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"Era una tarde de sol": hace 22 años, Mauro Amato se convertía en leyenda Decana en la Ciudadela

DEPORTES DEL RECUERDO

Un día como hoy, pero en 1999, Atlético ponía fin la racha de 13 años sin ganar un clásico en condición de visitante. Partido en el que nació un nuevo ídolo para el pueblo Decano.





Hace 22 años, Atlético Tucumán se sacó de encima una racha adversa de 13 años sin ganar un clásico en condición de visitante. En ese período, cuando los gigantes de la provincia chocaban en tierra Santa, los partidos terminaban en empate (6 veces) o sonrisa Ciruja (5 veces), hasta que llegó aquella tarde que los Decanos no olvidarán jamás.

Era la fecha 4 de la Zona Interior del Torneo Nacional B 1999/2000. Atlético era dirigido por Humberto Zucarelli y San Martín por Alpidio Elizeche. La Ciudadela explotaba de gente con las dos hinchadas en las tribunas.

El primer tiempo fue parejo y luchado, con pocas emociones, terminó 0 a 0. Nada hacía presagiar la lluvia de goles que se viviría en el complemento.

Tras el descanso, el árbitro Gabriel Chiaraviglio decidió que los equipos no cambien de arco, por motivos de seguridad. Así las cosas, los arqueros (Nilton Pardal y Luis Quiñones) tuvieron en su espalda a sus respectivas hinchadas a lo largo de los 90 minutos.

A los 20 de la segunda mitad, Julio García puso en ventaja a los locales. En un ráfaga de goles, a los 22, Raúl Saavedra empató y a los 25, Mauro Amato aventajó a los de 25 de Mayo y Chile. Sin embargo, siete minutos después, a los 32, el "Hueso" Pereyra estableció otra vez la paridad, con una vaselina de antología, para delirio de las tribunas Santas. 

Cuatro goles en 12 minutos, dos para cada bando. La entrada estaba pagada. Pero faltaba algo más.

En el último minuto de adición, y en la última bola de la tarde, Raúl Saavedra se proyectó por la izquierda, y tiró un centro con precisión quirúrgica para que la defensa local pase de largo y el 10 pueda controlar en soledad en el punto penal.

Tres veces tocó la pelota Amato con su botín derecho. Tres toques suaves y sutiles, llenos de calidad. La primera para frenar el centro, la segunda para adelantarla y acomodarla lo justo y necesario, y la tercera para definir cruzado ante la salida del "Pájaro" Quiñones. 3 a 2 para Atlético y un recuerdo inolvidable para todos los presentes.