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Patada de canguro: la zurda furiosa, Rodrigo carajo y nuestro abrazo del alma

ANÁLISIS MUNDIAL

El 3 de Australia hizo enojar al mejor del mundo y Messi clavó un golazo. De Paul y Fernández, puro coraje. Los Martínez, dos patriotas que emocionan. La Scaloneta ya está entre los ocho mejores y va por más.

Dibu Martínez se quedó con la última. Lo abrazan Otamendi y Enzo Fernández. (Foto: Twitter @Argentina)





Jamás en su vida Aziz Behich imaginó lo que generó este 3 de diciembre en el Ahmad bin Ali Stadium. Argentina empataba 0-0 ante Australia, tenía la pelota pero no encontraba los espacios ante el cerrojo de los oceánicos, que cumplieron con su plan de resistencia al pie de la letra. Hasta que el reloj marcó 33' y el hombre nacido en Melbourne hace 31 años hizo lo que nunca pero nunca hay que hacer: hizo enojar a Lionel Messi.

Argentina tocaba y tocaba pero no podía romper la resistencia australiana. Hasta que a nuestro amigo Behich se le salió la cadena y se trenzó con Messi. El 10 suele mantener la calma hasta en los momentos de máxima tensión, pero en su partido número 1.000 fue a marcar con dientes apretados al lateral, que se enojó y hasta le tiró una patada de canguro que no le gustó una mierda al 10: hubo agarrones, cara a cara y empujones. El mejor del mundo frunció el ceño y decidió que era el momento de romper el cero.

Messi se hizo cargo del tiro libre, que fue despejado por la defensa y le cayó a los pies a Alexis Mac Allister: el colorado forjado en El Semillero del Mundo tuvo la lucidez de esquivar la tentación de meterla a la olla y jugó un pase filtrado para Otamendi, que controló y se la dejó servida a los pies a Messi. El 10 la acarició con su zurda furiosa y la mandó a guardar allá, donde no llegan los canguros para desatar la locura total en Doha, Daca y Tucumán también, claro que sí.

Cómo se vivió el partido en Tucumán, eh. Este horario de las 16:00 (hora del NOA, ni idea que hora será en Qatar) le sienta bien al pueblo tucumano. Viernes de gira, sábados de gloria. A juntar los billetes y poner para el asado, porrones helados y la ilusión Celeste y Blanca que te condena. Todos abrazados a la bandera nacional, aferrados a la ilusión que remontó vuelo tras las victorias ante México y Polonia, y cada uno juega su partido y deja la piel en cada casa, en cada lata, para cumplir el gran sueño de toda la Patria.

Llega la hora señalada y suenan las estrofas del himno nacional argentino. A jugar. Cuesta entrarle a los australianos, y todos de pie a los 10' para ovacionar al Diego que desde arriba hace fuerza y canta que 'ahora nos volvimo a ilusionar'. El espíritu del 10 eterno se apodera del 10 terrenal en esa disputa contra Behich. Messi furioso hasta parece El Diego puteando a los tanos que silban nuestro himno. Y cuando le mojan la oreja, nuestro 10 no perdona. 

Con la ventaja, llegó lo mejor de La Scaloneta. Hoy se extrañó a Ángel Di María, pero hubo fulbo aun sin ese Ángel para tu Soledad, el 11 indómito que ya va a volver. El técnico sacrificó a un Papu Gómez tocado para armar línea de 5 con Lisandro Martínez y El Carnicero marcó presencia ante los australianos de dos metros: con Cuti Romero y Otamendi coronaron un gran partido y se lucieron cuando las papas quemaban.

Cuando el equipo más los necesitaba, aparecieron el motor y el corazón de La Scaloneta: Enzo Fernández y Rodrigo De Paul pararon la bocha, se hicieron dueños del medio y fueron dos tractores incansables. La redención del 7 bravo es total, fue el abanderado de la Triple T de Argentina: toque, toque, toque. Lo del hombre del Benfica es superlativo: está en todos lados y hace jugar a todos.

Pero De Paul también fue el abanderado de la presión furiosa, como Messi. Ro-ro-rodrigo De Paul carajo, el jugador que mejor encarna el espíritu de este equipo salió como una flecha a presionar la salida australiana, el arquero arriesgó y la perdió, nadie rescató al soldado Ryan y picó La Araña. Julián paga con goles y la 9 ya tiene dueño. Encima Lautaro entra y erra todos los goles que el 10 supremo le sirve en bandeja. Esperemos se los esté guardando para cuando de verdad hagan falta.

Pero nunca es justa la felicidad, y si no se sufre no vale. Un rebote deja sin chances a Dibu y pone en partido a los australianos. Y cuando las papas no quemaban, ardían, aparecieron ellos: los Martínez. Según la Dirección Nacional de Población, Martínez es el sexto apellido más predominante en el país, detrás de González, Rodríguez, Gómez, Fernández y López. Pero hoy es sin dudas el más preponderante, incluso más que Messi.

Los hinchas del Manchester United están enamorados de Lisandro Martínez, y los argentinos también. Su cierre extremo se festejó como un gol. Él lo festejo como un gol. Era el empate, era la tragedia nacional. Pero Lisandro no tuvo ni tiene miedo y se tiró con el alma, con el corazón cuando ni más ni menos que Behich se mandó un jugadón digno de un Messi furioso, pero se encontró con el zaguero argentino cuyo bloqueo es incluso más al límite que aquel de Mascherano.

El Carnicero Lisandro Martínez sería el gran héroe de esta historia si no fuese por la atajada descomunal de Emiliano Dibu Martínez a los 97': el tanque australiano Garang Kuol, de más de dos metros y apenas 18 años, dejó sin chances a Tagliafico y se dispuso a fusilar a nuestro arquero. Pero Dibu fue prócer, soldado heroico, héroe nacional cuando se quedó con la última pelota. Otamendi y Enzo Fernández lo abrazan, se le tiran encima, lo besan. Solo falta Víctor Nicolás Dell’ Aquila.

'Terminalo, terminalo', reclaman de Qatar a Tucumán. Y lo termina. Y ahora te das ese abrazo del alma con todos, te fundís en un abrazo sagrado con tus amigos, tus hermanos, con aquellos que elegiste para vivir cada partido de este Mundial. Nunca te vas a olvidar que los abrazaste después del golazo de Messi furioso, del partidazo de Enzo y Rodrigo carajo, del gol de La Araña Julián, la barrida de Lisandro y la atajada inolvidable del Dibu. Será poster, será tatuaje. Es ilusión. Ahora te rompés la garganta cantando 'muchaaaaachooos...' y a brindar. Estamos en Cuartos y vamos por más.