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San Martín, mucha paciencia, pocas ideas y un empate insulso

análisis

El Santo jugó mejor que Belgrano, fue el protagonista de la noche pero le faltó ímpetu para conseguir el resultado. El poco peso ofensivo, la parsimonia en los últimos metros y la falta de resolución, se conjugaron para evitar que pudiera sumar de a tres en una noche que pasará al olvido antes que cante el gallo.

Era por Abajo: Cháves se perfila para definir. Su zurdazo salió a donde estaba el arquero. Fue la más clara de la noche





No iban ni dos minutos de juego cuando Lucas Diarte desbordó por izquierda y la metió en el área sin pensar demasiado. El arquero Nahuel Losada quedó a mitad de camino y Novaretti logró salvarlo despejando de cabeza. 

Esa simpleza para atacar que había hecho tambalear a la defensa de Belgrano se repitió muy pocas veces en el partido y el equipo eligió el camino largo y engorroso del toqueteo intrascendente y a veces interminable. 

Par este partido eligió por primera vez jugar con un doble cinco de características defensiva. Es cierto que Rodrigo Herrera había rendido en Isidro Casanova y que Ballini venía bien antes de la suspensión, pero poner a los dos, denota que el entrenador pensó que más importante que ganar, era no perder. 

Eso no quita que San Martín igual haya asumido el protagonismo, porque lo hizo, fue el que más busco y, sin dudas, el que más mereció. Sin embargo, se vio una preocupación extrema por sostener la pelota, por cuidar cada pase en los últimos metros, como no queriendo darle chance de contragolpes al rival. 

En el fútbol, cada tanto, se imponen o se ponen de moda ciertas palabras, algunos le llaman “conceptos”. De un tiempo a esta parte se suele resaltar positivamente “la paciencia” de los equipos. Tal vez venga desde el Barcelona de Guardiola que podía tomarse 40 minutos de un partido dándose pases intrascendentes, sabiendo que tarde o temprano el espacio iba a parecer y sus delanteros no iban a fallar. 

En San Martín, en cambio, la paciencia parece estar más relacionada a la falta de ideas de juego, al poco peso ofensivo y a la falta de gente que pise el área. De golpe, el equipo logra un secuencia interesante de tres, cuatro o cinco toques, abre la cancha, genera espacios, la pelota llega a Sansotre, o cualquier otro, bien posicionado para el centro, pero en vez de tirarlo, frena, la vuelve atrás y todo comienza de nuevo. Los minutos pasan y el contrincante empieza a afianzarse en defensa, se va sintiendo más seguro, más tranquilo, se autopercibe bien parado, ordenado, invulnerable. 

Lo paradójico es que San Martín es mucho más peligroso cuando prescinde de ese toqueteo inconducente y se dispone a jugar más directo. Hoy mismo, las situaciones más claras estuvieron en los pies de Cháves, una de contragolpe y la otra tras un centro de Sansotre que bajó Vella y Cháves no pudo darle de lleno. 

Equivoca el camino y lo que es peor, persiste en esa equivocación hasta que los minutos lo aprietan y entonces pasa al otro extremo: pelotazos frontales de Arce y a buscar la segunda pelota. 

Está claro que este equipo tiene virtudes a las que aferrarse. Por empezar, suele ser un poco mejor que el rival casi siempre; es un equipo con algunos volantes de muy buen pie y tiene un defensa que recibe pocos goles. Falta, y eso también está claro, más fuerza arriba, porque Estigarribia está demasiado solo y el resto no tiene vocación goleadora. 

Sumado a esto, el 9 de San Martín, que es el único que pisa el área, también hace un desgastante trabajo sucio lejos del arco que lo hace llegar mal para a la mayoría de los tiros. Entonces, los de Ciudadela tienen un solo delantero neto que se pasa medio partido golpeándose con los defensores rivales a 40 metros del arco. 

Por cómo se paró Belgrano hoy, a San Martín le sobró un volante y le faltó un delantero toda la noche. Aun cuando ingresó Cano, siguió careciendo de esa fuerza que se necesita para ganar este tipo de partidos. 

Encima, sobre el final, el técnico manda  la cancha Lucas González por Estigarribia, cuando podría habérsela jugador por dejarlos a los dos juntos un rato, aunque sean esos cinco minutos. Es evidente que a esa altura, al DT le cerró la ecuación del empate en la calculadora y no está mal. 

Ya en el adicional, el equipo vuelve a dar muestra de que más que paciencia es parsimonia y solo Tino Costa parece tener en cuenta que el tiempo se acaba, profundizando un poco el ataque, los demás prefieren un pase prolijo que un pelotazo al área. 

En este sentido, no es casual que Brown este siente unidades arriba, el otro día, por ejemplo, empujó a Riestra hasta el final y en el área había cinco jugadores en la jugada del gol, después la fortuna los acompañó, pero que lo buscaron, lo buscaron. En San Martín faltó un poco de eso. 

De acá hasta el final la lucha será punto a punto en la pelea, pero ya no tanto por el primer lugar, sino hasta para entrar entre los cuatro primeros de la zona para después pelearla en el Reducido. Equipo hay, solo tiene creérsela un poquito más.