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Para llorar

ANÁLISIS DECANO

Atlético Tucumán y otro 4-0 en contra. El mal momento Decano no resiste análisis y no se aguanta más. Los hinchas explotaron, cantaron contra el presidente Leito y pidieron "que se vayan todos".

Las lágrimas de Tesuri. (Captura de video)





El árbitro Delfino se apura a terminar el partido antes de que vuele algo más desde las tribunas. El Pueblo Decano se divide entre los que putean y silban con dolor y bronca, y aquellos que juntan fuerzas y cantan que "las buenas ya van a venir". Ninguno puede creer que aquel Viejo y Glorioso Decano que supo hacer del Monumental una fortaleza y supiera darle pelea a los más poderosos de América, hoy se ve reducido a su mínima expresión desde que volvió a Primera: otro 4-0 en contra, apenas una victoria en los últimos 15 partidos y todas las rachas negativas habidas y por haber. Las cámaras de televisión se quedan con las lágrimas de Renzo Tesuri.

Atlético Tucumán juega indisimulablemente mal y Juan Manuel Azconzábal sigue sin encontrar respuestas: ya ha probado nombres y esquemas, con los grandes y con pibes, con línea de 3, de 4 o de 5. Cambió de arquero, cambió los laterales, los del medio, los de arriba. El resultado es siempre el mismo. El Deca no encuentra una línea de juego, no tiene ideas, no da pelea. Ni siquiera es un rival complicado, que ofrece un plateo duro, que se mete atrás y es difícil entrarle. Nada. Si lo atacás, más temprano que tarde le hacés un gol. Y siempre llega ese gol. Y otro, y otro...

Ya no hay nada para analizar. Ni comentar. Desde el inicio del partido El Deca, no mostró nada y la aplastante goleada se podía sentir en el aire, desde el primer pase que erra el debutante Campisi cuando intenta salir jugando. Lo que nunca llegó fue un esbozo de reacción, de empatarlo, de darlo vuelta, de descontar, de maquillar la goleada. No hubo ni un intento de revertir la situación, de torcer el destino, de vender cara la derrota, de pegar una patada de impotencia, de hacer algo que te permita mirar a los ojos al Pueblo Decano. Apenas se pueden rescatar las ganas que le sigue poniendo Bruno Bianchi.

Los hinchas ya están hartos: ya ofrendaron dos recibimientos imponentes para los jugadores (al menos el primero alcanzó para romper la racha de 12 sin ganar, pero ya empezó una nueva racha de goleadas), probaron con cantar y cantar, con putear y putear. La bronca se hace carne, arde en el pecho, en la garganta, y explota en un canto contra el presidente Mario Leito y después de nuevo ya para pedir "que se vayan todos". Explota en los celulares la imagen del hincha que exhibió un cartel de “Andate Leito” y los videos de las puteadas.

Es tal la desazón que algunos hinchas buscan tapar los insultos y cantan que "pasamos muy malos momentos, los buenos ya van a venir", y esa canción que sonaba muy fuerte en otros tiempos también dice que "ahora están todos cagados, vamos a volver". "Vamos a volver". Atlético está seriamente comprometido con el descenso. Ahora. Y si zafa, será el torneo que viene. No descendió, pero se siente descendido. En su honor, en su prestigio, en su status. Quizás después lo salva la inestabilidad reinante en el fútbol argentino y los torneos que cambian de formato sobre la marcha, pero su honra y buen nombre han sido dañados.

Suena el silbato y se termina otra agonía. A soltar otra puteada a los jugadores o la dirigencia, o a seguir cantando por amor a los colores. Las dos valen, claro. Lo que sea para matizar el dolor de este momento de mierda antes de emprender el duro regreso a casa. A caminar por la Laprida o la 25 que se hace eterna. Mirando el piso o intentando desmenuzar la goleada sufrida. Otra vez. Triste, solitario y final. Otra semana que toca sufrir, renegar. Si le duele hasta las lágrimas a Tesuri, imagínate al Pueblo Decano. Y ya no se aguanta más.

(Foto: Twitter @FidelSalvatier1)


La dura derrota Decana: