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Bienvenidos al Mundial: falta de experiencia y el gran aprendizaje que deja este golpe

OPINIÓN

Derrota inesperada, piña a la ilusión. Como en el 74, en el 82 y en el 90, Argentina empieza con un traspié que achica márgenes y obliga a crecer a los tumbos. Habrá construir este camino a pura épica. ¿Cómo hacerlo? | Por Gabriel Sanzano





Hace 40 años, una ignota selección europea de segunda y hasta tercera línea embocaba un golpe al mentón de uno de los más brillantes planteles de la historia del fútbol argentino. Los por entonces vigentes campeones del mundo que habían sumado a Maradona y Ramón Díaz caían inesperadamente ante la Bélgica de Ceulemans.

En aquel partido inaugural ni Kempes, ni Fillol, ni Luque, ni Passarella, ni el propio Maradona pudieron regalarle una alegría al pueblo argentino que buscaba con el Mundial distraerse de la Guerra de Malvinas, que a su vez era utilizada por la dictadura para distraer al Pueblo de las atrocidades que se venían cometiendo.

Ocho años después, en plena hiperinflación, también con Diego en cancha y otra vez como campeones defensores, nuestro seleccionado recibió un piñón de un equipo, que como hoy, estaba vestido de verde, tenía una actitud encomiable e hizo gala de una fortaleza física inusitada. El cabezazo de Oman Biyik y la floja respuesta de Pumpido propiciaron una derrota inesperada que sacudió los cimientos de un equipo que no tuvo otra que cambiar de de cara a lo que se venía.

En ambos casos, Argentina se recuperó y salió adelante, clasificando a la siguiente ronda. En el 82, goleó a Hungría que venía de ganar 10 a 1, Maradona marcó un doblete y puso el pecho por el equipo; y en el 90 un testazo de Troglio y una buena definición de Burruchaga estamparon el 2 a 0 contra la siempre difícil Unión Soviética que llegaba como subcampeona de Europa. Lo mismo había pasado en el 74 cuando tras una derota ante Polonia y un empate contra Italia, pasar a la primer fase parecía imposible, pero un 4 a 1 versus Haiti abrió una ventanita para clasificar. 

Hoy, Argentina recibió dos cachetazos que sacudieron la modorra tempranera cuando habían pasado pocos minutos de las 8 de la mañana. Los árabes ganaron el duelo con actitud y entrega, jugando el partido de su vida contra un apático equipo argentino que no pareció entender qué se estaba jugando.

Solo cuatro futbolistas de los 11 titulares tenían experiencias en Mundiales: Tagliafico estuvo en Rusia, Otamendi en Sudáfrica y en Rusia, Di María en los últimos cuatro y Messi en los últimos cinco. Los demás eran debutantes en este tipo de certámenes.

Esta falta de experiencia puede haber pesado en el equipo de Scaloni que cometió el peor de los errores: perdonó y no aceleró cuando podía hacerlo, reguló en el primer tiempo y jamás tuvo el cambio de ritmo necesario como para liquidar un partido que pintaba para goleada.

En un Mundial no hace falta que sea Alemania Francia o Brasil el rival para que pueda amargarte. En un Mundial cualquier equipo, incluso los que parecen ser más débiles, en algún momento salen a matar o morir, salen a buscar el resultado y eso hizo Arabia hoy en los primeros minutos del segundo tiempo. Sin más virtudes que muchas ganas y convicción para forzar errores, los saudíes metieron contra un arco a los nuestros que nunca cambiaron el chip y con demasiada displicencia se fueron encerrando en un espiral que se pagó con dos goles.

Paredes que la perdió, Romero que fue superado fácil, Tagliafico que no la sacó, Molina que miró y el Dibu que no atajó ninguna fueron un coctail explosivo para las aspiraciones argentinas.

Aquí subyace la preocupación mayor: solo seis minutos de actitud les bastaron a los asiáticos para dar vuelta el partido. Menos de 400 segundos de poner ganas y adelantarse, sin demasiadas ideas y poquísimo fútbol. Ir hacia adelante un poco como hace cualquier equipo que va perdiendo y listo, partido dado vuelta. ¿Solidez? Cero.

El resto del  juego no hizo más que exponer a un equipo desalmado, con un De Paul bajísimo, con un Messi apagado, con laterales limitados y volantes sin llegada. Solo Di María y algunos intentos de Lautaro pueden salvarse de un aplazo generalizado para la Scaloneta que tuvo su peor actuación en el momento menos oportuno.

Como en el 82 y en el 90, no habrá otra que ganarle a un rival más difícil, que sacar ese espíritu de campeón que estos jugadores deben tener guardado en algún lado. Deberá ahora vencer a México sí o sí, ya sin margen para las siestas largas y misericordia ofensiva.

Se necesitará más de Messi, más del Dibu, más de Di María, más de todos, hasta de Scaloni que hoy se guardó un cambio vaya a saber por qué y que puso a un central visiblemente lesionado al que sacó tras los goles. Es hora de madurar de golpe, por más que sea un plantel lleno de debutantes, ya no hay tiempo para más aprendizajes así que muchachos, despierten. ¡Bienvenidos al Mundial! Que el sábado no sea la despedida.