrazo de todos y las manos al cielo. Pusineri se tapa la cara porque no lo puede creer, vos te abrazás con cualquiera para sentir que es real el golazo que todavía estás gritando.

¡Qué golazo, hermano! Merece otro párrafo. Qué picante es Coronel, pelota que toca significa peligro para el rival. Es fuego, quema. Y cuando tiene cerca a un Pereyra encendido o a la Leyenda Acosta en modo Diablo, tiemblan todos los Santos. Qué pared que devolvió El Bebe. Todas las luces, todas, para dejar al 37 de frente al gol. Y qué definición, premium. El Eterno dice que fue a lo Mbappé, pero andá a pedirle a Kylian que tire una de esas acá, en el infierno de 25 de Mayo y Chile, con 150 noches a cuestas, con todo el dolor por la ilusión de 2022 y la partida de Balanta en las espaldas. Sentí fuerte ese abrazo que este golazo es real y bien Decano. "Siempre en nuestros corazones hermano querido", dice la remera que muestra el 37, crack adentro y afuera de la cancha.

Con el 1-0, Atlético pudo apelar al manual de San Pusineri que dio resultado el año pasado. Resistir con aguante con esa mística, ceder la pelota pero no sufrir (o sufrir lo menos posible) y esperar la contra agazapado. Bianchi y Romero sacaron todo, Cabral se acopló bien; los laterales no cometieron errores, aunque Orihuela casi se hace un gol en contra y algo padeció De La Fuente por su banda. Kociubinki libera a Acosta (cómo en el gol, ni más ni menos) y se apropia del medio, con presencia, despliegue y pegada. Es titular y debe seguir siéndolo.   

"Es la banda de los Deca, no le importa una mierda si perdés o si ganás", baja desde las tribunas del José Fierro, pero hoy sí importa y mucho porque El Deca necesita esta victoria y no puede liquidarlo en el segundo tiempo. Pereyra la pide y se hace eje del juego, pone paños fríos cuando las papas queman, y hasta se anima a buscar el olímpico, pero no hay forma de impedir que Banfield le llene el área de centros a Marchiori: si hasta pusieron uno que tira los laterales de mitad de cancha al área. "Andá más", le dice a los delanteros a la altura del círculo central y su envío llega hasta los pagos del 1 Decano.

Pero hoy tenía que ganar el Deca, y ganó porque tuvo "su" momento finalmente Marchiori en 25 de Mayo y Chile. Merecido, un premio a la paciencia. Llegó para ser el heredero de Cristian David Lucchetti, el arquero de La Década Atajada, el prócer. Pero Luccheti atajó un año más, vino otro arquero y alternaron, y después llegó Lampe. Y cuando le tocó atajar, no pudo ser héroe, aparecieron las dudas, y más de uno le reprochó algún gol de esos que le hacen a todos los arqueros. Ni suerte tuvo Marchiori, porque hasta atajó un penal con Defensa pero hubo que patear de nuevo y la fue a buscar atroden. Pero hoy se quedó con la última, y después de 150 noches fue la noche de Atlético, y también la noche de Marchiori.

"Y no me importa en qué cancha jugués si vamos en caravana", canta el Pueblo Decano, y tras la volada de Marchiori sale la caravana de hinchas a comerse un chori o una mila o a comerse la noche tucumana, porque es sábado y ganó El Deca. Triunfazo de Atlético Tucumán, que se saca la mochila más pesada, sale del fondo de la tabla y piensa optimista en lo que viene. A soñar en grande que es gratis y nos sobran los motivos. Salud, Decanos. Tomemo, somo Atlético: por San Pusineri y una nueva  Resurrección; por Balanta, el parcero que nos guía desde el cielo; por la Leyenda Acosta, magnánimo; por la gambeta y los goles y los besos al cielo de Coronel, el más Picante del condado. Por 150 noches, que hoy quedan atrás.




(Foto: Laura Zamora, Soy Decano)

(Foto: Twitter @GonzaCarrilloL)